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El reconocido actor mexicano Joaquín Cosío (“Sabina Rivas”, “El infierno”, “Pastorela”…), interpreta a un bandolero mexicano en “El Llanero Solitario” (“The Lone Ranger”), la controvertida cinta de Johnny Depp que se estrena este miércoles en Estados Unidos, un papel que se suma a otros antes realizados para Hollywood, como los de “007-Quantum of Solace” o “Salvajes”. “Ver actuar a Depp fue muy interesante. Lo veía fumar después de cada escena unos cigarros cafés largos y toma mucho café mientras que tiene a un numeroso grupo de asistentes que están al pendiente de él en todo momento. En el trato es muy sencillo, amable, gentil y un gran compañero actor como los demás”, ha comentado Cosío.
Para el actor, de 51 años, el personaje de Jesús, este nuevo delincuente al estilo de “El Cochiloco” (personaje que hizo en la exitosa “El Infierno”, de Estrada), fue una experiencia divertida, aunque los héroes de la cinta sean otros, ya que como bromeaba, “con esta cara por más que quiera no me pueden invitar a ser un galán, pero no importa, lo disfruté mucho”.
En declaraciones a AP, quien se popularizó como “Mascarita” en la exitosa comedia de acción mexicana “Matando cabos”, recordaba como de niño conoció al “Llanero Solitario”: “Parecería una especie de chiste o de invención para favorecer las entrevistas pero no, mi primer encuentro con el cine, que yo recuerde, tiene que ver con “El Llanero Solitario”. Tiene que ver con (mi natal) Nayarit y mi tía con quien crecí y con un cine que tenía una bóveda enorme y un cielo estrellado. Y me acuerdo muy bien de esta escena que se me quedó grabada con El Llanero en un montículo o en una montaña con Toro a un lado con una chamarrita de cuero y con plumas simples y trenzas o pelo recogido y El Llanero con su impecable trajecito azul cielo y sombrero blanco. Es uno de los primeros recuerdos que tengo del cine”.
Joaquín Cosío no sólo ha sido reconocido por sus interpretaciones en México, donde ahora mismo incorpora nada menos a al “Indio” Fernández en la “biopic” de Mario Moreno “Cantinflas”, sino que es cada vez más requerido fuera del país. “Todo ha sido tan afortunado, ¿no? Yo no tenía la aspiración concreta de triunfar en Hollywood ni nada por el estilo: la carrera la he asumido con naturalidad, sin demasiadas aspiraciones. Lo más que he buscado es actuar. He hecho teatro, cine, televisión. No tenía prefijado algún tipo de destino, decir, “Yo quiero triunfar en Hollywood”. El cine apareció de manera casual en México y empecé a tener bastante suerte. Hablo de suerte no diciendo que no tiene que ver con mi esfuerzo, mi talento. Hablo de que se requiere también casualidad. Creo que tengo un tipo singular que a los directores les gusta”, aseguraba.
“El camino como el del actor -añadía- es un poco ir reconociendo tus limitaciones, ¿no? Un poco más que tus cualidades. Las cualidades, el tiempo hace con ellas lo que desee, ya sea si eres joven o viejo, si eres fuerte o débil. Pero la búsqueda y la condición actoral tienen que ver más con los recursos propios y con los impedimentos y carencias que vas teniendo. Creo que mi trabajo como actor ha ido en base a esos reconocimientos, de poder ir descubriendo dos cosas: por un lado de qué puedo ser capaz y de qué no. Y por otro, el encuentro de la relajación como el gran hallazgo creativo, sí, el gran hallazgo creador. Creo que de allí vienen muchas cosas. Es un estado de conciliación, o de reconciliación, como un estado de disposición creativa, pero es un estado en realidad de mucho control y relajación, que es una palabra que se usa mucho en la teoría dramática”.