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La esperada “The master”, primer trabajo en un lustro del estadounidense Paul Thomas Anderson, no resultó este sábado en la Mostra de Venecia la crítica descarnada a la Cienciología que algunos temían, pero brindó un “tour de force” entre dos excelentes intérpretes -Joaquin Phoenix y Philip Seymour Hoffman- y una densa reflexión sobre las relaciones humanas basadas en la fascinación. Menos apasionante resultó la primera de las varias cintas italianas en el concurso por el León de Oro, la siciliana “E’ stato il figlio”.

La película de Paul Thomas Anderson, una de las últimas en ser confirmadas para la Mostra, brindaba varios puntos de interés. El primero y obvio es el nombre de su director, considerado uno de los más grandes talentos del cine norteamericano en los últimos tiempos, y en el dique seco por cinco años, desde que hizo “Pozos de ambición / Petroleo sangriento”. Los inmediatos motivos para esperar este film norteamericano tienen que ver con su tema, no disimulado, el surgimiento de un movimiento sectario que recuerda intencionalmente a la Cienciología, y con uno de sus protagonistas, Joaquin Phoenix, quien dijo que se retiraba de la actuación para dedicarse a la música y luego presentó un documental o falso documental -“I’m still here”- cuya promoción parecía ser el verdadero motivo de la previa declaración, y ahora ha vuelto a interpretar un guión.

Aunque “The master” ya ha pasado a ser considerada por muchos como la más redonda de las cintas presentadas hasta el momento a concurso y por tanto favorita para un León, este apasionante fresco de la relación de dos hombres casi opuestos pero mutuamente fascinados por el otro, en la América de la postguerra europea, que regala dos grandes interpretaciones de Phoenix y su colega Philip Seymour Hoffman, se convierte en un puzzle del que al final dudamos tener todas las piezas.

El morbo de ver retratado en pantalla a alguien muy parecido -incluso fisicamente- a L. Ron Hubbard, el fundador de la Cienciología (o Dianética), interpretado por Hoffman, se desvanece en cuanto observamos que Anderson, director y guionista, en realidad no está demasiado interesado en dar a conocer su personal opinión, ni mucho menos de criticar a esta “Iglesia” o “secta”, según opiniones, cuya influencia en Hollywood es conocida.

Las ideas de este escritor representado por el ganador del Oscar gracias a “Truman Capote”, que se presenta como filósofo, médico, físico “y por encima de todo hombre curioso”, adquieren en “The master” un interés secundario, ya que lo que Anderson prima es esa relación personal entre un excombatiente, lleno de traumas y de furia nada contenida y quien se convierte en su mentor, o lo que es lo mismo, un ser primario, iletrado, lleno de secretos, frente al charlatán intelectual, que disfruta profundizando en su nuevo pupilo, como lo haría un investigador con un espécimen único que llega hasta su laboratorio.

Paul Thomas Anderson, que ha querido rodar la mayor parte del film en el hoy obsoleto formato de Panavision 70 mm, no llega a los niveles de timidez o paranoia de su compatriota Terrence Malick respecto de la prensa y el público en los festivales, pero es alumno aventajado… En su encuentro con los periodistas, tanto él como Joaquin Phoenix no se han revelado precisamente como los interlocutores más habladores. Paul por su laconismo y falta de concreción, mientras que directamente el segundo nos ha recordado a sus surrealistas presencias televisivas cuando presuntamente se retiraba. Prácticamente no ha sido capaz de articular palabras y en un momento de la rueda de prensa se dio un paseo fuera de la sala de unos diez minutos.

Anderson explicó que no quiso nombrar como tal a la Cienciología (En la película el movimiento se conoce como “La causa”), “porque no la conozco realmente, pero está en la base de los personajes”, sobre todo en el momento de su surgimiento. Y detalló que su intención iba por un lado distinto que analizar o criticar unas ideas filosófico-religiosas-manipuladoras. “La historia podía haberse desarrollado en cualquier parte, pero elegí Estados Unidos porque simplemente es el país que mejor conozco. Para mí es ante todo una historia de amor. Desde el principio hay un mentor y un pupilo cuyas vidas se transforman por ese encuentro. En determinados momentos de la vida tenemos la necesidad de dar con ese mentor, y luego sufrimos porque lo perdemos. Mi visión es ante todo psicológica. Tras la guerra, por un lado resurge la esperanza pero por el otro siempre hay cadáveres y fantasmas provocados por esa guerra.  ¿Qué ocurre cuando ambas tendencias se superponen? De eso habla mi película”, explicó el cineasta.

Preguntado si había enseñado “The master” a Tom Cruise, su actor en “Magnolia” (papel por el que obtuvo su tercera nominación al Oscar), respondió que sí, puesto que han seguido siendo amigos, “pero su reacción quedará entre nosotros dos”, dijo misterioso Anderson.

Por su parte, la primera cinta italiana en competencia “E’ stato il figlio” (Ha sido el hijo), de Daniele Cipri, es un melodrama con toques surrealistas que apenas llegó al aprobado. Cuenta la trágica vida de una familia siciliana, los Ciraulo, cuyo padre vive de revender chatarra, y cuya hija pequeña muere por una bala perdida de un ajuste de cuentas mafioso. La compensación económica que les da el Estado por esa víctima colateral, lograda tras diversas peripecias tragicómicas, no será la panacea que resuelva toda su amargura y les saque de la miseria.

Basada en una novela a su vez inspirada por un hecho real, “E’ stato il figlio” cuenta entre sus actores con el muy visto últimamente Toni Servillo (“Il divo”) y el chileno Alfredo Castro, al que Cipri descubrió en el “Tony Manero”, de Pablo Larraín. “Quedé seducido -ha dicho el actor austral- por esta historia que podría ocurrir en cualquier país del mundo, incluso en mi Chile, donde exista una profunda diferencia económica entre ricos y pobres”.