Por Hugo Lara
Desde Los Ángeles

En Estados Unidos, el terrorismo no se ve más como un hipotético escenario catastrofista que ocurre sólo en el cine de acción. Desde el 11 de septiembre pasado, los ciudadanos de ese país saben de su dolor en carne propia y la zozobra de vivir bajo su amenaza. Por eso es que películas como “La suma de todos los miedos” (The Sum of All Fears) tienen significados inéditos, atados al recuerdo colectivo de algo que cala hondo y que toca heridas que aún no cierran.

The Sum of All Fears evoca inevitablemente el ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York. Sin duda, una negra coincidencia puesto que esta película comenzó su producción varios meses antes, en febrero de 2001. En la cinta, el blanco del atentado no son esos famosos edificios, ahora inexistentes, sino el estadio de fútbol americano de Baltimore, el día en que se celebra el Super Tazón. La otra gran diferencia es que la agresión es perpetrada por un grupo neonazi europeo, mediante una bomba atómica que devasta la ciudad mencionada.

Extraños presagios

The Sum of All Fears está basada en una novela de Tom Clancy, autor de una serie de best-sellers cuyo protagonista es Jack Ryan, un agente de la CIA que se involucra en distintas intrigas de espionaje internacional. Tres de sus libros sobre este personaje ya habían sido adaptados a la pantalla con bastante éxito: La caza del octubre rojo (The Hunt for Red October, 1990), con Alec Baldwin en el papel principal; además de Juegos de Patriotas (Patriot Games, 1992) y Peligro inminente (Clear and Present Danger, 1994), ambas protagonizadas por Harrison Ford. De hecho, tanto este actor como Baldwin fueron considerados para The Sum of All Fears pero es sabido que el primero rechazó el guión, pues entre otras cosas no deseaba aparecer como el director de la CIA y, el otro, se desistió en virtud de que tenía ciertos compromisos encima. La película parecía condenada a la congeladora cuando el director de inicio, Phillip Noyce, también desertó junto con los primeros guionistas.

Más adelante, se anunció que el nuevo director sería Phil Alden Robinson, quien tenía a su favor un puñado de películas interesantes, como El campo de los sueños (The Field of Dreams) y Héroes por azar (Sneakers, 1992) pero que había permanecido inactivo dentro del cine por diez años. Lo que fue más sorprendente es que se eligiera a Ben Affleck para encarnar a Jack Ryan, pues parecía inapropiado por razones de edad. Esto obligó a hacer modificaciones en el guión. Jack Ryan no sería el director de la CIA cuyo rol fue asignado a Morgan Freeman— sino un joven analista de esa misma corporación. Con ello, se rompía la continuidad del personaje, formada con las tres cintas anteriores, pero por otro lado se estimó que podría identificarse mejor con el público joven, además de que argumentalmente se prestaba más para hilar una historia romántica junto con la actriz Bridget Moynahan, que ocupa un segundo plano en la trama y que, por cierto, no aporta nada al conjunto narrativo.

Sin embargo, los cambios más serios fueron en otra dirección. Los villanos serían neonazis austriacos, inspirados en la avanzada fascista que en la vida real se ha aproximado al poder en Europa. En la novela, el peligro provenía de un grupo extremista musulmán, pero irónicamente se decidió alterarlo para no afectar la maltrecha imagen de la comunidad islámica estadunidense. Vaya, nadie se imaginaba el desastre que se aproximaba.

Lugares comunes vs novedades argumentales

The Sum of All Fears es básicamente una película de espionaje. El relato se sirve del entramado de una conspiración internacional y tiene inevitables reminiscencias a la Guerra Fría (la novela apareció en 1991). Como ocurre con la mayoría de las películas y novelas de este género posteriores al colapso soviético, la labor más complicada es la definición de un antagonista convincente que amenace la hegemonía yanqui, así que, en el catálogo de villanos favoritos de la postguerra fría, se han consagrado los musulmanes y los neonazis.

En esa lógica, The Sum of All Fears no se desprende de la visión del mundo según la lente estadunidense y, en ese sentido, es tan propagandística como cualquier otra película de su tipo. Por eso es que hay cierta dualidad moral, que caricaturiza lo que es ajeno: los árabes son unos pobres incautos; los rusos unos grandes incompetentes; y los neonazis, bueno, esos son la basura que son. La película no propone cuestionamiento alguno, por ejemplo, sobre los motivos de fondo acerca de la hostilidad de algunos grupos contra Estados Unidos o en torno a la oscura operación de la CIA (que se muestra un  poco en pantalla, mediante el personaje que interpreta Live Schreiber) sino que, todo lo contrario, la justifica como un instrumento necesario para garantizar la seguridad de su país y la paz mundial.

De ese modo, el mayor capital de The Sum of All Fear son las nociones viscerales que atizan el pánico y la paranoia colectiva. Por eso es que el momento de la explosión de la bomba divide en dos la película: de un esquema cerebral que va hilando los cabos del complot neonazi, se transita con vértigo a un escenario más emocional y dramático —lo mejor de la película— que representa el desastre, el caos y la confusión que impera incluso en los grupos de poder más altos, donde se ve a un Presidente de los Estados Unidos (encarnado por James Cromwell) temeroso, inseguro e incapaz de tomar decisiones.

¿Un mero entretenimiento?

El gran conflicto de The Sum of All Fears es que es una película hecha con la perspectiva anterior al 11 de septiembre, pero que será valorada después de esa triste fecha. En virtud de la lectura que obliga el cambio de entorno, resulta paradójico que los absurdos de la trama se escuden tras la excusa del entretenimiento. Por eso es que las proezas del protagonista lucen por momentos increíbles, salvo el hecho —que no es un detalle menor— de que es incapaz de evitar la explosión. En su descargo, el director ha afirmado que el mensaje central de está película es el antiarmamentismo, una línea discursiva afianzada en el horror nuclear. En todo caso, debe decirse que The Sum of All Fears es una película que funciona con la eficiencia de los patrones del cine de espías y que le ayuda, sin duda, el vínculo con una tragedia real muy fresca en la memoria colectiva, pues al fin y al cabo el miedo también es un producto de la globalización.

Sinopsis

A partir de la supuesta existencia de una bomba atómica perdida hace 30 años en el Medio Oriente, un grupo neonazi europeo urde un intrincado complot para apoderarse de ella y hacerla estallar en Estados Unidos. Con ese objetivo, fabrican una coartada para hacer ver a Rusia como el responsable del ataque. Su intención es propiciar una guerra nuclear entre esos dos países y, de ese modo, abrirse paso para dominar el mundo. Jack Ryan (Affleck), un joven analista de la CIA, es incorporado al grupo cercano del director de esa agencia, Bill Cabot (Morgan Freeman), con quien trabajará para conjurar la amenaza de la guerra, que parece inevitable una vez que explota la bomba.

LA AMENAZA ATÓMICA EN DÍEZ PELÍCULAS

El peligro nuclear es un motivo recurrente del cine norteamericano, especialmente a partir del inicio de la Guerra Fría.  En este muestrario de películas no están todas las que son ni son todas las que están; y es que hemos incluido un poco de todo, de lo bueno a lo malo y del thriller a la comedia, con el propósito de ofrecer un panorama de la amenaza atómica vista por el cine de ese país.

El día que la Tierra se detuvo (The Day the Earth Stood Still, 1951)

Unos visitantes extraterrestres llegan a nuestro planeta para advertir a la humanidad sobre el peligro atómico, con un discurso totalmente antiarmamentista. Dirigida por Robert Wise, este es un clásico de las películas de serie B norteamericanas, que durante los años cincuentas proliferaron cobijadas por la ciencia ficción para aludir a temores colectivos de la era macarthista, como la xenofobia, el comunismo y la amenaza atómica.

Dr. Insólito (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1964)

Esta obra imprescindible de Stanley Kubrick es una parodia mordaz sobre la Guerra Fría y la posibilidad de una confrontación nuclear, en la que se ridiculiza al ejército y su paranoia anticomunista, además de que alerta sobre el resurgimiento del nazismo. En el reparto destacan George C. Scott y un versátil Peter Sellers, en tres papeles distintos.

Siete días de mayo (Seven Days in May, 1964)

Este thriller político tiene por escenario la Casa Blanca, donde se fragua una conspiración cuando el Presidente de Estados Unidos intenta firmar un tratado de desarme nuclear con la Unión Soviética. La película plantea el dilema de la Guerra Fría: sostener una frágil paz mediante la construcción de más y más bombas o acordar el desarme confiando la seguridad nacional en la buena fe del enemigo. El reparto lo encabezan Burt Lancaster y Kirk Douglas.

Operación Trueno Thunderball (1965)

La amenaza atómica es una excusa argumental para una de las extravagantes aventuras del agente 007, James Bond, encarnado aquí por Sean Connery. Esta vez, Bond debe hacerse cargo de un maloso megalomaniaco que se ha apoderado de dos bombas nucleares con fines evidentemente perversos.

El síndrome de China China Syndrome, The (1979)

En este thriller, Jane Fonda y Michael Douglas interpretan a unos reporteros de televisión que indagan sobre un accidente ocurrido en una planta nuclear y sus pesquisas los conducen hacia una intriga de proporciones mayúsculas. En esta cinta, las posibilidades de una catástrofe atómica no se deben a razones militares, sino a situaciones de otra índole no menos alarmantes.

Un día después (The Day After, 1983)

Producida para la televisión originalmente, esta película fue todo un fenómeno en su momento, pues puso al día el enorme pánico del pueblo norteamericano sobre la amenaza nuclear. Un día después es el relato, narrado desde el punto de vista de la gente de la calle, de lo que acontece luego de un ataque en una devastada ciudad de Estados Unidos.

Juegos de Guerra (WarGames, 1983)

Un hacker mozalbete (Matthew Broderick) se infiltra en la computadora que controla el arsenal nuclear de Estados Unidos e inicia, involuntariamente, un juego que puede desatar la III Guerra Mundial. El desquiciamiento de las computadoras es el pretexto para fantasear sobre lo vulnerable de los dispositivos militares, desde la amigable perspectiva de un héroe adolescente.

La caza al Octubre Rojo (The Hunt for Red October,1990)

Un almirante soviético decide desertar con todo y su flamante submarino nuclear, pero para evitarlo, la KGB hace creer a Washington que se trata de una agresión, emprendida por cuenta propia del disidente. Es la primera película sobre el personaje de Jack Ryan y en ella se establecen los patrones que habrían de seguir las películas del género en la era del fin de la Guerra Fría.

El Pacificador(The Peacemaker, 1997)

Dos agentes  del gobierno norteamericanos (Nicole Kidman y George Clooney), deben detener a un terrorista serbio que se ha apoderado de armamento nuclear ruso para hacerlo detonar en Manhattan. El tema atómico es abordado como objeto de entretenimiento con limitadas pretensiones creativas pero con amplias aspiraciones lucrativas.

Trece días (Thirteen Days, 2000)

Kevin Costner protagoniza este thriller político acerca de la crisis de los misiles en Cuba durante la administración del Presidente John F. Kennedy, en 1962. Se trata de una historia inspirada en el momento más álgido de la Guerra Fría. La narración está planteada desde el interior del grupo cercano a Kennedy y, en general, ofrece conjeturas difusas sobre el intríngulis político que se tejió alrededor de este episodio.

LA PELÍCULA EN VOZ DE SUS PROTAGONISTAS

BEN AFFLECK

“Acepté este papel para mostrar mi capacidad como actor. Nunca pensé en reemplazar a nadie ni en imitar a Harrison Ford, sino en aportar lo mejor de mí y hacer mi mayor esfuerzo. Es cierto que al principio tuve algunas dudas, pero me ayudó la confianza y la orientación que el director me brindó.”

“Por lo general, trato de alternar proyectos: algunos me permiten ganar dinero y otros suponen una búsqueda creativa, aunque con cierto riesgo económico.”

“Creo que lo interesante de mi personaje es que es un tipo comprometido y convencido de lo que hace y de sus ambiciones, además de ser alguien educado con disciplina; en algunos aspectos es un sujeto muy distinto a mí; por otro lado, enfrenta contradicciones emocionales que lo hacen fascinante y complejo de encarnar.”

“Lo que me impresionó del libro es que Tom Clancy lo escribió hace varios años y resulta increíblemente premonitorio de lo que sucedió el once de septiembre. Eso provocó un cambio en la percepción de la audiencia en torno a este tipo de películas, por lo que el relato pasa de ser un thriller político a un drama intenso.”

“Esta película se centra al inicio en una tensión psicológica, como un enfrentamiento de estrategias entre dos gobiernos, dos oponentes, y por eso hay menos acción física. No ha sido la intención de esta película; además, yo creo que las cintas que contienen exclusivamente acción se tornan aburridas.”

“Para preparar mi papel, pasé unos días en la sede de la CIA en Virginia. Ahí pude familiarizarme con el funcionamiento de esa corporación; fue una experiencia increíble que me sirvió mucho para conocer aspectos que no suelen verse en otras películas. Son personas dedicadas, que trabajan mucho y están apasionadas por lo que hacen, nada que ver con la burocracia con la que suele asociarse este tipo de instituciones.”

“No sé si el público esté listo para ver esta película; es posible que le impresione, pero nuestra preocupación ha sido mostrar una de las posibilidades de la situación nuclear.”

“Liev Schreiber es una de las personas que conozco que saben mucho acerca de la actuación; es un tipo inteligente y sensible que conoce su oficio.”

“No creo que me gustaría ser espía, aunque es una actividad muy emocionante que requiere un ejercicio intelectual y físico permanente. En ciertos aspectos, la vida de un espía tiene semejanzas con la del actor, porque ambos llevamos una doble vida: la del trabajo y la privada, y debemos mantenerlas separadas a toda costa, porque de lo contrario puedes morir (ríe).”

MORGAN FREEMAN

“Tuvimos un asesor de la CIA en el set que nos orientó sobre el funcionamiento de la agencia.”

“Yo no acepté este trabajo por lo alarmista que pueda parecer el tema. Si vemos películas anteriores a ésta, no creo que esta película sea más provocadora de pánico o de paranoia. Pero es cierto que el ambiente actual posee un mayor grado de sensibilidad al respecto. Tenemos evidencias de que vivimos en tiempos peligrosos para todos en general, y la premisa del descontrol sobre el arsenal militar es algo real.”

“Soy parte de una gran porción de ciudadanos que vemos a la CIA de la misma manera en que percibimos al ejército o a la policía de cualquier ciudad. Cuando cierro los ojos, ‘odio’ a la CIA; por el momento me siento bien con ellos, como me siento bien con el ejército y la policía, y especialmente con los bomberos, porque ellos son verdaderos héroes que no necesitan portar armas.”

“No creo que haya cambios en la industria (por los Oscars otorgados a dos actores afroamericanos), porque no hay nada que cambiar. Prácticamente dominan la televisión actual. No creo que las cosas vayan a cambiar y, al mismo tiempo, creo que las cosas seguirán cambiando, pues la vida es evolutiva y está en permanente movimiento.”

“Estoy interesado en hacer películas importantes, pero para mí, las películas importantes llegan según el modo en que uno piensa. Así que no voy a tratar de hacer cosas que me complazcan de manera artificial ni tengo complejos al respecto.”

“El racismo es un tema serio, pero no me causa ni complejos ni conflictos.”

“No tengo muchas ofertas para hacer comedias; de hecho, no tengo ninguna. Esa es la razón principal por la que no las hago.”

“Creo que una razón es que en mi próximo cumpleaños tendré 65 años. Tengo un problema fundamental con los parámetros que existen hoy: muchos de los actores femeninos bajo presión están en el rango de los 21 a los 29 años. Si tuviera que hacer un papel romántico, desearía que fuera con una mujer mayor de 40.”

“La mayoría de las películas que hago no tienen ‘mensajes’; por eso trabajo en el negocio del entretenimiento. Cada historia probablemente tiene un planteamiento moral, y eso es el mensaje. Si lo quieres encontrar, perfecto; y si no, puedes regresar a la taquilla a exigir que te devuelvan tu dinero porque no estamos cumpliendo con nuestro propósito, que es entretenerte. Me parece inapropiado señalarle a quien sea dónde está el mensaje de cualquier película.”

“¿Que si pienso hacer más teatro? He dedicado toda mi vida, desde que era niño, intentando entrar al cine. Apenas lo logré; la gente piensa que llevo mucho tiempo, pero para mí, apenas lo logré. No.”

Por Hugo Lara Chávez

Investigador, escritor y cineasta, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Artes (2023). Egresado de la Licenciatura en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Ha producido el largometraje Ojos que no ven (2022), además de dirigir, escribir y producir el largometraje Cuando los hijos regresan (2017) y el cortometraje Cuatro minutos (2021). Fue productor de la serie televisiva La calle, el aula y la pantalla (2012), entre otros. Como autor y coautor ha publicado los libros Pancho Villa en el cine (2023), Zapata en el cine (2019) en calidad de coordinador, Dos amantes furtivos: cine y teatro mexicanos (2016), Ciudad de cine (2011), *Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-2011* (2011), Cine y revolución (2010) como editor, y Cine antropológico mexicano (2009). En el ámbito curatorial, fue curador de la exposición La Ciudad del Cine (2008) y co-curadór de Cine y Revolución presentada en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (2010).En el ámbito periodístico, ha desarrollado crítica de cine, investigación y difusión cinematográfica en diferentes espacios. Desde 2002 dirige el portal de cine CorreCamara.com. Es votante invitado para The Golden Globes 2025.