Por José de Jesús Chávez Martínez

Jean-Luc Godard ha dejado este mundo como uno de los más grandes directores de la historia. Fue integrante de lo que se conoció como la “Nouvelle Vague” o “Nueva Ola Francesa” del cine, un movimiento vanguardista que revolucionó el séptimo arte con una manera muy revolucionaria en cuanto a técnicas de filmación y de montaje, una corriente que se rebeló al cine academicista y ortodoxo. Godard, junto con cineastas de la talla de Truffaut,  Bazin, Varda, Rohmer, Resnais o Chabrol eran críticos cinematográficos de la revista “Cahiers du Cinéma” que luego decidieron incursionar en la dirección de películas en los años 50’s y seguir sus carreras hasta un buen tiempo después. De hecho, Godard seguía activo hasta antes de su reciente deceso el pasado 13 de septiembre, de ahí que nos ocuparemos en esta ocasión de una de sus obras maestras.

Su cinta más emblemática es “Sin aliento” (“À bout de soufflé” o “Al final de la escapada” en España), filmada en 1960. Sin embargo, su obra se compone de varios filmes con un estilo personal que lo habría de convertir en autor y leyenda.

La decisión de comentar “Una mujer es una mujer” (“Une femme est une femme”, 1961) es por mero gusto personal y porque se adelanta por mucho a la consideración del papel de la mujer en la sociedad, tan defendido, con razón, hoy en día. Si se mira esta película, quizá la primera impresión sea la de un experimento o ensayo sobre la relaciones de pareja en una sociedad tan liberal como la francesa. Y sí lo es, pero creo que además es un retrato-homenaje a la figura femenina y de su tortuosa relación con los hombres.

Angela (Anna Karina) es una chica veinteañera que vive con su novio Émile (Jean-Claude Brialy) en un departamento en París a quien constantemente le pide que tengan un hijo. Además trabaja (o intenta trabajar) como vedette en un cabaret, el “Zodiac”. Émile la considera una mujer extraña por el solo hecho de querer embarazarse y eso es fuente de constantes discusiones entre ambos.

Luego aparece un tercero en discordia, Alfred (Jean-Paul Belmondo, el Mick Jagger del cine), quien está enamorado de Angela y la corteja constantemente aun con la indiferencia de Émile. El trío se enfrasca en una serie de diálogos divertidos pero profundos sobre las características de las mujeres y de ellos se derivan varias ideas que explican con brillantez la apreciación de las damas en la sociedad de aquel entonces. Por ejemplo, si las mujeres que lloran son tontas o no, que si siempre quieren cosas imposibles o que ellas tienen derecho a responder cualquier cosa y los hombres no.

En un momento, Émile pregunta a Alfred si quiere dejar encinta a Angela. Entonces Alfred cuestiona: “¿Es una tragedia o una comedia?”. “Con las mujeres nunca se sabe”, responde Émile. Luego los dos deciden ir al “Zodiac” a divertirse, pero Angela les dice que irá con uno de ellos y será el que haga la cosa más extraordinaria, así que logra manipularlos y llevarlos hacia lo grotesco. Pero aun así se van sin ella.

“Una mujer es una mujer” es una película llena de los recursos típicos de Godard: la edición como un hermoso desastre, las elipsis gozosamente bruscas, la música que inhibe los diálogos, los movimientos de cámara (sobre todo panorámicas horizontales) o la aparición de personajes impensados, varios de ellos reales, tomados en la calle, sobre todo hombres. Además es una comedia singular que entre tantos momentos gratos presenta una hilarante disputa de pareja entre Angela y Émile con base en la búsqueda de libros con títulos que son usados para “ofenderse” (mientras se pasean cargando una lampara de noche, burlándose así Godard de la iluminación fílmica convencional)  y una “discusión” verbal entre ambos mientras se cepillan los dientes.

Los momentos dramáticos igualmente son intensos: el diálogo en un bar entre Angela y Alfred siendo ella cuestionada por la cámara y por una canción interpretada por la leyenda Charles Aznavour que aborda la muy sentida relación de un hombre con su esposa (“Vuelve a ser esa muchacha que me dio tanta felicidad”). A Angela sólo le queda mirar a la cámara con tristeza, rompiendo así la cuarta pared (de hecho esta pared es constantemente quebrantada por los personajes) para dejar con congoja, pero encantado, al espectador.

“Una mujer es una mujer” es así un manifiesto-muestra de la Nouvelle Vague y del estilo personal de Godard, además de un retrato social y una pleitesía hacia las mujeres sintetizada en una estrofa cantada por Angela: “Soy muy bella, soy muy cruel. Ningún hombre me enfada porque soy muy bella”. Y el final es simplemente superlativo porque pues entre Alfred y Émile está el padre del niño.

Título original: Une femme est une femme. Año: 1961. País: Francia. Dirección: Jean-Luc Godard. Productores: Georges de Beauregard y Carlo Ponti. Guion: Jean-Luc Godard. Fotografía: Raoul Coutard. Diseño de producción: Bernard Evein. Música original: Michel Legrand. Intérpretes: Jean-Paul Belmondo, Anna Karina y Jean-Claude Brauly.

 

 

Por José de Jesús Chávez Martínez

Comunicólogo egresado de la UAM Xochimilco. Profesor investigador en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Occidente Unidad Culiacán, con las líneas comunicación y educación, y el cine como dispositivo didáctico, de las cuales se han desprendido diversos artículos científicos y tres libros. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Desde 2021 es colaborador de correcamara.com