Segunda/Última parte

Por Carlos Arturo Flores Villela

El papel de la fantasía. Ofelia es una niña de
la que no se menciona su edad, pero que se puede apreciar oscila entre los 11 y
los 13 años, es decir, está por entrar a otra etapa de su vida, “En el caso de
la princesa del cuento de hadas no significa otra cosa que el advenimiento de
la adolescencia”[1]. Así
que, no sólo por cumplir con el papel del héroe sino por la edad misma del
personaje, el único recurso que tiene Ofelia para enfrentar al mal simbolizado
en el capitán Vidal es la imaginación, es el de recurrir, inspirada en sus libros
de cuentos de hadas, a la creación de un mundo fantástico, es el único espacio
que le queda para afrontar la batalla. “El primer paso, separación o retirada,
consiste en una radical transferencia de énfasis del mundo externo al interno,
del macro al microcosmos, un retirarse de las desesperaciones de la tierra
perdida a la paz del reino eterno que existe en nuestro interior”[2].

El enfrentamiento particular de Ofelia se análoga al de la guerrilla contra el mismo capitán; así la primera prueba de Ofelia de obtener una llave del sapo encerrado en el árbol es paralela al primer contacto que vemos entre la guerrilla y el capitán, que es de hecho visual, el capitán ha encontrado una pequeña hoguera y al entender que la guerrilla está cerca, ocultos en el bosque, los encara a gritos; la escena termina cuando vemos a Pedro, el líder, salir de su escondite y ver como se aleja el capitán y sus hombres. La actitud de éste se corresponde con la actitud con que Ofelia encara el desafío de sacarle al sapo la lleva que le ha pedido el Fauno. En ambos casos se trata de una victoria psicológica: “Por ello, los incidentes son fantásticos, “irreales”: representan triunfos psicológicos, no físicos”[3]. Ofelia se enfrenta al padre-monstruo y los guerrilleros al Monstruo-Tirano.

La ayuda que Mercedes y el doctor
Ferreiro prestan a la resistencia antifranquista se corresponde con la ayuda
que Ofelia recibe del Fauno- la mandrágora-, para aliviar a su madre. La
segunda prueba[4] por
la que tiene que pasar Ofelia y en donde comete el error de detenerse a comer
un par de uvas, se corresponde con la emboscada que sufren los guerrilleros y
la captura de uno de ellos, el tartamudo. En los dos casos, el cumplimiento de
sus respectivas misiones se pone en peligro: Ofelia es denostada por el Fauno y
amenazada con quedarse sin conocer su verdadero reino y la guerrilla de salir
derrotada si es descubierto su respectivo campamento. Por eso la tercera prueba
se relaciona con el rompimiento de la “ley”, cuando ésta es absurda y esta
representada por el doctor Ferreiro cuando le dice al capitán “Es que obedecer
por obedecer, sin pensarlo, eso sólo lo hacen gente como usted, capitán”; que
se corresponde con la negativa de Ofelia a derramar la sangre de su hermano que
le solicita el Fauno –aquí en papel de padre adoptivo, como si de pronto se
transformará en Sileno[5]
quien la pone en la encrucijada[6]
de sacrificar sus privilegios como princesa, en la encrucijada de no cumplirle
a su hermano la promesa que le ha hecho de llevarlo a su reino como príncipe. Y
aquí es donde concurre el desenlace de los dos relatos paralelos: el
enfrentamiento de Ofelia con el padre-monstruo y la derrota final del
Monstruo-Tirano por parte de la guerrilla.[7]

Ofelia
triunfa en el único lugar que le es posible triunfar, el de su imaginación, el
de su mundo fantástico: “la fantasía es la seguridad, la promesa de que la paz
del Paraíso, que fue primero conocida dentro del vientre materno, no ha de
perderse; que sostiene el presente y está en el futuro tanto como en el pasado
(es omega y es alfa)”[8].
Esta seguridad, esta promesa dadas por su mundo fantástico es la única
esperanza que posee Ofelia para no sucumbir ante la figura del padre-monstruo.
A su vez la resistencia antifranquista, que sabe que no puede vencer al gran
enemigo, tiene al menos el consuelo de acabar con uno de sus sanguinarios
representantes, el capitán Vidal.

Y
no es causal que toda la secuencia fílmica del enfrentamiento final se de en el
laberinto, el de Ofelia y Vidal en el centro, y el de la resistencia con Vidal
en el exterior: “Un laberinto es la escenografía de los contrarios encontrados:
vida y muerte, entrada y salida del mundo, héroe y monstruo antagónico”.[9]
En la conclusión de este texto sobre el laberinto, Ortiz-Osés señala la
correspondencia del centro de éste a un espejo de agua, espejo donde “se ve
finalmente la propia y ajena mortalidad del hombre, visión de la muerte natural
que hace superflua la muerte innatural o inducida a otro. A partir de esta
consideración, podría interpretarse el mal como inconciencia y enfermedad del
alma a concienciar y curar, como descentramiento del alma a centrar en el
centro laberíntico y como actitud desalmada a realmar pacíficamente”[10].En
el caso de El laberinto del Fauno estamos muy lejos de esto, pues tenemos
enfrente a una figura de tal crueldad, que ya ha perdido toda posibilidad de
ser sujeto de concienciatización, que no desea y no quiere ser realmado.
Estamos ante un “mal del mal”. Este es uno de los elementos trágicos de la
cinta: estamos ante un ser sin redención posible. Pero veamos el otro lado, el
enfrentamiento en el espacio exterior del laberinto, el que nos lleva a la
esperanza, pues en el gesto de entrega de su hijo a Mercedes por parte del
capitán Vidal podríamos leerla como la entrega de la vida y el alma de su hijo
a sus enemigos, quienes como mencionamos arriba son cómplices por la amistad
que los une en su lucha, es la mitología postmoderna que Ortiz-Osés define como
“un ecumenismo basado en la interculturalidad y formado por un pluralismo
dialéctico de los opuestos compuestos”[11].
Así el alma del hijo del capitán Vidal se inscribirá en el futuro en un “Alma
como ámbito democrático de la reunión de los contrarios y de la lógica de la
implicación”[12].

Por
último, para nosotros como espectadores, en cualquier caso, debe quedarnos
claros que la imaginación, la fantasía, los sueños, siempre serán el aliento y
sustento de las luchas que emprendamos, son la base indispensable de nuestra
esperanza.

LEE LA PRIMERA PARTE


[1] Joseph Cambell, op. cit.,
pp. 54-55

[2] Ibidem, p. 23.

[3] Ibidem, p. 34.

[4] El monstruo que aparece en esta prueba es un padre similar a Saturno,
pues es un devorador de niños.

[5] Véase http://es.wikipedia.org/wiki/Sileno.
Si no mal entiendo Sileno es otra denominación del mito del Fauno.

[6] El libro que el Fauno le entrega a Ofelia para que sepa que pruebas
tiene que realizar se llama, precisamente, El libro de las encrucijadas.

[7] El fracaso del capitán Vidal está determinado por la obsesión que a su
vez tiene con su propia figura paterna. Según cuenta el falangista en la cena
de bienvenida a Carmen y Ofelia: “Cuando el general Vidal murió, en el campo de
batalla, estrelló el reloj contra el suelo para que mostrara la hora exacta de
su muerte”. Vidal a lo largo de la película mira obsesivamente su reloj para
poder hacer exactamente lo mismo que su padre.

[8] Joseph Campbell, op. cit., p.
72.
Recordemos que la película empieza con la imagen de
Ofelia falleciendo y concluye cuando ingresa a su “nuevo mundo”.

[9] Ortiz-Osés, Andrés, “El laberinto y el alma”…, p. 89.

[10] Ibidem, p. 94.

[11] Andrés Ortiz-Osés, “Mitologías culturales”…, pp. 47-48.

[12] Ibidem, p. 48