Por Julio César Durán Vargas

Crítica 2 de 3 (Escrita durante el seminario)


El primer plano que vemos es uno que captura el mar en toda su amplitud, su sonido y movimientos constantes con algunas aves que se distinguen diminutas frente a él. Parece una invitación abierta a algo que conoceremos durante el filme, la contemplación de la libertad quizá. Comenzamos con el elemento natural y su aparente infinitud hasta que un paneo nos da el choque con la áspera realidad de las fronteras: el muro que divide dos tierras y que incluso se extiende hasta sus mares. Quedamos entonces, atrapados.
El ritmo parsimonioso pero regular de las mareas, encerradas entre los barrotes fronterizos por supuesto, continuarán y darán tono al segundo largometraje de José Luis Valle titulado “Workers” (2012), quien tras realizar en 2009 el documental “El milagro del Papa”, vuelve a la pantalla grande con una película de ficción que se toma toda la calma del mundo para mostrarnos las vidas de dos personajes maduros que habitan Tijuana. Rafael, un hombre a punto de la jubilación, y Lidia, la principal empleada doméstica en una casona de clase alta.
“Workers” es una obra que combina la reciente tendencia del cine mexicano cargada hacia la contemplación, con algunos tintes de aquella gran tradición del humor negro. A partir del desesperante día a día de dos personajes comunes y corrientes del México de clase baja, la película construye una narración sencilla que al mismo tiempo posee elementos simbólicos que van apareciendo durante la historia tanto de Rafael como Lidia. El rítmico, aunque lento pasar de las olas continúa en la manera que se desarrollan las medianías en la vida de un empleado de limpieza de la compañía Philips, de quien con la mayor lentitud posible vamos conociendo su carácter y su pasado; con él observamos postales sórdidas del Tijuana contemporáneo a partir de una cámara estática a la par de la ausencia de música que se suple con el sonido directo de las calles con sus habitantes. Igualmente ocurre con la mujer –quien atiende a una anciana moribunda y a una perrita merecedora de todos los lujos posibles– pero en lugar de planos fijos, la paciencia del narrador (el aparáto cinematográfico) se levantará desde movimientos aletargados, lánguidos recorridos en auto, paneos y música puramente incidental.
Con la poca expresividad de Rafael encontramos aquella mencionada contemplación, con ello encontramos un cine desesperante que se alarga demasiado, la monotonía de una vida con no muchas esperanzas bien representada y con interlocutores sin mucho (o nada de) peso dramático. Con Lidia y sus amables maneras, su cariño para con las señoras de la casa (la anciana y su perrita) se verá la parte más desenvuelta del filme, en la que se genera un giro con un conflicto a resolver, en la que aparecen más personajes que van develando mínimas historias propias que a su vez ayudan a conocer la personalidad de la protagonista y su conexión con la contraparte masculina de este filme.
Esta dialéctica, este ir y venir entre las voces principales de la cinta se encuentra armado con una técnica cinematográfica bastante elaborada. El argumento de “Workers”, con todas sus vicisitudes, se antoja verosímil, pero más allá de ello, me parece que la intención del realizador salvadoreño, naturalizado mexicano, es la de conseguir una película naturalista que sí intente reproducir elementos reales sin pretender totalmente alcanzar la realidad misma. Dicho naturalismo es capturado gracias a una sobriedad formal absoluta, que retrata un entorno social específico al que le coloca una atrevida resolución hacia el final.
La ganadora del premio Mezcal en el FICG y el premio a mejor largometraje mexicano en el FICM durante 2013, sí se trata de una película complicada a la hora de enfrentarse con su ritmo y su duración (que tampoco es excesiva), sin embargo contiene el suficiente ingenio como para cerrar de manera redonda y no morir en el intento. José Luis Valle ofrece un filme denso pero lleno de sobriedad que esconde/revela muy bien sus juegos temporales y logra que el espectador participe de la obra mientras intenta escudriñar las ambigüedades que va arrojando desde la pantalla.

 

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