Redacción. Aunque
no se puede decir que el cine nacional haya estado a la altura de este
enorme escritor, han menudeado los acercamientos a sus textos. Su nombre completo fue Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno y
nació en Sayula, Jalisco (aunque también se menciona Apulco, Jalisco,
como el lugar de su nacimiento), el 16 de mayo de 1918. Es padre del cineasta Juan Carlos Rulfo.

Figura
capital de las letras hispanoamericanas del siglo 20, merecedor de todos
los reconocimientos importantes que se entregan en el país, entre ellos
el Premio Nacional de Letras, y de varios de los más prominentes en la
escena internacional, traducido a todas las lenguas cultas y objeto de
innumerables estudios, hizo su aparición en la escena literaria con
diversas colaboraciones aparecidas en la década de los treinta en la
revista Pan, publicada en Guadalajara. 

Autor de dos insuperables
volúmenes de irradiación universal, la novela Pedro Páramo (1953) y el
tomo de cuentos El llano en llamas (1955), estuvo frecuentemente ligado
al cine, pues amén de que participó en la industria, como guionista y
argumentista e, incidentalmente, como actor, sus escritos no han cesado
de ejercer atracción sobre los cineastas nacionales. 

En su filmografía se recuerdan Talpa,
sobre el cuento homónimo, ha sido filmada en dos ocasiones, en 1955, por
Alfredo B. Crevenna, y en 1982, por Gastón T. Melo; El despojo, de
Antonio Reynoso, fue producida en 1960 a partir de un cuento de Rulfo
elaborado durante el rodaje; Paloma herida, de Emilio Indio Fernández,
fue realizada en 1962 y Rulfo figuró como coguionista; El gallo de oro,
de la cual fue argumentista, fue dirigida en 1964, con gran acierto, por
Roberto Gavaldón, quien hizo también la adaptación, con Carlos Fuentes y
Gabriel García Márquez, y otra versión, bajo el título de El imperio de
la fortuna, la llevó a la pantalla Arturo Ripstein en 1985; La fórmula
secreta, insólita, excelente cinta experimental de Rubén Gámez, de 1964,
contó con un texto de Rulfo dicho en off por el poeta Jaime Sabines;
Pedro Páramo, por su parte, ha sido traducido en imágenes fílmicas tres
veces, en 1966, 1976 y 1981, a cargo de Carlos Velo, José Bolaños y
Salvador Sánchez, respectivamente; El rincón de las vírgenes fue
dirigida y adaptada por Alberto Isaac, en 1972, a partir de una versión
libre de los cuentos El día del derrumbe y Anacleto Morones; y ¿No oyes
ladrar los perros?, dirigida por el francés François Reinchenbach en
1974, fue adaptada del cuento homónimo por Carlos Fuentes. Además, Rulfo
hizo un breve papel, como parroquiano de una cantina, en una secuencia
de En este pueblo no hay ladrones (1964), cinta de Alberto Isaac que
ganó el segundo lugar en el Primer Concurso de Cine Experimental,
convocado por el Sindicato de Trabajadores de la Producción
Cinematográfica (STPC), e igualmente se han grabado diversas versiones
televisivas de los cuentos de El llano en llamas. Recientemente, también
se realizó “Purgatorio”, la más reciente película de Roberto Rochín
inspirada en tres relatos de  Rulfo: Juan Rulfo: “Paso del norte”, “Un
pedazo de noche” y “Cleotilde”.

Por otra parte, quizá abrumado
por el peso de la fama y la trascendencia de sus dos libros, no volvió a
publicar sino textos aislados, aunque en sus últimos lustros descubrió y
explotó, también con talento innegable, sus dotes para la fotografía,
mientras trabajaba en diversas dependencias gubernamentales, como el
Instituto Nacional Indigenista (INI). Falleció el 7 de enero de 1986, en
la Ciudad de México. (Bibliografía: Cien años del cine mexicano, U. de Colima-Imcine, 1999)

EN LA FOTO DEL INICIO. Gabriel Figueroa y Juan Rulfo.