* La boca del lobo y A tiro de piedra ganan Las alas de la ciudad

Por Ulises Pérez Mancilla

Este fin de semana concluyó la primera edición del Festival Internacional de Cine de la Ciudad de México, con la película nominada al Oscar 127 días de Danny Boyle y una presentación especial del documental Seguir siendo: Café Tacvba en el Zócalo capitalino. Las alas de la ciudad, pieza de Jorge Marín, le fue otorgada en su sección internacional a la película italiana La boca del lobo (La Bocca del Luppo, Italia, 2009), del director Pietro Marcello. Y en la sección mexicana, a la ópera prima de Sebastián Hiriart, A tiro de piedra, lo mismo que a su actor principal Gabino Rodríguez, con quien también escribió el guión.

Una vez más, se trató de un esfuerzo de difusión cinematográfica que viene a ocupar el lugar del breve pero extrañado FICCO, sin llenar todavía sus zapatos. Siendo este un festival subsidiado por el gobierno del DF, lo primero que quedó en evidencia es por qué el FICCO dejó de ser un negocio para la iniciativa privada y cómo es que ocurrió su ocaso. Salas casi vacías en los Cinemark, contrastaban con las funciones gratuitas abarrotadas, hecho que sólo habla de la lapidaria crisis económica que hay en este momento. Al espectador promedio, ver una película diaria durante toda la semana de la programación internacional (difícilmente con distribución futura en México) le habría costado aproximadamente entre 600 y 700 pesos. Al menos en la sede de Reforma 222, la afluencia subía ligeramente sólo cuando se trataba de títulos que generaban expectación (y que fueron los menos): Balada triste de trompeta, Kynodontas, Trhee, El mar muerto, o la película del invitado de honor Skolimowski presentada por él mismo como “su mejor trabajo hasta el momento”: Essential Killer.

Los retos del FICCM, hoy a cargo de la secretaria de cultura del Distrito Federal Elena Cepeda, serán ampliar los espacios de exhibición gratuita (demandados airadamente en el perfil de Facebook del festival), reajustar sus fechas para no empalmarse con otros festivales de relevancia (Ambulante y el también naciente FICUNAM), organizarse con el tiempo adecuado que amerita un festival del calibre que pretende ser, pero desde luego sobrevivir al fin del sexenio e imponerse como un proyecto que no perderá continuidad, independientemente de qué partido sea el que gobierne a la ciudad en las elecciones por venir.

Esta primera emisión, la programación fue basta pero también variopinta (por ejemplo, sin punto de comparación entre esbozos de película como Labios rojos y La pantera negra, con visionarias y portentosas obras del cine contemporáneo como La boca del lobo y Kynodontas, o títulos que apenas el morbo y la curiosidad valían, tal es el caso de Los dioses rotos o Päeva Lopus). A continuación, una selección arbitraria de lo que fue el menú del Festival:

http://www.cinecritic.biz/es/images/stories/afiches-estrenos/afiches-junio2010/la_bocca_del_lupo.bmp

La boca del lobo. Director: Pietro Marcello. Italia, 2009.
Un hombre sale de la cárcel catorce años después para reencontrarse con el amor de su vida, un transexual que obtuvo las semanas más felices de su existencia mientras lo conoció en prisión. Los limites entre realidad y ficción se desvanecen en este documental que se erige entre una de las más grandes historias de amor jamás contadas en el cine. Los elementos clásicos del documental (entrevistas, material audiovisual de archivo, relato en off) se funden de manera sutil, sensible y genuina con una narrativa también clásica, que desembocan en un final apabullante de hermoso hasta las lágrimas. Película y director ganaron las Alas de la Ciudad, aunque en Berlín de 2010 había ganado ya el premio Caligari y el premio FIPRESCI en Turin de 2009.

Útero. Director: Benedek Fliegauf. Alemania-Hungría-Francia, 2010.
Película de ciencia ficción intimista cuya premisa es perversamente interesante: una mujer (Eva Green) se reencuentra con el amor de su infancia, a quien no ve desde que eran niños, sólo para presenciar su muerte en un accidente de carretera. Su frustración es tal que decide clonarlo y darlo a luz. Sin embargo, los planteamientos éticos altamente inquietantes (una madre criando a un hijo que en realidad es el hombre al que ama, a la expectativa de declararle sus verdaderos sentimientos cuando crezca, en una sociedad abiertamente en contra de la clonación) desmerecen conforme la película avanza para dar cabida a un regodeo estético en torno a un paisaje nórdico y a un impreciso paso del tiempo que luce como un descuido más que como una propuesta global.

Trato especial. Directora: Jeanne Labrune. Francia, 2010.
Isabelle Huppert es una prostituta de alta categoría que está un poco harta de su oficio y busca empezar una terapia para dejarlo, sólo para descubrir que su trabajo se asemeja en muchos sentidos al de los terapeutas. El filme se sostiene en gran parte por el trabajo de Huppert en uno de sus cada vez más y más usuales personajes de sexualidad extrema-diversa (interpretando aquí a una mujer que sobrelleva cada vez con mayor hastío la humillación laboral). De realización formal, el filme construye una seductora y punzante analogía entre la psicología y la prostitución, hasta que se desvía por un final redentor sobre una cadena de favores sospechosamente moralina.

Päeva Lopus. Directora: Maiju Ingman. Estonia, 2009.
Una de las 5 películas que se producen en Estonia al año, según su productor presente en el Festival, y sin embargo, la película es dirigida por una directora finlandesa. A pesar de tener una interesante construcción narrativa a través de cortes elípticos abruptos dentro de una misma escena, la historia en sí es un pasmoso relato sobre un hermano que viaja a su pueblo natal (simbólicamente fantasma) en busca de vender la propiedad que el abuelo heredó tanto a él como a su hermano, pero en realidad se topa con la necesidad de expiar sus culpas con respecto a un pasado aparentemente difuso y el reencuentro con un hábitat a la larga sostenido por recuerdos.

Plan B. Director: Marco Berger. Argentina, 2009.
Participó en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires 2009. Más allá de su premisa sensacionalista (el ex novio de una chica busca al actual novio fingiendo amistad con intenciones poco claras hasta que se enamora de él, poniendo en jaque la sexualidad de ambos) la ópera prima de Berger destaca por rescatar del olvido el descubrimiento de una sexualidad tardía que se mueve entre el resguardo social del closet, la negación y el arrobo absoluto del amor filial. El director fija su juego en un cansado (para bien) juego de seducción no entendida, disfrazada de amistad que los actores Manuel Vugnau y Lucas Ferraro tienen a llevar por muy buen camino. Una ópera prima prometedora con algunos baches de narrativa redundante, que a final de cuentas saca el mejor provecho de sus recursos mínimos.

El mar muerto. Director: Ignacio Ortiz. México, 2010.
Un boxeador migrante del interior de la república a la capital del país (Joaquín Cosio) busca la redención a través del regreso al hogar, luego de una noche trágica, marcada por la transgresión moral de él mismo y otros noctámbulos a su alrededor. Con su tercera película como director, Nacho Ortiz da un aparente giro a su filmografía y traslada sus melodramas de la miseria de Oaxaca a la miseria del Distrito Federal, pero conserva los mismos elementos que han caracterizado su obra sin mucho asomo de novedad. Una película construida a través de actos que se pierden en el entorno y desaprovechan la complejidad de sus personajes, que se desdibujan hasta parecer huérfanos de una película de Arturo Ripstein.

Los dioses rotos. Director: Ernesto Daranas Serrano. Cuba, 2008.
Una telenovela en 35 mm que exagerando con toda la mala leche de por medio, bien podría ser la hipotética biografía sobre el remoto pasado de Niurka y William Levy antes de arribar a México. Barridos de cámara para planos de ubicación con efectos como de El pantera, cover de Alex Sintek (“mis impulsos sobre ti”) como melodía triunfal reiterativa cada que la pareja protagónica se reencuentra, diálogos al más puro estilo de Teresa y un melodrama tramposo que gira en torno a la investigación histórica que realiza una profesora universitaria sobre Alberto Yarini, un proxeneta que controlaba el negocio de la prostitución en la Cuba de principios del siglo XX. La tesis es un pretexto académico de aparente compromiso social para empujar una (mala) versión arrabal de Romeo y Julieta.

The unmaking off. Director: Juan Manuel Chumilla. España, 2010.
Falso documental sobre un equipo de filmación que emprende la búsqueda de otro equipo de filmación cuya película “El infierno prometido” quedó inconclusa tras la desaparición de su director Alex Fortuna, alter ego de Chumilla que como él, estudió en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma; y quien en realidad posee material de una película frustrada en el pasado. De este modo, apoyado por algunos amigos guionistas alrededor del mundo, entre ellos el mexicano Xavier Robles, construye la leyenda alrededor de dicho rodaje y emprende la tarea de documentar la actualidad de los involucrados en aquel entonces, desde actores hasta cabezas de área creativas. La idea es harto original y guiñe un sincero homenaje al género del cine dentro del cine, a pesar de que las imágenes de aquel “infierno prometido” (es decir las reales) parezcan poco ante el tamaño del genio inventado para la figura ficticia del enigmático director.

En lo profundo del bosque. Director: Benoìt Jacquot. Francia, 2010.
Ubicada en 1865, la película explora con dualidad el socialmente incómodo placer de una relación sadomasoquista en una aldea del sur de Francia bajo un contexto de cuento. Timoteo (la portentosa presencia del argentino Nahuel Pérez, protagonista de La sangre brota) es un vagabundo a quien le atribuyen poderes de brujo. Cierto día, finge ser un sordomudo desvalido para inmiscuirse en la casa de un doctor de beneficencia cuyo único interés está en la bella damisela que es su hija (la actriz y también directora Isild Le Besco). Inesperada e intempestivamente, él la viola y emprende camino hacia el bosque, pero ella se empeña en seguirlo. A partir de entonces el espectador es testigo de numerosos abusos a los que la somete bajo la inquietante duda: ¿el brujo la encantó o ella lo sigue por su libre albedrío? Al final, la película sucumbe a empujar la respuesta en los últimos (y fallidos) veinte minutos de la trama, que traicionan toda la inquietante pulsión sexual construida con anterioridad.

Chongqing Blues. Director: Xiaoshuai Wang. China, 2010.
Un relato de redención paternal que recuerda en esencia a Samaria de Kim Ki duk. Aquí, el realizador chino Xiaoshuai Wang (de presencia constante en Cannes y Berlín, donde ya ganó por trabajos anteriores el Premio del Jurado y el Oso de Plata al mejor guión) expone a su personaje principal a descubrir quién era su hijo recientemente asesinado, luego de que lo abandonara 15 años atrás. Bajo un halo de culpabilidad abrumadora, el padre reconstruirá la repercusión de su ausencia en la vida de su hijo mediante entrevistas con su gente cercana y visitas a los lugares que él frecuentaba. Dolorosa apreciación acerca de los alcances emocionales de nuestros actos ante los demás. La película está permeada por un tono melancólico que apela al perdón como única vía para continuar la vida después de la tragedia.

Kinodontas. Director: Yorgos Lanthimos. Grecia, 2009.
Ganó el premio Una cierta mirada en Cannes de 2009, incluso ya se había presentado el año pasado en el DF a través de Distrital sin embargo, este año la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias Cinematográficas la devolvió a la palestra de los reflectores a través de una arriesgada, polémica y aplaudida nominación al Oscar como mejor película extranjera (compitiendo entre otras, con la muy ínfima Biutiful). Lanthinos escribe junto con Efthymis Filippou un guión perfecto que construye un mundo asfixiante con sus propias reglas semióticas, sociales y emocionales, alrededor de una familia a la que el padre no le ha permitido contacto con el mundo exterior (una especie de El castillo de la pureza reloaded) y que él mismo vendrá a poner en jaque cuando comienza la rutina de llevar a una mujer para que el hijo tenga relaciones sexuales con ella. Desconcertantemente inquietante, no sólo por la rudeza con que se desarrolla la trama, sino por su propuesta audiovisual, su atmósfera humillante y su confección de seres dolientemente complejos.

Trhee. Director: Tom Tykwer. Alemania, 2010.
A pesar de sobreponerse hacia el segundo acto, tiene un inicio extraño, especialmente por tropezarse con los tonos, las intenciones y la estructura de una película que el director quiso meter con calzador a su peculiar estilo, aunque en esta ocasión ameritaba tan sólo una narrativa clara y simple en beneficio de su propia historia. Todo comienza con un mal momento en la relación de pareja de Hanna y Simon a través de los años y con impacto emocional que les causa, a cada uno por separado, su encuentro con Adam, quien a través del sexo uno a uno, les devuelve la vitalidad a la postre perdida. Claramente referencial a Teorema de Pasolini, Twyker juega con los sentimientos de sus personajes que, confundidos empero fascinados, buscan conciliar su inesperada forma de vida. La película se presentó en los festivales de Venecia y Toronto el año pasado. 

EN LA FOTO DEL INICIO: Roberto Spinelli

Fotografías FICCM por Alejandro Barragán.

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