Por Jean-Pierre Garcia
Exclusiva desde Cannes
“120 Battements par minute” (“120 latidos al minuto”, 2017) es el tercer largometraje de Robin Campillo, conocido editor y director de varias serie para la television. Este filme, que se presenta dentro de la competencia oficial del Festival de Cannes, nos traslada al inicio de los años noventa cuando se desarrolló en Francia (al igual de lo que sucedió en Estados Unidos) el movimiento Act-Up, que luchó contra el mutismo del pais (y de sus instituciones de gobierno) sobre el drama cotidiano de los seropositivos en Francia.
La película empieza con la llegada de Adan, un nuevo miembro de Act-Up Paris, quién sirve como vehículo para el desarrollo de la trama, la cual tiene buenas dosis de emotividad que lleva hasta las lágrimas y un sentido del humor permanente negro y sarcástico, pero también con esperanzas a pesar de lo que se vive día a día).
El tono general de la película es didáctico pero muy realista y consiguiendo entreverar sus diferentes temas, como el de las relaciones humanas dentro de un grupo de militantes muy comprometidos, o el de las acciones desarrolladas contra los laboratorios farmacéuticos que esconden los resultados de sus ensayos de nuevos medicamentos contra el Sida, o el destino fatal y la muerte de varios de los miembros y del portavoz de Act-Up.
Con esta asignaturas, el director nos introduce directamente a la historia reciente, con energía y mucho humor como ya se dijo. De vez en cuando, la narración ofrecen también convenientes pausas (mediante imágenes y música), necesaria en esta suma de muerte y dramas. Así, la realización mira a sus personajes también cuando se baila o se ríe, y desliza toques poéticos para ir más allá de lo político del asunto.
De cierto modo, “120 latidos por minutos” funciona como un estructura coral, amarrada a la realidad de ayer y también la de hoy. Si el resultado tiene un tono didáctico es debido a que el director quiere hablarle a los jovenes de hoy para que no se olviden de usar condones y de nunca olvidar la amenaza del Sida. También, no de modo accesorio, hace un alegato contra los laboratorios y su perniciosa avaricia.
Sobresalen y quedan grabadas en la mente una secuencia del filme donde se les arroja sangre a los rostros de dirigentes de laboratorios farmacéuticos, imagen simbólica y ataque moral contra aquellos que viven con beneficios enormes a cuestas de los enfermos y de la sociedad.
Sin ser obra maestra, la película de Robin Campillo vale la pena de verse y mostrarse, en especial a los jóvenes.
“120 Battements par minute (120 latidos al minuto)
de Robin Campillo
(Francia, 2017, 143minutos
Competencia oficial