Cinecrítica: “Atrapen al gringo”, la corrupción como estilo de vida

Por Hugo Lara Chávez

El crudo retrato del México sórdido, violento y corrupto no sólo es ámbito exclusivo de los cineastas mexicanos, sino que ha trascendido a Hollywood como escenario recurrente, desde los iniciales westerns del cine mudo a obras indispensables como “The Treasure of Sierra Madre” (1948), de John Huston o “The Wild Bunch” (1969) de Sam Peckinpah. Pero en su fase más reciente ha tomado un nuevo aire desde que narcotraficantes y secuestradores asentaron sus reales en el país, como ya lo muestra Steven Soderbergh en “Traffic” (2000), o Tony Scott en “Man on Fire” (Tony Scott, 2004), a las que ahora se suma la eficaz “Atrapen al gringo” (Get the Gringo, 2012), del debutante Adrian Grunberg, y próximamente “Savages” (2012) de Oliver Stone.

“Atrapen al gringo” es un filme de acción diseñada casi a modo para el estilo de su protagonista Mel Gibson, otrora estrella del cine de acción de los años ochentas y noventas. Filmada mayoritariamente en Veracruz, la cinta narra la odisea de un delincuente gringo que cruza la frontera con un millonario botín que le ha quitado a la mafia, pero es capturado por unos policías mexicanos, quienes le roban el dinero y lo envían a una peculiar cárcel conocida como El Pueblito, donde conviven hacinados delincuentes, mujeres y niños.  El lugar es dominado por un poderoso narcotraficante, Javi (Daniel Giménez Cacho), quien en contubernio con las autoridades, hace su voluntad tanto dentro como fuera de la cárcel. El gringo traba amistad con un astuto niño (Kevin Hernandez) que recibe la protección de Javi, no porque le tenga especial cariño sino porque le servirá como donador de su hígado, dada la muy especial sangre que comparten los dos. Así, el gringo y el niño, junto a la madre de éste (Dolores Heredia), intentarán desafanarse del poder del criminal y al mismo tiempo burlar a la mafia que quiere recuperar el dinero.

El director Grunberg hace un trabajo solvente de puesta de escena

“Atrapen al gringo” es una película de género que responde fielmente a las claves narrativas del cine de acción. Su eficiente guión fue escrito al alimón por Mel Gibson, Adrian Grunberg y Stacy Perskie, y parte de una premisa llamativa y un conflicto moral del personaje central, un antihéroe que entra en el dilema de recuperar su botín o ayudar a un niño, su nuevo amigo, para salvar su vida. Tiene varios momento bien logrados en cuanto a ritmo y tensión, como la persecusión inicial en la línea fronteriza o la secuencia en el quirófano de la cárcel. El filme resulta entretenido a pesar de algunos baches y subtramas enredadas, pero se anota puntos al matizar el tema de la corrupción dejando ver que no es privativa de México, sino también de Estados Unidos.

El director Grunberg hace un trabajo solvente de puesta de escena, pues comprende con claridad que es fundamental darle consistencia a los ambientes y veracidad a sus actores. Con esta noción, usa la estridente música de banda o compone cuadros sobrecargados del presidio mexicano que, en efecto, parece un barrio popular sobrepoblado como hay muchos en este país. Además, el director se permite guiños sobre la idiosincrasia mexicana, como el sentido de familia y fraternidad que predica el villano. Y Grunberg lo hace con conocimiento de los ambientes mexicanos, ademas de un buen sentido del ritmo, pues en su filmografía como asistente de director y director de segunda unidad figuran cintas como las yas mencionadas “Traffic” y “Men onf Fire”, además de “Amores perros” (Alejandro González Iñárritu, 2000); “Frida” (Julie Taymor, 2002); “Conejo en la Luna” (Jorge Ramírez Suárez, 2004) y “Apocalypto” (Mel Gisbon, 2006).

Asimismo, el director se apoya en el reparto compuesto por destacados actores del cine nacional, encabezados por Dolores Heredia y Giménez Cacho como un convincente traficante de drogas, así como Jesús Ochoa que interpreta a su hermano, y Roberto Sosa, como el primo de ambos. Igualmente aparecen Mario Zaragoza, Gerardo Taracena, Gustavo Sánchez Parra y Tenoch Huerta, entre otros.

Mel Gibson es una estrella de Hollywood caída en desgracia. Sus escándalos que lo catalogaron como antisemita, le hizo ganarse la animadversión de muchos ejecutivos de Hollywood, históricamente dominada por la comunidad judía. Tanto así que “Atrapen al gringo” ni siquiera fue estrenada en las salas de Estados Unidos, sino salió directamente en video, a pesar de que Gibson gozan del crédito como ganador del Oscar por  “Braveheart” (1995).

Por Hugo Lara Chávez

Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.