Por Samuel Lagunas
En su libro sobre historia de la animación titulado “Magia en movimiento” (2010), Vivienne Barry define la animación como “la sutil diferencia que hay entre un cuadro y otro y sólo depende del animador”. El recorrido de Barry da cuenta de la variedad de materiales que las y los animadores han empleado en sus cortometrajes y largometrajes: desde los alfileres hasta las técnicas digitales. Ello no es gratuito ya que Barry (Providencia, 1953), en su trabajo creativo, se ha preocupado no sólo por contar historias sino por contarlas con el material adecuado.
En su cuarto corto “Como alitas de chincol” (2002), Barry realiza una de las primeras reflexiones animadas sobre el golpe de estado efectuado por las Fuerzas Armadas el 11 de septiembre de 1973 en contra de Salvador Allende. Barry no se sitúa desde la posición de la artista forzada al exilio (ella, como muchos otros animadores chilenos, se refugió en Dresde, Alemania, experiencia que representa en su corto “Nostalgia de Dresde” [1991]): en cambio, Barry opta por recuperar la historia de las arpilleras que se opusieron decididamente a la dictadura de Pinochet plasmando en sus tapetes bordados la historia “desde abajo”, siguiendo el término de Hosbawm. Muchos de sus esposos fueron desaparecidos y asesinados, sus casos fueron invisibilizados y desoídos por el sistema judicial. Las mujeres comenzaron a manifestarse sin conseguir alguna respuesta. Ya sabían a lo que se enfrentaban. Para contar su historia se valieron de lo más inmediato y lo más propio: su trabajo. Encarcelamientos, bombardeos, saqueos, despojos, torturas, todo ello quedaría documentado en los tapetes que bordaban y lograban enviar al extranjero para ser vendidos. El terror y el sufrimiento no podían encarnarse de un modo más explícito.
Cerca del año 2000, cuando Barry visitó los talleres de las arpilleras, supo que sería inútil intentar contar la historia con otro material que no fuese el suyo: hilos y telas: la materia de sus recuerdos. Así, las arpilleras de Peñalolén recrearon los tapetes que bordaron 30 años atrás y, acompañadas por Barry, contaron en 10 minutos una historia de represión y resistencia, de dolor pero también de esperanza. Acompañada por los recuerdos de la misma Barry (el sonido de los helicópteros sobre su cabeza) y por la canción de Víctor Jara “Angelita Huenumán”, “Como alitas de chincol” se convierte en uno de los cortometrajes indispensables para acercarnos a la memoria del golpe del 73, corto que, en su materialidad, nos recuerda que el arte puede ser, hoy todavía, uno de los pocos espacios de libertad.
Ficha técnica:
Título original: Como alitas de chincol. Año: 2002. Duración: 10 min. País: Chile Dirección/Guin/Montaje: Vivienne Barry. Producción: Artemia Ediciones. Música: Humberto Onetto (II). Fotografía: Iván Roa.