Por Pedro Paunero

En “Arritmia” (2019), dirigida por Gibrán Bazán, se nos cuenta la historia de un hombre, Karl (Fernando Sarfatti) que, literalmente, sigue el “llamado” de su corazón, hasta encontrar el motivo final que le otorgue significado a su vida.

Karl, tras una cita con el médico, se entera que padece un mal cardíaco, la arritmia del título que, como era de esperarse, lo obsesiona diariamente. Da en deambular por las nocturnas calles de París, peligrosamente, exponiéndose al tráfico y a los elementos, para volver a casa e intentar conciliar, sin éxito, el sueño.

Tras ser intervenido quirúrgicamente, una noche, escuchando el desacompasado ritmo de su corazón, empieza a escribir en una hoja de papel la cantidad de latidos. Entonces tiene la luminosa idea de convertirlos en coordenadas geográficas a través del motor de búsqueda de Google, hasta que este le señala un lugar de Sicilia, al cual se dirige sin más, de buenas a primeras, sin reparar en lo que, a todas luces, parecería un proceder absurdo, temerario y suicida, de no ser porque, adivinamos, ahí encontrará algo que ni él mismo sabe qué es a ciencia cierta. De esta forma y, prácticamente sin decir ¡agua va! deja a Abril (Patricia Schiavo), su esposa, y emprende camino de ese llamado.

Esta premisa fantástica, que carece de originalidad -la isla, el misterio que caracteriza la búsqueda por parte de un personaje, la revelación epifánica y hasta el impulso de muerte, que jalonan entre el Eros y el Tánatos al viajero-, se ha contado antes, y de manera más significativa, en películas como “La hora del lobo” (Vargtimmen, 1968), de Ingmar Bergman, “La isla de Arturo” (L’isola di Arturo,1962), de Damiano Damiani y en las historias de peregrinos, acuciados por un profundo dolor interior, que emprenden el viaje último de sus vidas.

Una vez que arriba a la isla, tanto él como el resto de los personajes se moverán en paisajes naturales y urbanos que recuerdan las pinturas metafísicas de Giorgio de Chirico, y de cuya arquitectura, ya sea preservada o arruinada, la cámara enamorada no podrá deshacerse, planeando sobre el suelo o llevada en mano, a través de su geografía, lo que amenaza todo el filme con un exceso de escenas preciosistas -que saturarán al espectador-, y que resultan alargadas en demasía, como para rellenar una historia en realidad simple, donde sobra más de un personaje -sus actos y acciones bien pudieron ser realizadas por otro personaje-, cuya ausencia no hubiéramos echado de menos y que no cumplen un papel significativo en el avance de la historia.

Karl echa a andar y localiza un faro -o una torre semi derruida, pues los términos “faro” y “torre”, se usan indistintamente en el filme- donde vive Ada (Valentina Buzurro), acompañada por su padrastro golpeador, Guido (Salvatore Nocera), con fama de borracho y bravucón. Ada entabla una amistad con Karl, que lo pone sobre aviso de su pasado, suponiendo que podría ser la hija que tuvo con Eva (Zaida Villegas Siciliano), en sus tiempos de estudiante, a quien conocemos por fotografías pues, un día, hubo desaparecido misteriosamente.

La elección de la música es uno de los grandes aciertos de la película, con la inclusión de composiciones del maestro medieval Perotín el Grande, e interpretados por  el cantante, actor de teatro y músico terapeuta Raffaele Schiavo quien, como expresa uno de los personajes en un meloso arrebato, “canta como los ángeles”.

“Arritmia” se presentó, en una fecha anterior a la pandemia, en el Festival de Taormina, filmándose en París, y en históricas locaciones de Agrigento y Siracusa.

Pasa por ser, orgullosamente, la primera producción entre México y Sicilia y, a pesar de esos excesos y detalles técnicos señalados -que resultan nimios, en conjunto-, al final resulta una cinta entrañable, pletórica de lirismo encantador, que no se olvida fácilmente.

Arritmia (Arrhythmia, 2019).

México (coproducción Sicilia, Italia). Duración: 110 min Diálogos e idioma: Italiano, subtítulos español / inglés. CRÉDITOS: Compañía Productora: Marsash Cinema SA de CV Porcentajes: 100% Distribución: Marsash Cinema SA de CV. Dirección: Gibrán Bazán. Guión: Gibrán Bazá.n Productores ejecutivos: Gibrán Bazán, Giovanni Buzzurro, Claudia Lara Baeza, Irving Rosette Fotografía: Ingmar Montes Segunda unidad de cámara: Gibrán Bazán. Sonido directo: Luis Chapz. Diseñador de sonido: Luis Meza y Fernando Meza. Música: Giovanni Buzzurro, Fernando Meza, Rafaelle Schiavo. Edición: Gibrán Bazán y Francisco Escobar García. Coordinación de Producción: Claudia Lara Baeza, Antonella Crapanzano .Arte y vestuario: Jocelyn Arellano. Postproductor: Gibrán Bazán. Fotos Fijas: Gibrán Bazán. Reparto (nombre del personaje y nombre del actor): Karl – Fernando Sarfati Ada – Valentina Buzzurro Guido – Salvatore Nocera Bracco Abril – Patrizia Schiavo Mila – Brigitte Beltrán Jean – Yollotl Manzur Cantante – Rafaelle Schiavo Pedro – Diego Bazán Maria – Elba Mendoza Eva – Zai Villegas.

Por Pedro Paunero

Pedro Paunero. Tuxpan, Veracruz, 1973. Cuentista, novelista, ensayista y crítico de cine. Pionero del Steampunk y Weird West. Colabora con diversos medios nacionales e internacionales. Votante extranjero de los Golden Globe Awards desde 2022.