Por Hugo Lara

“El último bar” (The Old Oak, 2023) la película más reciente de Ken Loach, nos introduce a un pueblo minero de la zona de Durham, en el norte de Inglaterra, cuya prosperidad ha quedado atrás y donde la llegada de inmigrantes sirios despiertan incomodidad y animadversión entre algunos pobladores. Los aldeanos mayores se refugian en la taberna “El Viejo Roble”, donde mascullen quejas de esta  novedosa situación, pero el propietario del establecimiento, T.J. Ballantyn (Dave Turner) siente empatía por la nueva gente. Así, se relaciona con una joven siria, Yara (Ebla Mari), aficionada a la fotografía y con quien inicia una relación amistosa que poco a poco irá transformando la atmósfera del pub y del pueblo completo.

Loach es un veterano y fecundo cineasta cuya filmografía —que en el tiempo ya supera media centuria— necesariamente está vinculada con el retrato del individuo común y corriente en su hábitat, siempre sobre el mundo de las luchas sociales, los obreros y las clases desposeídas, desde sus obras más tempranas como “Kes” (1969) hasta las más significativas y galardonadas, como “Riff-Raff” (1991), “Carla’s Song” (1996) o “Yo, Daniel Blake” (2016), entre muchas otras, que han sido galardonadas en los grandes festivales de cine, como Cannes, Berlín o San Sebastián.

En “El último bar”, Loach construye a sus personajes con fibras llenas de sensibilidad y emotividad. A lo largo de la trama, el director traza diferentes caminos para compenetrarse con ellos. Son personajes que tienen tras de sí historias personales dolorosas, de pérdidas, tanto familiares como de la patria, muy evidente en el caso de los inmigrantes sirios que deben buscar otro hogar para alejarse de la guerra que sufre su país.

El director desliza con habilidad y sutileza varias reflexiones en torno a la condición de los exiliados e inmigrantes, uno de los fenómenos que marca el derrotero del mundo en la actualidad, tanto en Europa como en el resto del mundo, incluso en países como México.

En la película cobran relevancia los personajes que se agrupan en torno a T.J. Ballantyn y a Yara, que generan una inercia positiva no solo en favor de los recién llegados, sino también de los niños y jóvenes que se encuentran en condiciones precarias en su comunidad, para crear un comedor comunitario para el beneficio del pueblo. Por otro lado, está un pequeño grupo de parroquianos del bar que muestran su xenofobia irracional y destructiva, saboteando esta iniciativa que también dinamita viejos lazos de amistad.

La narración está armada sobre la historia íntima de  T.J. Ballantyn y el duelo que vive por su fallecida esposa, quien recobra el sentido por la vida, primero, a raíz del encuentro con su perrita Marra,y luego por la sincera solidaridad para ayudar a la gente del pueblo y los inmigrantes.

Filmada de manera sobria, sin alardes técnicos, “El último bar” transmite con honestidad los sentimientos de esperanza y humanismo que plantea la trama (y que a más de un espectador lleva hasta las lágrimas), como arma posible para imponerse a la decepción, el odio o la hipocresía. Así, hay algunas escenas de gran sencillez pero memorables, como la sesión donde el pueblo disfruta gozosamente la proyección de las fotografías que ha tomado Yara de la gente del pueblo, sonrientes en su cotidianidad, mientras un músico interpreta un tema con una mandolina. Así, “El viejo roble” que representa a la taberna, resulta una alegoría de una naciente convivencia, fuerte y robusta, donde el respeto, la dignidad y el orgullo son las raíces.

Haciendo mancuerna con el guionista Paul Laverty, “El último bar” forma una trilogía sobre la gente del norte de Inglaterra que completan “Yo, Daniel Blake” y “Sorry We Missed You” (2019), en las que los conflictos individuales e ítinimos siempre van de la mano con el contexto social. A sus casi 90 años, Loach ha afirmado que esta será su última película, por lo que resulta en su forma y tono, una suerte de”canto de cisne”. “El último bar” se exhibe en la Cineteca Nacional

El último bar

(The Old Oak, Reino Unido-Francia-Bélgica, 2023, Dur.: 113 mins.)

Director: Ken Loach. Guión: Paul Laverty. Dir. Fotografía: Robbie Ryan  Fotografía: Color  Música original: George Fenton. Edición: Jonathan Morris. Con: Dave Turner (T.J. Ballantyne), Ebla Mari (Yara), Claire Rodgerson (Laura), Trevor Fox (Charlie), Chris McGlade (Vic), Amna Al Ali (Fátima), Debbie Honeywood (Tania), Andy Dawson (Micky).  Productor: Rebecca O’Brien Productora: StudioCanal UK, Sixteen Films, Why Not Productions, BBC Film, Les Films du Fleuve. Distribuidora: Synapse. Clasificación: B.

Por Hugo Lara Chávez

Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.