Por Hugo Lara
La relación entre México y Estados Unidos es como la de un viejo matrimonio que pasa de súbito del amor al odio, una relación siempre compleja y objeto de asuntos profundos y sensibles más allá de la política y el comercio, sino de carácter humano como la migración, que tiene que ver con la identidad, la cultura y los lazos familiares. Solo por mencionar un antecedente: en 1848, cuando México fue despojado de más de la mitad de su territorio por Estados Unidos, hubieron 17 familias de Laredo que cruzaron el Río Bravo para fundar Nuevo Laredo y seguir siendo mexicanos; pero no solo eso: ¡se llevaron a sus muertos para enterrarlos acá!. Esto refleja la carga cultural y de identidad que efervece en la frontera y que, a lo largo de más de siglo y medio, ha permeado a uno y otro lado.
Debe notarse que cada una de las tres historias tiene su propia estética, del dibujo infantil a imágenes de mayor elaboración, lo que entraña un ejercicio de creatividad y de reflexión. La música de Javier Álvarez y el diseño sonoro de Pablo Lach son otros componentes que redondean el planteamiento artístico-narrativo de este relato, apoyado por un personaje que funge como presentador y que hace la introducción a cada episodio.
El formato de documental animado cubre distintos propósitos. A nivel narrativo, hace posible reconstruir historias y anécdotas que no se pueden recrear ni filmar con facilidad y dejar de depender de “cabezas parlantes”, que puede ser monótono para la audiencia. La animación puede convertir los testimonios verbales en imágenes y acciones, es decir, que tengan la viabilidad de verse y sentirse más allá de la voz de los protagonistas. “Home is Somewhere Else” magnifica estas posibilidades.
Otra ventaja del documental animado es la libertad creativa y el gramaje poético que se le aporta. En ese sentido, Villalobos, Hagerman y todo su equipo de animadores, hacen una labor notable en calidad de realizadores, pues encuentran los resquicios apropiados para imaginar y proponer, a veces a través de la metáfora, a veces con base en la crudeza del testimonio directo.
Hagerman ya tiene experiencia como director de documentales que vale la pena ver, como “Vuelve a la vida” (2010), mientras que Villalobos debuta como director de largometraje con “Home is Somewhere Else”, pero tiene una trayectoria importante experimentando con la animación y el cine, por lo que su tenacidad debe saludarse en esta incursión.
“Home is Somewhere Else” nos deja mucho en qué pensar sobre el tema de la migración, un fenómeno de la humanidad que data desde el antiguo momento en que el hombre salió de África para poblar el resto del mundo y que nada va a detener en el futuro, ni fronteras ni muros. Es algo con lo que debemos vivir y, por eso, tratar de entender y ser sensibles, en especial bajo la lógica de que México no solo es país de migrantes, sino que es paso y recibe migrantes en abundancia.
Claro que siempre hay gente necia. Esta semana John Kennedy, senador por Louisiana —que no hay que confundir con John F. Kennedy—, afirmó que sin Estados Unidos, México estaría comiendo comida para gatos. Un comentario así de racista, soberbio y tonto solo refleja lo mucho que debemos seguir discutiendo sobre la migración, para elevar el nivel y alcanzar a comprender con lucidez. En este sentido, “Home is Somewhere Else” aporta su grano de arena que vale oro. Se exhibe actualmente en Cineteca Nacional y otras salas.