Buenos Aires. El actor con más convocatoria de argentina y el realizador, -hijo del genial Tato Bores- que debutó en el cine con La suerte está echada (2007), se aprestan a estrenar en Argentina Un cuento chino (2010). El film reúne a un chino que acaba de perder a su amada aplastada por una vaca que cayó del cielo y a un huraño ferretero ex combatiente de Malvinas, una combinación que dará que hablar.
¿Qué es lo primero que tenés en la cabeza a la hora de encarar una película?
Sebastián Borensztein – Lo primero que surge es el guión, en mi caso lo primero que viene es una historia que considere lo bastante sólida como para salir a tentar voluntades y compromisos de la gente. Sin eso yo no me animó a dar ningún paso. Lo que consolida a una película como tal es una buena historia y un buen guión.
¿Un cuento chino se basa en una historia verdadera?
Sebastián Borensztein – Surge a partir de un hecho real que es que una vaca cayó de un avión y hundió un barco. Ocurrió en el mar del Japón, una vaca fue soltada desde un avión ruso. Se habían robado unas vacas para hacerse un asado y como se les desbarató todo en el vuelo tuvieron que tirarlas y cayeron sobre un barco que se hundió. Yo lo tomó y lo reconvierto. Cuando leí la noticia en el diario se me despertaron un montón de cosas que desencadenaron en esta película.
¿Ricardo, que te interesó de Un cuento chino?
Ricardo Darín – Me interesó mucho que viniera de la mano de Sebastián Borensztein a quien quiero y respeto mucho. Estábamos esperando poder hacer algo juntos y fue realmente una suerte que apareciera este proyecto para poder transitar juntos un género tan poco frecuente.
¿Cuándo comenzó a gestarse el guión ya estaba Ricardo Darín?
Sebastián Borensztein – No ha sido este el caso. Yo al personaje de Roberto (Ricardo Darín) lo escribí sin rostro porque de alguna manera me siento muy identificado con este personaje, me es muy cercano y por eso no necesité ponerle ningún rostro. Cuando el personaje está más lejos de uno esto cambia.
El personaje de Ricardo es un ex combatiente de Malvinas y su forma de actuar está vinculado con las secuelas de la guerra
¿Dónde nace la inquietud de meterse con un tema tan escabroso?
Sebastián Borensztein – Yo soy clase 63 y junto con la 62 fueron las clases que fueron a la guerra. Como tuve amigos personales que pelearon en Malvinas me pegó muy personalmente el tema. Y bueno, estas dos ideas se juntaron y empezaron a escribirse. A veces voy con un plan y sé lo que voy a contar y otras me dejo llevar por la escritura inconsciente que suele ser muy interesante también.
¿Es una tragedia llevada al humor?
Ricardo Darín – Un cuento chino es una historia que está plagada de situaciones complicadas pero esto no quiere decir que no nos permita la oportunidad de transitarlo con cierto humor. El humor no se desprende de situaciones sino de gags colocados y para mí es una gloria poder trabajar en este tipo de registros. Como dice Enrique Pinti, “el humor generalmente nace en el dolor” y si es un axioma que se sostiene a sí mismo esta es una buena oportunidad para demostrarlo.
Hay un intento de conciliar dos culturas
Sebastián Borensztein – Yo no trabajé con esa intención. Trabajé con la intención de crearle al personaje de Darín un golpe emocional fuerte. Es un tipo cuya evolución emocional quedó detenida al regresar de la guerra y solo con un sacudón extremo se lo puede traer de vuelta a la realidad. En ningún momento me planteé hacer un encuentro de culturas ni mucho menos. Busqué las antípodas del personaje pero en el fondo tienen mucho más en común de lo que ellos creen. Pero en estética y en una primera impresión busqué un opuesto.
¿Qué elementos usaste Ricardo para construir un personaje con características tragicómicas?
Ricardo Darín – En realidad estamos asistiendo al padecimiento de alguien por sus características personales y su temperamento pierde la paciencia y no puede soportar una situación así. Es eso lo que nos causa gracia, la acumulación de capas, la situación por la que atraviesa el personaje. La verdad es que soy de los que creen que puestos los personajes en esa línea de trabajo no te tenés que hacer cargo de causar gracia.
Es decir que el humor se lo ponen los espectadores
Ricardo Darín – Uno tiene que ser fiel a la situación y padecer lo que más pueda, el resto lo pone el espectador. Yo creo que la última pincelada a un trabajo la pone el espectador. El espectador no es una presencia necesariamente pasiva. Esta historia tiene tantas interpretaciones como apertura mental tiene quien la vea.
¿El espectador puede incluso darle una lectura que a ustedes se les pasó por alto?
Ricardo Darín – Tuve la oportunidad de hablar con algunas personas que la han visto y nos agregan a nosotros visiones que no teníamos o sensaciones que por ahí los personajes demuestran y nosotros no teníamos calculado. Por ejemplo no sabíamos hasta que punto iba a tener profundidad el plano emocional de esta historia, si bien éramos consciente de eso y no le escapábamos a la responsabilidad de trabajar esa línea no teníamos el rebote. El espectador está cada día más entrenado y profesionalizado. Hoy por hoy puede distinguir entre una serie de variables y ese es muy bueno.