Por José de Jesús Chávez Martínez
“La mujer del puerto”, dirigida por el binomio Arcady Boytler y Rafael J. Sevilla, es una de las obras maestras del cine mexicano que experimenta con un lenguaje cinematográfico ya establecido en el cine mudo y con la entonces naciente sonorización que ya le permite dramatizar con diálogos aún muy teatrales pero de gran alcance lírico. Es de los primeros filmes que dan vigor al cine nacional en los los 30’s y que avizoran su esplendor en las siguientes dos décadas.
En 2024 esta cinta sigue siendo uno de los grandes referentes sobre de la maestría con que en su tiempo combinó varias artes para integrar gradualmente al teatro, a la pintura y a la fotografía en una estética propia. De ahí su importancia como obra capital del cine convertido en arte con personalidad ya establecida. Es decir, es de las primeras películas que sobresalieron en el plano internacional dando un paso adelante, esencial para el cine sonoro, dada su calidad y esencia dramática.
Señala Irving Torres Yllán: “Basada en el cuento “Le Port” de Guy de Maupassant, “La mujer del puerto” es un drama arriesgado no sólo para la época, sino para la actualidad, la historia de una mujer dedicada a la prostitución que descubre que uno de sus clientes es su hermano, lo que le conduce, por lo menos en dos de sus versiones fílmicas a un trágico final”. En efecto, se hicieron dos adaptaciones posteriores, con la misma historia, la de Emilio Gómez Muriel en 1949 y la de Arturo Ripstein en 1995 (ésta, con Damián Alcázar); ambas igualmente de gran calidad.
Cabe reafirmar lo expresado por Irving Torres en el sentido de una temática audaz, para ese entonces, en torno a la prostitución. Es de destacar esa extraña combinación del instinto humano por la experiencia sexual y la poética con que se desarrolla cada encuentro íntimo de la protagonista Rosario (la genial diva Andrea Palma) con cada uno de sus clientes, incluso con su novio antes de dedicarse a la vida galante.
Es uno de los relatos que antecede a algunos melodramas tremendistas de directores contemporáneos a Boytler y Sevilla, como Ismael Rodríguez, Alejandro Galindo, Miguel Zacarías, Emilio Fernández o Alfredo B. Crevenna, que giran en torno a tragedias familiares. Igualmente, aunque con otra estética, al cine de cabareteras o de rumberas, desarrollado en los 40’s y 50’s con películas como “Salón México” (“El Indio” Fernández, 1949) o “Aventurera” (Alberto Gout, 1950).
Cabe señalar que “La mujer del puerto” fue posterior a “Santa” (Antonio Moreno, 1931), la primer película sonorizada en México, que también aborda la infausta vida de otra meretriz. Aunque hay diferencias entre ambas: la relación con los clientes es más intensa con Rosario que con Santa, las respectivas protagonistas. Boytler y Sevilla enfatizan más las escenas de los besos como algo intenso, ensoñador y disfrutable, y el final se distingue por la naturaleza marítima, ruda e implacable, que enmarca los ademanes muy calamitosos con que Rosario se “despide” de su hermano Alberto (el gran Domingo Soler), en uno de los mejores finales de la cinematografía nacional, digno de antología.
Entonces, resulta muy importante recordar en su aniversario 90 a esta obra maestra de tremenda filigrana, aun desde los créditos iniciales, en gran medida por la sensibilidad del ruso Boytler, avecindado en nuestro país y colaborador del prodigioso Serguei Eisenstein, así como la fotografía del joven Alex Phillips (otra gloria de nuestro cine), como uno de los puntales de una década de transición para el cine mexicano, que empezaba a acomodarse y a cimentar una industria que le daría renombre, notoriedad mundial y hasta rentabilidad (como industria, desde luego), en años de gloria irrepetibles hasta la fecha. Vale mucho la pena revisitarla.
País: México. Año: 1934. Dirección: Arcady Boytler, Raphael J. Sevilla. Producción: Servando C. de la Garza. Guion Carlos de Nájera, Antonio Guzmán Aguilera, Antonio Guzmán Aguilera, Raphael J. Sevilla, Lev Tolstoy; basada en “Le Port” de Guy de Maupassant. Música: Manuel Esperón, Max Urban. Sonido: José B. Carles. Maquillaje: Alberto Gout. Fotografía: Alex Phillips. Montaje: José Marino. Distribución: Eurindia Films.