Por Leticia Carrillo


Este miércoles 18 de febrero Mathieu Kassovitz, director de la laureada El odio (1995), Los ríos de color púrpura (2000) y Gothika (2003) impartió una Master Class acerca del proceso para realizar una película, en las instalaciones de la Universidad Iberoamericana dentro del marco del 5º Festival Internacional Universitario de Cine Kinoki.


El director dijo que si hiciera una película en México sobre México la haría sobre los problemas ambientales y financieros, los criminales, la corrupción de la policía y las personas que viven en las calles porque afirmó estar sorprendido por esta situación y que la gente lo vea como algo muy normal.


Sin embargo, después reaccionó: “¿Pero para qué quieren a un francés haciendo películas sobre su país? A mí no me gustaría ver a un mexicano haciendo películas sobre Francia. Recuerdo que cuando ví Man on fire (Tony Scott, 2004) me decía a mí mismo: “seguramente las cosas no son completamente de esa manera”. Ustedes necesitan gente de su país hablando cosas de su país para que le expliquen al mundo cómo es. Nadie más va a venir a decirles cuál es su país”.


También comentó que no puede emitir una opinión acerca del cine mexicano porque lo que ha visto es muy poco en festivales, y en Francia, según él, sólo se estrenan tres películas al año, las cuales no son suficientes para formarse una opinión. Pero dijo sentirse asombrado con los anuncios que, durante sus salidas en México, ha visto acerca de estrenos de películas mexicanas de “las que allá [en Francia] ni nos enteramos”.


“Yo creo que las mejores películas son las que hacen que reacciones ante la vida, como los documentales mexicanos que he visto en el Silver Docs, te ponen la piel chinita. Si esto no fuera necesario, ya tendríamos Batman 1, 2, 3, 4, 5 y 6 y no digo que tengas que ver una película como Amélie y decir: “qué hermoso, esto ha cambiado mi vida”. No, en ese sentido no, las películas para mí deben hablar de la vida que te rodea, cambiar tu perspectiva de las cosas” aseguró Kassovitz.


Acerca de su trabajo como actor, Mathieu Kassovitz expresó que ya no le gusta hacerlo pues es una cosa muy fácil y cada vez se ha alejado más de esa labor, aunque ha aceptado participar en algunas películas por las ganas de aprender de realizadores que están al frente de ellas como Constantin Costa-Gravas, Jean Pierre Jeunet y Steven Spielbergh, quienes lo han dirigido en Amén (2002), Amélie (2001) y Munich (2005), respectivamente.


De éste último reveló que es uno de los cineastas a los que más admira porque: “es muy difícil seguir haciendo cosas interesantes en una carrera tan larga como la suya. Además, él es una persona que no tiene ninguna necesidad y sin embargo, con cada nueva película se cuestiona, se replantea las cosas y siempre está atento a lo que dicen las nuevas generaciones”.


El deseo de trabajar con personas que admira lo llevó a hacer la muy criticada Gothika porque además del “espectáculo de ver a una mujer como Halle Berry”, el productor de la cinta era Joel Silver, “uno de los más importantes de Hollywood, que ha hecho filmes como Depredador (1987), Arma mortal (1987), y The Matrix (1999), una de las películas más increíbles que he visto”.


Por otra parte, Mathieu Kassovitz relató que su filme El odio surgió porque no hay directores franceses que hagan películas sobre las calles y él decidió hacerlo.


Acerca de su forma de abordar el tema de una película comentó: “A mí me gusta ir directo a la acción, no analizar demasiado las cosas, no intelectualizarlas, si algo no te gusta tienes que decirlo. Yo creo que ahí están mi fuerza y poder”.


De manera irónica mencionó que cuando la gente vio El odio muchos decían “qué increíble película” y pensaban, como estaba hecha en blanco y negro, “ésta es una película intelectual”; después de unos años, él les preguntaba a esas personas: “¿te gustó mi última película (Babylon AD) ” y ellos se quedaban callados. Por eso, recomendó tratar de hacer bien las cosas, aprender de los errores, pero sobre todo olvidar el pasado, ya que por no hacerlo, él estuvo a punto de abandonar su carrera en el cine.


Mathieu Kassovitz afirmó no estar de acuerdo con la actual división que se hace de los filmes entre independientes e industriales: “Una película independiente se hace cuando a ti te cuesta dinero, cuando sacas tu dinero del banco, le llamas a unos amigos para que uno sea camarógrafo, otros dos actúen, y no le pagas nada a nadie. En el momento en que ya le estás pagando algo a alguien por su trabajo, ya no se puede decir que una película sea independiente“.


Y fue más allá: “Las películas con apoyos gubernamentales o de otro tipo no son independientes, porque siempre hay un productor detrás que da dinero y por lo tanto, espera verlo de regreso”.


A los alumnos les dijo: “Ustedes tienen todos los elementos para hacer una película; entre ustedes están un productor, un director, un guionista un fotógrafo y actores. Tienen todo, desde el momento en que tienen a profesores que les enseñan cómo hacer las cosas, desde que están en este lugar, esto es lujoso y se ve que ustedes son ricos, hay mucha gente bonita aquí. Va a llegar el momento en que las cosas no sean bonitas como aquí, se van a encontrar en el mundo de la mierda, en donde tendrán que esforzarse mucho por conseguir un trabajo”.


El cineasta le respondió a uno de los asistentes que le preguntó cómo lo podía contactar: “las cosas fáciles son aburridas, te tiene que costar trabajo, haz un guión hermoso y mándamelo, esa es la forma como vas a poder contactarme” luego de lo cual, uno de los presentes le dio un disco compacto con un trabajo suyo, mientras los estudiantes reunidos en el lugar le aplaudían de manera efusiva.


También instó a los productores a no llevar a cabo películas basadas en guiones “que no amen”, ya que desde su perspectiva, el guión es la “Biblia” de una película, la base de un buen filme. “El guión tiene que provocar la emoción para lo que fue creado, si es comedia, la gente tiene que reírse con él o si es de terror, tienes que espantar. Puedo decir que la historia es cerca del 80 o 90 por ciento de la película. Cuando tienes un buen guión el trabajo se convierte en un placer y todas las cosa se dan solas”.


Por último, dijo que dado que el cine es una industria que requiere dinero para realizar los proyectos, el director tiene que hacer equipo con un productor y los dos deben ir por el mismo rumbo.


“Tienes que ser inteligente, aprender a comunicarte y hacer que le guste el proyecto a la gente que pone el dinero. Los productores son muy importantes y tienes que buscar al correcto para hacer tus películas”.