Por Martín Iparraguirre

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¿Qué es el cine? ¿Un modo de narrar el mundo? Una forma de pensarlo quizás, de darle una lógica, de retomar el gran proyecto abandonado por la filosofía e incluirlo en un relato cosmológicamente significativo, en una metafísica ¿O acaso es un modo de explorarlo, de descubrir sus pliegues escondidos, de ir a su encuentro como en la repetida figura del cazador? Quizás sea una forma de reinventarlo también, ¿por qué no?

El autor de esta nota no tiene respuestas concluyentes, pero intuye que el cine puede ser esto y mucho más, como lo sugiere el propio Festival de Mar del Plata. Porque también aquí hay películas que eluden toda categorización y descubren una nueva forma de plantar esas preguntas esenciales, que sonarán solemnes pero siempre están presentes.

“Post tenebras lux” (Competencia Latinoamericana), del mexicano Carlos Reygadas, es una de ellas. Filmada con el conocido virtuosismo formal del director, “Post tenebras lux” (título que remite a un versículo bíblico: “Después de las tinieblas, espero la luz”) es un relato en fuga: sus sentidos no están dados por una historia que los articule, sino que justamente surgen de la incertidumbre, del trabajo del director con la perplejidad, con la cualidad inherente al mundo, su misterio.

Aquí, el objetivo no es narrarlo, más bien se trata de experimentarlo, posiblemente a través de un lente, de una subjetividad en acto en su relación con el objeto de estudio (del director), una familia de clase acomodada (en lo que acaso es una referencia autobiográfica del propio Reygadas). Que la lógica del film sea elusiva no significa que no hable del mundo: “Post tenebras lux” es también un ensayo sobre las relaciones de poder y de clase, atravesadas esencialmente por el dinero. Pero lo más importante no es orquestar un discurso determinado sino sugerirlo, explorarlo, construirlo incluso en pleno desarrollo, en una asociación democrática con el espectador.

Como en “Luz Silenciosa””, el inicio es imponente. Una pequeña niña (hija del propio Reygadas) corretea en un campo de montaña en medio de vacas y perros: lentamente la noche dominará la escena y la oscuridad se impondrá a la belleza del atardecer (que será restablecida por rayos fugaces que quitan el aliento). Ya aquí se insinúa una posición política en la forma, que se repetirá en el resto de la película: Reygadas filma a su protagonista en un ligero picado, en sofisticados planos secuencia que colocan a la cámara apenas por debajo de la altura de la vista de la niña.

Se verá también otra decisión estética, pero de orden narrativo: el plano se distorsiona ligeramente en sus extremos, como si el lente fuera la base de una botella (lo que tal vez insinúe la existencia de una mirada). La segunda secuencia ya será en el interior de una casa y el plano habrá retomado su transparencia original, aunque ahora se verá salir de una pieza a Belcebú (animado con el trazo de un rojo lumínico), que será detectado por un niño y se escabullirá por otra habitación.

Luego la tercera escena mostrará a sus protagonistas centrales, un matrimonio que está amaneciendo (lo que se insinúa la posibilidad del sueño): se trata de una familia de clase media alta, integrada por la niña del inicio, su pequeño hermano y sus padres. Al parecer (según indica el catálogo) se acaban de mudar del DF a ésa zona campestre, a una hermosa casa en medio de la montaña aparentemente en busca de tranquilidad, aunque pronto sabremos que existe una violencia latente, escondida, cuando el padre (Juan) prácticamente mate a golpes a un pequeño cachorro (lo que quedará sutilmente fuera de campo). Juan terminará yendo a un grupo de autoayuda al que asiste uno de sus peones, aunque él entiende que su problema no es la violencia sino cierta adicción a la pornografía; ¿podrá encontrar amistad entre esos obreros empobrecidos?

El tema de “Post tenebras lux” es, sin dudas, las relaciones de clase, la exploración de los vínculos de poder que establece el dinero, y la fantasía de otra relación posible entre sus miembros (que será quebrada por un asesinato). Pero el film introduce el misterio en su montaje, ya que antes se irá a una secuencia en un sauna en Francia, donde una pareja experimentará sexo colectivo, a una fiesta aristocrática familiar, a un partido de rugby de adolescentes ingleses.

¿Qué querrá decir Reygadas con todo esto? Las posibilidades son múltiples, pero vale arriesgar una hipótesis: “Post tenebras lux” es la materialización de una conciencia de clase, de la condición íntima de la burguesía y de sus paranoias. Por eso cobra relevancia la cita que un personaje hace de una idea de Tolstoi sobre el placer de perderlo todo: a alguien le sucederá pronto, aunque antes tendrá la oportunidad de redescubrir la simplicidad del mundo y su vitalidad esencial.