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FFR Bright Future 2011, la sección del Festival de Rotterdam que acoge
primeras y segundas obras de cineastas, ha anunciado la inclusión de
cinco cintas iberoamericanas, de las cuales tres serán estrenos
mundiales absolutos: “Paraísos artificiales”, de la mexicana Yulene
Olaizola; “El invierno de los raros”, de Rodrigo Guerrero (Argentina) y
el documental-diario personal “Color perro que huye”, del
venezolano-español Andrés Duque. A ellas se suman dos films ya
mostrados en sus respectivos países: el argentino “El agua del fin del
mundo”, de Paula Siero, y el colectivo brasileiro “Neverquiet (Film of
Wonders)”, de Felipe Bragança, Marina Meliande, Karim Aïnouz, Ivo Lopes
Araujo, Gustavo Bragança, Helvécio Marins Jr., Clarissa Campolina,
Caetano Gotardo, Raphael Mesquita, Leonardo Levis, Carolina Durão,
Andrea Capella, Marco Dutra y Juliana Rojas.

“Paraísos artificiales”, la primera cinta de ficción de la
documentalista mexicana ganadora de numerosos premios con “Intimidades
de Shakespeare y Victor Hugo”, Yulene Olaizola, trata sobre dos
extraños, una estudiante de biología (Luisa Pardo) y un campesino de 65
años, que comparten a través de las drogas, la búsqueda de un paraíso
infinito que los aleje de las tinieblas de lo cotidiano. Ella viaja a
una playa de Veracruz con la idea de recuperarse de su adicción a la
heroína y él es un lugareño de 65 años que se la pasa fumando
marihuana. Descendiente de vascos, Olaizola alcanzó gran repercusión
para su largo documental, y ahora estrena su primera ficción,
cofinanciada por el Fondo del propio Festival de Rotterdam, el Hubert
Bals.

Protagonizada por Luis Machin, Lautaro Delgado, Paula
Lussi, Elisa Gagliano, Maitén Laguna y Fanny Cittadini, “El invierno de
los raros” es una historia sobre las relaciones interpersonales de 6
personas en una localidad del interior a lo largo de tres días en
invierno. Se trata de la opera prima del cordobés Guerrero.

Tras
un accidente que lo dejo en cama por dos meses, el realizador
venezolano afincado en España Andrés Duque recuperó imágenes y
descartes que venía archivando durante ocho años, y con ellas elaboró
un documental de 70 minutos, íntimo y poético, compuesto por retratos
de amigos, paseos comentados y un viaje a su país natal, donde el caos
impone su atractivo estético.