Por Hugo Lara


De vuelta a los reflectores. El cineasta Jesús Mario Lozano llegó con una nueva película bajo el brazo, Más allá de mí. Se trata del segundo largometraje del regiomontano después de su muy original opera prima, Así, que tuvo un afortunado paso por la Mostra de Venecia en 2005, y que contaba una historia a través de segmentos de 32 segundos que sucedían a la misma hora de diferentes días. Una propuesta audaz e imaginativa.


Una película por otra. Lozano es uno de los pocos cineastas mexicanos que han sido acogidos por ese importante festival italiano, una honra mayor por tratarse de un debutante.


Tras ese inicio, el director puso en marcha una nueva cinta, Al Mar. Sin embargo, por falta de apoyo suficiente, se vio obligado a seguir el plan b: dejar en el cajón ese proyecto y producir una cinta de menor presupuesto, justamente Más allá de mí, realizada al estilo de guerrilla fílmica en formato HD, para ser subido a 35mm.


Hacer mucho con poco. Jesús Mario hizo Más allá de mí con 7 millones de pesos (la mitad de lo que cuesta una película promedio), con locaciones en Monterrey y apoyado por Xul Producciones, la Universidad Autónoma de Nuevo León y Espinazo Films. El reparto lo componen Humberto Busto, Flor Payán, Luis Gerardo Méndez, Fernando Noriega y Cecilia Hernández, además de que cuenta con la participación del cinefotógrafo francés Pierre Stoeber, colaborador de Francois Ozon. La historia trata sobre la forma en que unos desconocidos afectan la vida de tres amigos cuando los reciben en su casa. Con esta segunda obra, los bonos de Lozano subirán y podría estar más cerca de rodar, por fin, Al Mar. Productores, atentos.


Hacen camino en el documental. El documental mexicano se ha convertido en el género más consistente del cine mexicano. A ello han contribuido realizadores como Antonino Isordia, conocido por la cinta 1973, quien ahora ha regresado con un nuevo trabajo Los niños devoran lobos. Isordia recoge en este filme los testimonios de varios jóvenes centroamericano que forman parte de pandillas como la Mara Salvatrucha, cuyas redes se extienden desde Centroamérica hasta los Estados Unidos. El cineasta logra un retrato sobre las paradojas de la violencia, la miseria y las expectativas de sobrevivir. Junto a Isordia, hay que destacar al resto de su crew, y en especial la labor de investigación de Ingrid Rodea, quien contactó en Centroamérica a muchos de los pandilleros que aparecen a cuadro.

Por Hugo Lara Chávez

Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.