Por Jean-Pierre Garcia
Semana Internacional de la Critica
Este primer largometraje introduce a Cesar Acevedo en el círculo muy restringido de los directores seleccionados en Cannes.
Alfonso, un viejo campesino que abandono de joven a su esposa y a su hijo, vuelve a su tierra. Nadie lo espera, nadie tampoco lo desea, salvo su nieto de seis años con quien de modo rápido va compartir mucho cariño. Un cariño que no puede darle a su padre que esta enfermo. Tal como la madre y la abuela que se pasan los días cortando caña pues el hombre de la casa tiene los pulmones muy mal, probablemente a causa del humo de las Cañas que queman antes de la cosecha.
No se trata aquí de un tema miserable, sino de la historia de una familia de pueblo, una familia campesina que ve su mundo tradicional destrozado por los grandes terratenientes. El pasaje de los cultivos diversificados a la monocultura de la caña se muestra peligroso tanto para el equilibrio ecológico como para la personas del campo.
En este background sobrevive o trata de sobrevivir la familia de Alfonso, entre labor penosa y poco pagada, la enfermedad del hijo y el deseo de irse del Cauca esta parte de Colombia en que se desarrolla el film de Cesar Acevedo. Este drama de la cotidianidad vale por la relación que se establece tanto entre los seres y la naturaleza. En planos secuencias muy expresivos medimos la sencillez de sus vidas, el amor a la tierra lo que une a estas personas, amor entre la pareja, amor al nieto pero también el odio de la abuela para su esposo que la abandono hace años. De todo esto sobresale el papel importantísimo de las mujeres en el rescate de las familias frente a los hombres, listos para escaparse en lugar de enfrentar a los terratenientes.
Se puede decir que el primer paso internacional de Cesar Acevedo convence, pues realiza una obra a la vez de tono justo y sencillo, y de mucha emoción y ternura.