Por Jean-Pierre García
En exclusiva desde Cannes
“Sirat”, del franco-español Oliver Laxe (España/Francia), cuenta el viaje de un padre (Sergi López) en busca de Mar, su hija mayor desaparecida hace cinco meses tras una rave en el sur de Marruecos.
Hombre de pocos recursos, viaja con Sebastián, su hijo de doce años. Van como locos de ansiedad, perdidos en un huracán de música electrónica y gente que baila en solitario aunque sea parte de la muchedumbre. Padre e hijo muestran la foto de Mar, preguntando si la han visto. Esas fotos y pocas palabras son su único diálogo con ese mundo. El contraste es enorme: música ultramoderna estallando en plena naturaleza desértica. Cuando los militares llegan para cortar el festejo, los marginales huyen en sus camiones hacia otra fiesta electrónica más lejos, en Mauritania.
Padre e hijo, con su camioneta, se mezclan con la caravana. Se niegan a ver el peligro que les espera en el desierto.
Poco a poco, el viaje se vuelve iniciático. Tanto para el padre como para el hijo. Dejamos atrás el mundo del festejo para entrar en la realidad cruda del desierto.
Laxe impone un ritmo lento. Se toma el tiempo de mirar la naturaleza: ese mundo sin fin de piedras y arena, llanuras secas y montañas. Los pequeños incidentes del viaje le dan cuerpo y permiten entender lo simbólico de la hazaña.
La búsqueda de la hija es un propósito imposible. Revela el abismo entre el universo de la familia abandonada y el deseo de una joven ya adulta. Es en pleno desierto donde entendemos el título: “sirat” es el camino delgado como el filo de una navaja, el que va del paraíso al infierno según la tradición islámica.
El trabajo con la luz es potente y nos salva de los clichés típicos de los paisajes desérticos. Gracias en parte al grano excelente que la película en 16 mm le da a la imagen.
“Sirat” es una de las primeras grandes sorpresas de este inicio de la competencia en el Festival de Cannes 2025.