Por Jean-Pierre García
En exclusiva desde Cannes
Chronique des années de braise (Crónica de los años de brasa)
Mohammed Lakhdar-Hamina | Argelia / 1975 / 177 min
Cannes Classics
Esta película fue un hito en su época (1975): la primera vez que África ganó una Palma de Oro. Los argelinos se enorgullecieron profundamente de este logro, y con razón. Hasta hoy, ninguna otra cinta africana ha alcanzado tal reconocimiento.
La obra comienza en 1939. Ahmed, un campesino pobre, abandona su aldea en busca de una vida mejor en la ciudad. En el camino, se topa con Milhoud, un hombre mitad loco, mitad visionario, quien le anuncia años de miseria e injusticia. A través de Ahmed, la película explora la lucha de una familia por conservar sus tierras. El personaje del poeta demente y sabio —interpretado por el propio director— recorre toda la trama como un hilo conductor.
Crónica de los años de brasa se estructura en seis actos: Los años de ceniza, los años de brasa, los años de fuego, el año del carrito, el año de la carga y el 11 de noviembre de 1954. Lakhdar-Hamina sumerge al espectador en la lucha argelina por recuperar su territorio, indagando en lo más profundo del alma nacional para entender el cuarto de siglo que precedió a la guerra de liberación. Quedan en la memoria la belleza de las imágenes ocres del desierto, la luz sobre los rostros inexpresivos y la fuerza arrolladora de las multitudes en las calles. El director construye un fresco a la vez épico y lírico, marcado por sequías, la batalla por el agua y la resistencia contra una naturaleza hostil —hambre, epidemias como el tifus— donde la revuelta se erige como única salida para los oprimidos, pese a sus consecuencias crueles. Los personajes se despliegan en encuadres suntuosos: tormentas, inundaciones, caballos galopando…
Lakhdar-Hamina reconoce la influencia del naturalismo y el estilo épico de Dovjenko.
Tras su estreno en Argelia, el filme generó controversia por su lirismo audaz. Hoy, es un clásico internacional y un patrimonio atesorado por los argelinos. Con esta obra, el director permitió a su pueblo recuperar sus imágenes y reconquistar sus pantallas. En eso radica la importancia de celebrar los cincuenta años de este pilar del cine africano.