Por José de Jesús Chávez Martínez

La vanguardia soviética de cine mudo fue una corriente que surgió en la década de los 1920’s y se caracterizó por presentar una innovadora mezcla de imágenes que significó un cambio en el montaje convencional. El montaje con fines emotivos, más directo en términos de sentido, lo había desarrollado una década antes el director estadounidense David W. Griffith, así que lo intentado por los cineastas soviéticos buscaba ir más allá de una expresión basada en lo obvio.

Entre los más destacados representantes de la vanguardia soviética figuraron León Kuleschov, Serguei Einsenstein y Dziga Vertov, de quien nos ocuparemos en esta ocasión. Como todas las vanguardias europeas de esa década, la soviética aportó innovaciones estilísticas que habrían de marcar una nueva forma de concatenar imágenes mediante un montaje llamado intelectual, el cual suponía una serie de conceptos derivados de la yuxtaposición de cuadros: dos imágenes yuxtapuestas, dos ideas por lo tanto, darían lugar a un tercer concepto en la mente del espectador.

Tal es el caso de “El hombre de la cámara”. Su director Dziga Vertov promovió en esta obra lo que él llamó el “cine ojo”, es decir, que la cámara tome el lugar del ojo humano para captar diversas impresiones de la realidad, desde el mismo lugar en que podría ver las cosas. En esta cinta hay muchas tomas en lugares diversos y desde donde la lente registra varios aspectos de la vida soviética de aquel entonces en tres temas muy marcados: el trabajo, el entretenimiento y el deporte, complementados con algunos sesgos político-ideológicos con instituciones de gobierno y con las imágenes de Lenin y de Carlos Marx. Igualmente expone el nacimiento, el matrimonio, el divorcio y la muerte.

El montaje del material filmado tendía a promover la participación del espectador al mostrarle ideas de lo que es el estado soviético y sus bondades, y que aquél sacase sus conclusiones propias. Vemos así calles, edificios y personas caminando o en transporte público, en especial usando el tranvía. También se presenta a las clases más pudientes con vestimentas y en vehículos automotores caros (asimismo había clases en la Unión Soviética, desde luego), gente divirtiéndose en playas y bares o mujeres en salones de belleza. En contraparte incluye personas trabajando arduamente en fábricas y minas en un país que se aprecia boyante.

La película comienza con la advertencia de que se trata de un experimento para demostrar un lenguaje auténticamente universal: el lenguaje del cine, algo que todos supuestamente entenderían al verlo, sin guion de por medio; un lenguaje exclusivamente icónico y en movimiento, con significados latentes en cada vínculo de imágenes que por momentos se presentan a un ritmo vertiginoso. Es un documental en otro documental porque se muestran aspectos de la filmación y de la edición, a cargo de Yelizaveta Svílova, esposa de Vertov.

A fin de cuentas, ¿qué logra Vertov con esta obra? Conectar ideas representadas en fotogramas en un discurso amplio mediante la utilización de recursos como los ángulos extremos, la sobreimpresión, los movimientos de cámara audaces y dinámicos, la cámara lenta e incluso la animación a través del stop motion. Por momentos, lo captado parece atrapar al hombre en sus creaciones y mostrarlo esclavizado por la naturaleza a la que explota (las minas, los bosques, las cascadas). En este filme, la cámara misma y las masas son las protagonistas, con la preponderancia de la mujer en las imágenes, dando origen a la vida y siendo parte esencial del proceso productivo y de la cotidianidad en el país.

A la vanguardia soviética se le etiquetó como un cine “al servicio de la revolución” o del triunfante comunismo de entonces. Puede ser, de hecho sí. La revolución bolchevique acababa de triunfar, los zares habían sido derrocados y la conformación de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) recién se había logrado, entonces los cineastas vieron una oportunidad de “hacer socialismo” con la cámara y revolucionar de manera definitiva al cine, aunque las aportaciones de Vertov tendrían que esperar un tiempo para ser valoradas. Posteriormente se consideró a “El hombre de la cámara” una obra maestra, y lo es.

Dirección: Dziga Vértov. Guion: Dziga Vértov. Música: Michael Nyman. Fotografía: Mijaíl Kaufman. Montaje: Yelizaveta Svílova. País: Unión Soviética. Año: 1929. Género: Experimental, Documental. Duración: 68 minutos. Productora: All-Ukrainian Photo-Cinema Administration.
 

Por José de Jesús Chávez Martínez

Comunicólogo egresado de la UAM Xochimilco. Profesor investigador en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Occidente Unidad Culiacán, con las líneas comunicación y educación, y el cine como dispositivo didáctico, de las cuales se han desprendido diversos artículos científicos y tres libros. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Desde 2021 es colaborador de correcamara.com