Por José de Jesús Chávez Martínez

Un evento interestelar que afecta a la Tierra es la premisa que mueve a esta historia. El fenómeno consiste en la “aparición” de un nuevo planeta que deambulaba por el universo y que se acerca a nuestro sistema solar. Pero vayamos por partes, ya que la trama de “Melancolía” (2011), dirigida por el danés Lars von Trier, se divide en dos: Justine y Claire, dos mujeres que son hermanas.

En Justine (Kirsten Dunst), ésta aparece llegando a la recepción de su boda con su esposo Michael (Alexander Skarsgård), una fiesta llena de detalles muy raros, como las desapariciones de Justine, el amarguísimo papelazo de su infumable madre Gaby (Charlotte Rampling) y el intento de camaradería de su padre Dexter (John Hurt). Lo que sobresale en esta historia es la indecisión, los inefables comportamientos y la desesperante melancolía de Justine. Como es de esperarse, la elegante reunión resulta un fiasco y termina con un desangelado “cada quien para su casa”, incluido el nuevo marido.

En la segunda parte de la película, Claire, vemos a Justine de visita en la elegante casa de su hermana, aunque aparece con un grave cuadro depresivo que le impide hacer cosas elementales. Su cuñado John (Kiefer Sutherland) es un aficionado a la astronomía quien descubre que la desaparición de la estrella Antares ha sido más bien eclipsada por el planeta interestelar denominado “Melancolía” (la desaparición de Antares ya había sido advertida por Michael durante la boda). Aunque John había dicho que no colisionaría con la Tierra, Claire empieza a sospechar que el planeta es un peligro latente, por lo que decide buscar en Internet y encuentra que efectivamente “Melancolía” impactará con nuestro mundo. Justine, ya recuperada, asume entonces una actitud de resignación.

El nombre de esta película de primera mano sugiere una historia de una intensa y explícita emotividad, sin embargo no es tanto así. Con un fuerte toque de lo que se podría llamar ciencia ficción especulativa, “Melancolía” aborda la naturaleza humana que choca en varios frentes. Michael, un joven algo apocado pero noble, que está muy contento con su bella esposa Justine; ésta es una pusilánime, aunque esforzada mujer dedicada a la publicidad. Claire es dura de carácter y muestra cierta ecuanimidad en la construcción cotidiana de un hogar muy pudiente, al lado de John y su pequeño hijo. John es un hombre rico, buen padre y entendido en cosas de astronomía.

A estos personajes se agregan Jack (Stelan Skarsgård), el infumable jefe de Justine y el joven y acucioso (aunque ladino) empleado de la agencia publicitaria, Tim (Brady Corbet), obsesionado con Justine desde el primer momento que la vio, en la boda, por cierto. Ya se mencionaron los padres de Claire y Justine, divorciados y obligados a encontrarse de vez en cuando.

Las contradicciones y conflictos que presentan estos protagonistas pueden explicarse por la influencia de los planetas y los astros, aunque suene a superchería, pero también por sus antecedentes que no son muy evidentes en la historia, pero que pueden inferirse: una sociedad decadente del nuevo siglo que sufre la desgracia (o la fortuna) de verse amenazada por otro planeta que llega como castigo o como redención.

Lars von Trier presenta esta obra con un trabajo de producción más amplio, aunque sin abandonar el estilo que impulsó su carrera como cineasta, básicamente el apegado a las reglas del Dogma 95, movimiento vanguardista que fundó con su compatriota y colega, el danés Thomas Vinterberg. La película presenta muchos cortes bruscos semejantes a jump cuts, la cámara en mano muy “temblorosa”, el recurso del zoom de manera repentina y el uso de luz tenue y natural. Sin embargo, también hay planos muy “académicos”, como las tomas panorámicas del campo de golf en la casa John y Claire o las tomas en interiores como el baño o las habitaciones. Destaca así mismo el inicio con cuadros muy logrados y perfectos de lo que aparentan ser sueños de Justine con vestido de novia y el campo de golf surrealista, gracias al excelente trabajo del fotógrafo de origen chileno Manuel Alberto Claro, que ya ha trabajado en otros filmes de von Trier y en otras producciones danesas.

Von Trier logra así una obra interesante y única, cautivadora y reflexiva, con una caterva de seres condenados por su propia y exasperante imperfección (abusan de ello) y por el destino galáctico. Por mí, que viva el Dogma 85.

Melancolía (Melancholia, Dinamarca-Suecia-Francia-Alemania, 2011, Dur.: 136 mins.) Director: Lars von Trier Guión: Lars von Trier. Dir. Fotografía: Manuel Alberto Claro  Fotografía: Color  Edición: Molly M. Stensgaard. Productor: Meta Louise Foldager, Louise Vesth Distribuidora: Zima Entertainment. Clasificación: B-15.

Por José de Jesús Chávez Martínez

Comunicólogo egresado de la UAM Xochimilco. Profesor investigador en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Occidente Unidad Culiacán, con las líneas comunicación y educación, y el cine como dispositivo didáctico, de las cuales se han desprendido diversos artículos científicos y tres libros. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Desde 2021 es colaborador de correcamara.com