Por Déborah Farjí
La vida de una persona se juzga después de su muerte. En el cine se hace lo propio.
¿Qué pasa cuándo una película revela fragmentos que no se resuelven como esperamos? Cuando lo que vemos en pantalla no se nos presenta partidito y en la boca. Cuando el director no es el único que carga con la responsabilidad y la ficción no se acaba cuando se prende la luz de la sala. Cuando las cosas no se descifran para bien o para mal sino que permanecen como suceden, como justa o injustamente puede ser la realidad.
Lo que queda es un continuo repensar de las sospechas y los detalles de 120 minutos y, horas después, seguimos pensando en la película. Buscamos un fin, un no hay más. Sin embargo, cuesta sentir que los hechos no se agotan y los cargamos sin poder –o querer- soltarlos.
Así, Roman Polanski (El pianista, 2001) nos enfrenta una vez más con su última entrega El escritor fantasma, protagonizada por el escocés Ewan McGregor, Pierce Brosnan, Kim Catrall (Sex and the City, 1998-2004) y Olivia Williams (Enseñanza de vida, 2009).
Basado en la novela homónima del escritor inglés Robert Harris, ex periodista de la BBC, el thriller dio al controvertido realizador polaco el premio a mejor director del festival de Berlin 2010. Con la adaptación del mismo Harris y un guión de la mano de Polanski, se presenta una alusión a la función pública del ex primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair (1997-2007), quien metiera a su país en una guerra injusta e impopular.
Adam Lang, protagonizado por el ex agente 007, fue un mandatario sin convicciones políticas, más bien influido por los intereses de su esposa, que se sirvió de sus dotes actorales para llevarlas a cabo. A punto de ser procesado por crímenes de guerra, el político contrata a un escritor fantasma, tras la muerte del antecesor, para redactar sus memorias y convertirlas en un best seller.
McGregor, cuyo personaje carece de nombre propio, no tardará en conocer que a su renombrado cliente se le acusa no sólo de victimario sino de mantener un nexo favorecedor con el gobierno de Estados Unidos, tal como en realidad lo señalara el pacifista Brian Haw, quien desde 2001 se instalara permanentemente frente al parlamento inglés.
Mayormente filmada al norte de Alemania, la cinta recrea la isla de Martha’s Vineyard, al sur de Nueva Inglaterra, el lugar de retiro del político. Un ambiente frío y lluvioso, minimalista y gris, como la casa de Lang y su familia, reducida a lo esencial, despojada de elementos sobrantes. A su vez, la música del francés Alexandre Desplat (Un profeta, 2009) conduce la trama en una tensa calma rodeada de largos ventanales, el temporal, ráfagas y un mar amenazante. Lo anterior se funde con una dirección sobria, actuaciones honestas y discretas, incluyendo a Catrall, quien se aleja por completo del papel que la encasillara como la atrevida Samantha de Sex and the City.
Así, la cinta proyecta la cotidianeidad de manera escalofriante, como los hechos mismos, y pese a dejar varios hilos sueltos, penetra los nervios, mantiene el suspenso, pero sobre todo hace resonar que las circunstancias, muchas veces, escapan a toda premeditación.
El escritor fantasma (The Ghost Write)
Año: 2010 Duración: 128 min. País: Alemania Director: Roman Polanski Guión: Robert Harris, Roman Polanski (novela: Robert Harris) Música: Alexandre Desplat Fotografía: Pawel Edelman Reparto: Ewan McGregor, Pierce Brosnan, Olivia Williams, Kim Cattrall, Tom Wilkinson, Timothy Hutton, James Belushi, Eli Wallach, Robert Pugh Productora: Coproducción Alemania-Francia-Reinoconcordia-USA / RP Films / Medienboard Berlín-Brandenburg / Runteam / Studio Babelsberg / Summit International Género: Thriller, intriga Premios: 2010: Festival de Berlín: Oso de plata al mejor director.
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