Por Jessica Oliva
@Pennyoliva

La lógica narrativa de “Al filo del mañana”, el largo de ciencia ficción bélica de Doug Liman (“Sr. y Sra. Smith”) es exactamente igual al de un videojuego. El poder del “reseteo”, eso que soñamos muchas veces con poseer en nuestro vivir cotidiano–  tan acostumbrado a los botones de “reiniciar” o “deshacer” de las computadora o consolas– se apodera de esta trama de guerreros robotizados. Vive, muere y repite, es su lema. ¿Qué sucedería si, tal como ocurre con nuestros avatares en juegos como Call of Duty o Gears of War, un soldado pudiera vivir una misma batalla una y otra vez?

Basada en la novela gráfica –que no manga– titulada “All you need is kill”, de Hiroshi Sakurazaka, la película transcurre en un solo día o, mejor dicho, se desarrolla a lo largo de decenas de pedacitos de días que, en realidad, son el mismo. Ubicada en un punto indeterminado del futuro, muestra a la humanidad inusualmente unida en contra de un enemigo común: los ‘Mimics’, invasores alienígenas que tienen la apariencia de arañas intergalácticas y la capacidad de manipular el tiempo a su beneficio. El conflicto bélico en el que se sumerge el planeta es –literalmente– una Tercera Guerra Mundial, un enfrentamiento de mundos librado en la Tierra pero que tiene a los humanos con todas las de perder.

Es en este contexto en el que aparece Bill Cage (Tom Cruise), un oficial que pertenece a las fuerzas armadas de Estados Unidos, pero que no es un soldado. Más bien, es el publicista que se encarga de vender la causa bélica y atraer a nuevos reclutas, hasta que un vuelco del destino lo pone en el frente, en medio de un ataque militar que hace referencia al histórico desembarco a Normandía, pasaje clave de la Segunda Guerra Mundial. Una vez ahí, el temeroso novato sufre un encuentro cercano, que le da el poder de reiniciar el día cada vez que es asesinado en combate.

Cierto es que ya hemos visto antes una problemática muy similar. Después de todo, no es nada que Bill Murray no haya experimentado en “Hechizo del tiempo” (1993), cuyo héroe revive el mismo día hasta que su neurosis cede ante la vida. Sin embargo, en esta ocasión, el protagonista no repite una festividad como el Día de la Marmota, sino la batalla decisiva entre intrusos extraterrestres y humanos. Más aún, Cage no se encuentra atrapado en un día que se repite cada vez que se va a dormir: su muerte es la que lo reinicia, como si una mano gigantesca pusiera otra moneda al juego de maquinitas después del famoso “Game Over”.

Así, el problema temporal que dicta la narrativa del filme retoma la experiencia in crescendo del videojuego, que suele progresar conforme el jugador adquiere más habilidades y avanza en la misión. A lado de su compañera de batalla Rita Vrataski (interpretada por Emily Blunt), aprende a usar sus armas, analiza sus errores y avanza hacia el enfrentamiento con el villano final. Todo ello en una serie de secuencias explosivas y excitantes que, aunque se enmarcan en el mismo día y hacen referencia a momentos repetidos, no son reiterativas.

El montaje es una de las armas más fuertes de la cinta, pues nos hace saltar en el tiempo de forma dinámica y ágil, al mismo tiempo que le agrega comicidad a su carácter de ensayo y error. Una de las cualidades distintivas del cine como expresión artística es su capacidad de capturar, acelerar, recrear, comprimir y quitarle pesadez al paso del tiempo (o, en este caso, al no paso del tiempo) y eso es algo que el departamento de edición, a cargo de James Herbert, entendió a la perfección. La aventura de Cage parte de una premisa original, pero que, en manos de una sucesión de tomas lenta o torpe, pudo haberse transformado en una densa letanía de grandes efectos especiales, explosiones, fuego y disparos. Sin embargo, es sorpresivamente inteligente, confía en su audiencia y la hace reír.

Y, finalmente Tom Cruise logra regresar con creces como héroe de acción, algo que no sucedió en su cinta de ciencia ficción anterior, “Oblivion” (Joseph Kosinski, 2013), la cual le hizo honor a su nombre y quedó en el olvido durante el verano fílmico del año pasado. Esta vez, lidera un filme ideal para la temporada, entretenido, emocionante, gracioso, con un final palomero y que vira la atención veranie