Por Andrés Bayona

En “La buena esposa” (The Wofe, 2017), la adaptación del director Björn Runge basada en la novela de Meg Wolitzer, la brillante Glen Close interpreta a Joan Castleman, la esposa del reconocido autor Joe Castleman (Jonathan Pryce), ganador del Premio Nobel de Literatura. Para él, este reconocimiento es mejor que cualquier otra cosa. Incluso, mucho mejor que el sexo que disfruta ocasionalmente por fuera de su matrimonio. Para ella, dicho triunfo despierta una fuerte crisis de identidad y de conciencia, en especial cuando se dirigen a Estocolmo a recibir el galardón. Existe un secreto que intensifica este resentimiento, el cual retrata magistralmente la escritora Jane Anderson, haciendo énfasis en el rol y en el protagonismo de la mujer en 1992.

Sin embargo, es realmente Close quien toma las riendas de “La Buena Esposa”  gracias a su poderosa actuación, la cual es una suma de múltiples detalles visuales y de lenguaje no verbal. Como espectadores, no estamos seguros acerca de los sentimientos de Joan; sin embargo, mientras se desarrolla la historia, entendemos sus frustraciones y empatizamos con ella.

Runge nos presenta algunos flashbacks que arrancan en 1958, con el propósito de darle, aún más, profundidad al personaje de Close en su adolescencia (esta vez, interpretado por su hija Annie Starke). En dichos saltos de tiempo, “La Buena Esposa” nos muestra a Joan como a una talentosa escritora, quien tomaba una de las clases dictadas por Joe. Entonces, ¿qué le ocurrió a esta excepcional e inteligente mujer? “Mi esposa no es una escritora”, dice Joe en el presente a los medios de comunicación, mientras su esposa lo contempla desde una esquina.

Para intensificar el incómodo ambiente, no falta la sugerencia sexista del comité del Nobel a Joan, pidiéndole unirse al grupo de esposas de otros ganadores del prestigioso premio para irse a una expedición de compras. Para completar, también veremos a una seductora fotógrafa a quien asignaron para estar pendiente de Joe. Entonces, ¿por qué esta mujer sigue casada con este narcisista? Porque hay hijos en la familia, por supuesto: Susannah (Alix Wilton Regan), actualmente embarazada, y David (Max Iron), quien sigue esperando a que su padre le dé el espaldarazo necesario para salir adelante en su carrera como escritor.

Pero los motivos de Joan para ser una buena esposa son mucho más profundos, y es precisamente el libreto el que se rehúsa a revelarlos por medio de diálogos. No es necesario. Todo lo que necesita el espectador saber acerca de Joan se descubre gracias a la actuación de Close. Su mirada, gestos y señales son suficientes para conectar con ella.

No la llamen “víctima”. Joan es muy clara al decir que no es la idiota de nadie. Nos lo hace saber en una escena en particular en la que tiene una conversación con un escritor (Christian Slater), quien prepara una biografía, sin censura, del aclamado novelista sin tener, precisamente, su consentimiento. Llegando a su recta final, “La Buena Esposa” nos presenta una perfecta resolución que dejará completamente satisfecha a su audiencia. Esta es, indudablemente, una de las mejores películas del año.

Título original: The Wife: 100 minutos. Dirección: Björn Runge. Guion: Jane Anderson. Basada en el la novela de: Meg Wolitzer. Música: Jocelyn Pook. Fotografía: Ulf Brantås. Reparto: Glenn Close, Jonathan Pryce, Christian Slater, Max Irons, Annie Starke, Harry Lloyd, Karin Franz Korlof.