Por Javier Tapia Sierra.
En 1987 Marlee Matlin ganó el Oscar como mejor actriz protagónica por su trabajo en la cinta “Children of a lesser God”. La actriz, que ha sido sorda desde los 18 meses, logró darle notoriedad a una afectación que se explora poco en el mapa cinematográfico: la sordera. Con excepción de algunas películas, entre ellas el notable documental de Nicholas Philibert de 1992 “Le Pays des sourds”, la sordera es tratada y reflejada en pantalla como con un velo tejido por la caridad y la lastima, a menudo las personas sordas son mostrada como clichés andantes con poca profundidad psicológica y emocional.
Bajo este contexto el director ucraniano Myroslav Slaboshpytskiy, con su debut en largometraje “La tribu” se atreve a crear una película empleando en su totalidad el lenguaje de señas, sin ningún tipo de música con una historia compleja y cruda sobre la violencia que existe en el microcosmos de un internado especial para sordos, dejando de lado esa falsa compasión que muchos filmes explotan y mostrándonos seres humanos que son dolorosamente reales.
El reto que el cineasta se propuso no era nada sencillo. Por un lado, mantener la fuerza en un relato en dónde todo debe entenderse sin la necesidad de palabras y por el otro mostrarnos los efectos de la violencia institucional dentro de la realidad ucraniana, empleando personajes con los cuales el espectador a menudo es forzado a tener empatía. Las historias en las que algún personaje es afectado por la enfermedad, sufre del deterioro del cuerpo o condiciones que limitan las capacidades sean físicas o mentales, de forma insistente emplean técnicas manipuladoras para lograr cierta dosis de optimismo, funcionando algunas veces y siendo una broma de mal gusto la mayoría del tiempo. Slaboshpytskiy, con un estilo realista y seco nos muestra una realidad menos pintada de rosa y más exacta a la vida cotidiana de muchas personas afectadas por la sordera y más importante afectadas por la indiferencia.
El director nos sumerge dentro del internado con una mirada atenta y meticulosa en la vida de los estudiantes, jóvenes a punto de entrar en la adultez y que se encuentran perdidos en una espiral ascendente de crueldad en dónde la dignidad humana se ve rebajada a una mera posibilidad tras varias experiencia en dónde sólo queda la lucha por la sobrevivencia, una ley del más fuerte en dónde se demuestra que en un sistema carnívoro y caníbal no queda el más bravo ni el más listo, solamente despojos de lo que en algún momento tuvo humanidad.
Y tras esa mirada sórdida se encuentra un director talentoso que no tiene empacho en mostrar la violencia de la forma más realista posible sin caer en excesos o darnos un mensaje moral, el ucraniano parece decirnos que del sonido y la furia sólo queda la furia en un país donde la muerte ronda en cada esquina. El azul y amarillo ucraniano se encuentran manchados de sangre y las víctimas más golpeadas son los vulnerables que viven aislados en una institución que se supone debía arroparlos y cuidarlos ante el mundo. “La tribu” es una película que puede fascinar a aquellos dispuestos a entrar en un mundo donde el silencio más profundo es que el que cada uno lleva muy adentro.
La tribu
(Plemya, Ucrania-Países Bajos, 2014, 132 mins.)
Director: Miroslav Slaboshpitsky. Guión: Miroslav Slaboshpitsky. Con: Grigoriy Fesenko (Serguéi), Yana Novikova (Ana), Rosa Babiy, Alexander Dsiadevich, Yaroslav Biletsky, Ivan Tishko, Alexander Osadchiy, Alexander Sidelnikov, Alexander Panivan . Productor: Miroslav Slaboshpitsky. Distribuidora: MV Films. Clasificación: C.