Por José de Jesús Chávez Martínez

Hay algunas películas de terror que se salvan o son salvadas por quien haya podido rescatarlas de los clichés y de las fórmulas agotadas. Zombies por aquí, la bruja por allá o el demonio por acullá, entre otros seres paranormales, son el recurso temático de varias producciones recientes que intentan impactar a las audiencias y lo logran, pero gracias a un modelo retroactivo que se acepta sin chistar.

Ari Aster está haciendo ruido en este género y ha comenzado con dos películas que han sido bien recibidas por la crítica: “Hereditary” y “Midsomar” (2019). He de confesar que no he visto la segunda, lo cual espero hacer en la primera oportunidad que tenga y, por lo tanto, me ocuparé de la primera, que aún sigue disponible en la plataforma de Netflix.

¿Quién es Ari Aster? Un novel director apasionado desde niño por el género que ha explorado en sus primeras dos obras de largometraje. “Hereditary” (conocida como “El legado del diablo” en México) se enfoca en una familia que enfrenta la muerte de la abuela Ellen Taper (Kathleen Chalfant), madre de Annie (Toni Collette, conocida por “Sexto sentido”, de Night Shyamalan, 1999) y se descubre que ambas tuvieron una relación difícil. Annie vive con su esposo Steve (Gabriel Byrne), su hijo Peter (Alex Wolff) y su hija menor Charlie (Milly Shapiro).

A la muerte de Ellen, Annie acude a un grupo de recuperación emocional a la vez que va descubriendo que su madre era más rara de lo que pensaba, pues quería que Charlie fuera varón. Aquí ya empezamos a sospechar. Después, por alguna razón inesperada, Annie le pide fervientemente a Peter que asista a una fiesta de adolescentes y se haga acompañar de Charlie, lo cual resulta fatal, ya que la pequeña muere en un accidente en la carretera cuando ambos volvían de la reunión en la que la niña no quería estar luego de sentirse mal por comer pastel con nueces. Su muerte es espantosa y abre otra sospecha.

Peter y Annie se distancian, la madre dolida no encuentra consuelo pero acepta la ayuda de Joan (Ann Dowd), una mujer del grupo de autoayuda que le confiesa haber perdido a su nieto y que sin embargo lo contacta mediante una sesión espiritista. Annie se convence ante tal demostración de reunión en el más allá e intenta lo mismo con el escéptico Steve y con Peter. Eso parece resultar en el enganche con cierto demonio, el segundo rey de los infiernos: Paimon.

El joven realizador Aster demuestra su pasión por el género de su predilección, pero es tal su ánimo que juega, a lo Welles, con la narrativa visual: elipsis toscas, colores aplicados de manera sutil en lugares y partes del cuerpo impensadas, enfoques/desenfoques y tomas muy abiertas en momentos álgidos, entre otros. Probablemente también se haya inspirado en los fantasmas grotescos y chocarreros de Sam Raimi, esos que en el filme se aparecen para venerar al demonio referido, y cuando Annie se torna definitivamente en un peligro para la familia volando y trepando paredes todo por andar buscando en lo que estaba metida su madre, la abuela del clan. En esto ultimo se nota la referencia a Polanski.

También el juguetón Aster hace recordar a David Lynch y sus vueltas a lo inesperado en el límite de la lógica, mas luego recurre a la “conciencia normal” cuando Annie explica a Steve lo que está pasando con lo cual también nos hace el favor para entender la historia de mejor manera. Igualmente se toma libertades en la burda exposición de cadáveres y de partes de estos, sugiriendo quizás a David Cronenberg.

Finalmente, los actores le ayudan en ésta, su primera misión con el horror. No en balde Byrne y Collette participaron como productores ejecutivos, pero no solo eso. Collette luce horrorosa e ingenuamente bella, mientras el experimentado Byrne seduce con su personaje impasible, incrédulo y racional. Lo mismo el joven Wolff y la entonces debutante Shapiro, quienes dotan de un indescifrable candor grotesco a sus respectivos papeles. Por ello, esta obra refresca en buena medida a un género que nunca ha sido fácil. Aster es un profano sin duda con ese final que puede quedar para la antología, recordando (intencionalmente o no) a Torombolo, el amigo de Archie. Como ya se dijo, aún está en Netflix y vale la pena.

Título original: Hereditary. País: Estados Unidos: Año: 2018. Dirección: Ari Aster. Producción: Kevin Frakes, Lars Knudsen, Buddy Patrick. Guion: Ari Aster. Montaje: Jennifer Lame, Lucian Johnston. Fotografía: Pawel Pogorzelski. Productores ejecutivos: Ryan Kreston, Jonathan Gardner, Toni Collette, Gabriel Byrne. Productoras: PalmStar Media, Finch Entertainment, Windy Hill Pictures. Distribución: Vertigo Media. Intérpretes: Toni Collette, Gabriel Byrne, Alex Wolff, Milly Shapiro, Ann Dowd, Kathleen Chalfant, Christy Summerhays, Morgan Lund, Jarrod Phillips, Bus Riley, Austin R. Grant.
 

Por José de Jesús Chávez Martínez

Comunicólogo egresado de la UAM Xochimilco. Profesor investigador en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Occidente Unidad Culiacán, con las líneas comunicación y educación, y el cine como dispositivo didáctico, de las cuales se han desprendido diversos artículos científicos y tres libros. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Desde 2021 es colaborador de correcamara.com