Por Lorena Loeza

Ni cómo negar que hoy por hoy, Donald Trump es el personaje de moda, ya sea para bien o para mal. El ascenso del empresario desde agente inmobiliario hasta llegar a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, pareciera una historia conocida por todas y todos, porque sucedió prácticamente frente a nuestros ojos.

Trump, el hijo de un conocido empresario inmobiliario, desde joven fue asiduo a las fiestas y lugares frecuentados por la élite, además de que sus andanzas y ocurrencias, eran parte del material favorito de las revistas de chismes y notas de escándalos.

Pero definitivamente, a pesar de ser una persona tan mediática, hay aspectos de su vida que es necesario analizar más de cerca, sobre todo pensando en que influyeron en su personalidad actual e incluso, explican algunas de las conductas conservadoras radicales que tienen al mundo tan atemorizado en la actualidad.

Uno de ellos, es la controvertida relación entre el conocido abogado Roy Cohn – interpretado magistralmente en la cinta por Jeremy Strong- y un joven y ambicioso Donald Trump – papel a cargo de Sebastian Stan- que encuentra en Cohn una especie de mentor.

Y digo una especie de mentor, porque al final es difícil entender quien termina por guiar a quien y hacia dónde. Se trata de una relación tan retorcida y oscura en la que el aprendiz no sólo supera al maestro, sino que lo reduce hasta casi desvanecerlo sin mostrar un mínimo de agradecimiento o empatía – palabra que por cierto nos queda claro, Donald Trump no conoce-.

Las decisiones creativas del director Ali Abbasi, conducen a la construcción de una narración compleja que rebasa el hecho anecdótico que se esperaría de una biopic tradicional, para convertirse en una fábula oscura y siniestra basada en hechos reales.

Abbasi va mostrando la transformación de los personajes de manera paulatina, en un ritmo constante. No entendemos bien a bien cómo, o en qué momento Cohn logra que el ingenuo Trump se convierta en el político sin escrúpulos que esperaba lograr con su asesoría. Sin embargo, este cazador de presas indefensas para moldear a su imagen y semejanza, termina por conocer el lado más oscuro de sus propias enseñanzas en carne propia, para sorpresa y decepción incluso de él mismo.

Es más que interesante, porque al final, estas personas con sus defectos y virtudes no son así, como producto de sus vivencias, reflexiones o pensamientos ideológicos. Son así porque el sistema los crea, recrea y una vez encumbrados y habiendo servido para lo que tenían que servir, los abandona sin miramientos.

Resulta escalofriante, además, identificar el origen de las políticas actuales de Donald Trump y su siniestro origen, incluso el de su famoso slogan “Hagamos a América grande otra vez” o bien, el de su desconfianza hacia las personas migrantes, afroamericanas, homosexuales o latinas.

La cinta, ambientada en los años 70, es fiel al contexto. Muy ilustrativo y hasta cierto punto profético, que inicie con un segmento del conocido discurso de Nixon antes de su dimisión como presidente. Después de eso, nos ubica en ese momento en el que Trump se convertíría en el empresario favorito de la nación, debido a su “empuje” y “visión”, un auténtico héroe del capitalismo occidental.

Por aquellas fechas en las que se narra la película, inicia la construcción de la Trump Tower, un proyecto faraónico desarrollado en un momento difícil para la ciudad de Nueva York; se casa con Ivana Trump y siente fascinación por la manera en que Crohn le enseña a utilizar el sistema a su favor para conseguir prácticamente cualquier cosa.

Y esta es quizás la parte más impactante del relato: reconocer que una persona como Trump, o Crohn no inventaron las reglas del juego, solamente se vieron hábiles para utilizarlas. Además hay una profunda reflexión, acerca de que el sistema que ayudaste a construir también puede volverse contra ti, porque ninguna debilidad es admitida en este juego de poder y ambiciones.

Personalmente, me pareció interesante cómo la cinta empieza contándonos acerca de esta alianza, que más que trabajo en equipo, parece un pacto con el diablo. Trump es caracterizado por un ingenuo Fausto, dispuesto a obedecer las estrategias más agresivas a cambio de poder e influencia. Sin embargo, al final no es tan claro, saber quién hizo el pacto con qué. El ingenuo se vuelve verdugo, la víctima termina siendo victimario. Y al final, el diablo como siempre está en los detalles,