Por Ali López.
Tras varios meses de la trágica muerte de Ellison Oswalt (Ethan Hawke), su anónimo compañero, y ahora ex oficial de la policía, interpretado por James Ransone, busca evitar que los asesinatos causados por la maldición de Bughuul se sigan perpetuando. Todo parece ir a pedir de boca, hasta que, huyendo de un fallido matrimonio, Courtney (Shannyn Sossamon) y sus dos hijos se instalan en una casa dónde sucedió un tremendo asesinato producido por el demonio. Mientras ella intenta rehacer su vida, y los niños luchan contra fantasmas internos y externos, el ex oficial buscará la manera de salvar sus vidas.
“Siniestro 2” (Sinister 2, Ciarán Foy-USA-2015) tiene un gran problema, su misterio está resuelto aún antes de iniciar la película. Buscando ser sólo una extensión de su primera parte, “Siniestro” (Sinister, Scott Derrickson-USA, Canadá, UK-2012), ésta aporta muy poca a su propia mitología. Comete los mis errores que la primera entrega, y sí, tiene los mismos aciertos, pero al ser tan poco original, por momentos, parece ser una caricatura más que una segunda parte.
Bughuul o el Boogieman sorprendió a pocos desde un principio, con esa estética de miembro de una manda de nü metal más que de demonio arcano. Ahora, ese aspecto se vuelve mucho menos escabroso, pues aunque sus apariciones son más frecuentes, estas son escuetas; se le comienza a perder poco a poco el respeto, y el misterio que género en la primera parte se va por completo. Sabemos quién es y cómo actúa, sabemos lo que vendrá después de cada una de sus apariciones, y el momento en que saltará de las sombras para asustarnos. El suspenso se esfumó en este guion, lo que le daba a la primera entrega una fuerte columna, para partir de ahí crear una interesante historia, aquí no se encuentra. Es sólo un suceso tras otro, sin hilo conductor, sin nada que nos atrape y sin algo que logre realmente causar escozor. Por supuesto que están los gritos, y los sustos, pues como buena casa del espanto “Siniestro 2” es una fábrica de gritos, de brincoteos; faltó el contenido.
La cinta es una casa de los sustos, una montaña rusa, donde es imposible no gritar
El héroe que nos guía en este camino es uno poco común; es más bien débil y miedoso, poco atractivo, pero héroe a fin y al cabo. Con este personaje se logran varios momentos de interesante empatía. Su poca habilidad seduce, su miedo atrapa; como el Shaggy de Scooby doo, nos divierte. Y aunque su curva dramática está bien justificada, la subtrama amorosa en la que se ve envuelto sobra, y pesar de no ser tan evidente este romance, su presencia evidencia los vacíos de la trama misma; se tuvo que rellenar los huecos con lo que fuera.
Además del demonio principal, un séquito de niños macabros son los responsables de llevarnos por el camino del terror. Niños que muestran sus asesinatos, y que buscan recabar nuevos miembros. Otras oquedades, las muertes de estos infantes no son más que minutos en donde no se logró colocar algo que ayudara a la historia, y de ser la parte grotesca y fuerte de la trama, se vuelven secuencias sosas y repetitivas. Ni siquiera los guiños a otras tantas cintas de horror son capaces de salvar lo que sucedió con “Siniestro 2”
Como o dije, la cinta es una casa de los sustos, una montaña rusa, donde es imposible no gritar, no sentir el estómago revuelto, y no adquirir un poco de adrenalina, pero no va más allá de un momento. Las segundas partes nunca han sido buenas, aquí se confirma la sentencia.