Por Manuel Cruz

Lo sutil da preludio a la tensión. Es un acto y consecuencia que no solo opera en la narrativa de “Una joven y bella esposa”, también da sentido y perspectiva a su controversial temática: cuando el afamado profesor Ilan Ben-Nathan (Yossi Pollak) descubre de bruces la infidelidad de su esposa Naomi (Melanie Peres), no puede hacer poco más que observar. Su madre (Orna Porat) insiste en que lo deje ir, a riesgo de perder su matrimonio si la confronta. En su mente, tenía que pasar: Naomi tiene 28 años y él, por lo menos 60. Pero la idea – y todo lo que conlleva – es demasiado fuerte para no hacer algo al respecto. Siempre se debe tomar acción.

A fin de cuentas, esa es la gran lección del amor: está para quedarse. La obsesión histórica de las alianzas y bodas es poco más que un proceso de confirmación: hasta hace poco tiempo, aquello de “hasta que la muerte los separe” era para tomarse en serio, en las buenas o en las malas. Pero la pregunta más interesante en el caso de Ilan es: ¿para qué? Su vida con Naomi es absolutamente rutinaria, y eso no parece representar un gran conflicto. ¿La permanencia del amor esta verdaderamente relacionada con el sentimiento, o responde a un deber perverso de dejar las cosas como están, sólo porque sí? Es una pregunta que ronda alrededor de esta cinta, cuya tensión dramática cae a cuentagotas muy precisas, dominada por la extraordinarias actuaciones de Pollak y Peres, con Porat añadiendo risas muy ingeniosas. Frente a la infidelidad, no son personajes que recurren a los discursos y el escándalo, algo común en las representaciones ficticias de este conflicto, y potencialmente real. Los hechos son algo más frío, y el excelente guión de Edna Mazia funciona creando anticipación.

“Una joven y bella esposa” es un thriller sutil, repleto de giros y vueltas que no se mencionan a riesgo de arruinar la trama, pero que sin duda dejará a los espectadores ansiosos por conocer su final. A un nivel más profundo, es un estudio muy profundo del amor, aquel pequeño tema que parece tener obsesionado al planeta casi desde su origen, y que muchos creerían tener asegurado mediante anillos, casas, e hijos. Finalmente, como dice Ilan en un momento de la cinta: “aquel que no conozca el amor verdadero podría seguir diciendo que no existe”.

Se encuentra exhibida en la Cineteca Nacional.

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