Mexicanos por el mundo. Toma 2: “Los cuates de Australia”, de Everardo González, en el 14 Festival de documental de Tesalónica.
Por Fernando Moreno “El More”
Una de las cosas más interesantes de un festival de cine tiene que ver con la programación de las películas y con el modo en el que los responsables de las proyecciones las acomodan a lo largo de la semana. Si bien desconozco la existencia de un manual o alguna receta secreta para hacerlo, lo que sí sé es que misteriosamente siempre me queda la impresión de que día a día la calidad va mejorando conforme el certamen se acerca al final.
Justo en la recta final de Tesalónica este año, y sin duda entre las mejores películas del festival, está “Los cuates de Australia” de Everardo González que se proyectó en el teatro Olimpión a las 15:45 hora local.
Resultado del trabajo de más de tres años de rodaje y con el nombre del rancho en Coahuila donde fue filmado como título (nombre tan interesante como enigmático, nos enteraremos en la cinta que nadie en la comunidad recuerda porqué se llama así ) “Los cuates” es una muestra clara de que todo lo bueno lleva tiempo.
Responsable de una exitosa trayectoria que arrancó en el largometraje con el pie derecho en “La Canción del Pulque” y confirmó talento y oficio en la divertida “Los ladrones viejos” y la profunda “El cielo abierto”, González demuestra una vez más porqué su nombre es una referencia en cuanto a documentales mexicanos.
“Los cuates…” es, ante todo, un proyecto de largo aliento. De ahí su manera de contar una historia que tiene que ver más con saber observar y guardar silencio que con hablar o buscar acciones gratuitas.
Entonces, si ponemos atención somos testigos de como no llueve en una comunidad ganadera donde casi todo depende del agua. Mientras se va secando la poza asistimos a la escuela, la clínica, el corral y las carreras parejeras. Conocemos a los niños y ancianos del pueblo mientras rondan por ahí coyotes y zopilotes. Vemos a un caballo montar a su yegua poco antes de que un becerro sea sacrificado el día de un bautizo.
La vida pasa y se cumplen los ciclos de manera natural, sin exageraciones ni grandilocuencia.
El pueblo entero se muda cuando la sequía se los impone sin que eso implique tragedia o melodrama.Y es justo en eso, en esa naturalidad y cercanía que descansa el principal acierto de los mucho que tiene la película. En la madurez y paciencia que reflejan los planos de una fotografía brillante que se aleja del preciosismo y se pone al servicio del relato.En la mano firme de un director que aprendió a esperar de quienes han hecho de ello un modo de vida.
Al final la paciencia tiene su premio. Los pequeños pleitos infantiles se resuelven y el abandono de la comunidad se resuelve meteorológicamente como ha sucedido antes tantas veces.Un embarazo de alto riesgo llega a buen término y todo parece volver a empezar.La tormenta llega.
En tiempos en los que la sociedad civil se moviliza para ayudar a los Tarahumaras y se habla de la peor sequía en muchos años el cine tiene mucho que decir.Una película como “Los cuates de Australia” cuyo proyecto nació hace 4años demuestra que lo verdaderamente importante está más allá de lo inmediato.A veces el cine, cuando es realmente bueno, resulta útil y pertinente.De ahí el merecido e irrefutable triunfo de la cinta en Guadalajara y de todos los reconocimientos que le faltan por ganar.
Saludos desde Grecia.
El More
@elmoremoreno conduce El cine y… en Ibero 90.9 y da clases en la Ibero
Everardo González y la traductora en Tesalónica.
González demuestra una vez más porqué su nombre es una referencia en cuanto a documentales mexicanos