Parte III/Última


Por Carlos Arturo Flores Villela


Antes de comenzar debemos dejar en claro que el Indio no se oponía a la existencia del machismo, para él, en su peculiar visión del mundo, el machismo es una especie de fuerza cósmica, integrante del ser nacional: A Edmundo Domínguez Aragonés le dice: “El día que le quiten ese espíritu al mexicano, que es lo único que nos hace sobrevivir y aceptar todo lo demás, es como castrarlo. Prefiero que haya machos y no maricones”. Más bien pensamos que la visión, siempre de él, sobre lo que debía ser un macho es lo que declaró en una entrevista: “A mí me encanta el hombre, yo admiro al hombre. A mí me parece ¡hermosos! Un hombre valiente como dicen. Hay una frase: un hombre muy cabal, frase del Norte: respetuoso, trabajador, jamás piensa ni siquiera cometer un abuso con nadie y al mismo tiempo no dejarse, y sobre todo las virtudes de ser honrado, pobre pero honrado, esas es una frase muy del Norte, y muy de hombre”.


Dejado en claro lo anterior, entremos en materia. La encarnación de la Patria , la profesora Rosaura Salazar llega al pueblo de Río Escondido enviada en misión especial por el propio presidente de la República. Nada más llegar tiene su primer choque con el presidente municipal del lugar, Regino Sandoval-“el terror encarnado en cacique” – quien se encuentra maltratando a su potro Chasco que le ha hecho caer. Ante el reclamo de ella, está a punto de golpearla pero se contiene. Cuando la maestra le comunica que es enviada del presidente, Regino le responde “No hay niñas presidente que yo”. Gracias a una epidemia e viruelas y al chantaje que el médico-enviado a otro pueblo también en misión especial-le hace al enfermo Regino, la escuela es reabierta. Inician clases los niños que la maestra adopta al morir la madre en la epidemia, y los hijos de los indígenas del pueblo, empieza hablando sobre Juárez quien se “enfrentó a los malos mexicanos”.


Regino, por los comentarios de sus subordinados, cae en cuenta que Rosaura es más bella que su actual concubina, Merceditas, la maestra que había sido enviada con anterioridad al pueblo, y decide deshacerse de la segunda y ofrecerle la casa de ésta a Rosaura. Cuando la maestra descubre el ardid, indignada le dice “Ha pisoteado usted todas las virtudes que eran la fuerza de México. Y sólo faltaba esto pisotear el respeto que se debe a una mujer…¡qué bajo hemos caído!”. Rosaura regresa a la .escuela y ante la mirada suplicante del cacique lo denuncia ante sus alumnos con su discurso similar, en vez de ser ejemplo ponen por delante. “sus mezquinas ambiciones y sus más bestiales instintos… pretende llevarme a mí como si fuera la más baja de todas las mujeres, sin embargo, este señor, como todos sus compañeros bárbaros de la República se equivocaron esta vez”.


Borracho Regino, busca el apoyo del sacerdote, pero este ya ha sido rehabilitado por la Patria (Rosaura). Regino, como ave de mal agüero, nada más toca la fuente que abastece al pueblo y ésta deja de manar. Don Regino, quien acapara, en el aljibe de su casa, la única agua que hay en el pueblo y que jamás ha realizado trabajos para sacar a luz al río subterráneo que le da nombre al pueblo, amenaza a todos sus habitantes con matar al que se atreva a tomar su agua. Uno de los niños adoptados por la profesora, roba agua y es muerto a balazos por el cacique. Durante el velorio, Regino se emborracha y dice a sus secuaces que va a violar a la maestra y que luego se las deja a ellos y “ya verán como después viene a pedirme de rodillas que la agarre de querida”. Rosaura lo mata con la pistola que le había dejado el médico y muere, pues siempre ha estado enferma del corazón, no sin antes avisar por correo al presidente sobre su misión y recibir la respuesta de éste.


En Pueblerina, después de pasar seis años en prisión, Aurelio regresa a su pueblo y a sus tierras. Es recibido por los hermanos Julio y Ramiro González, antiguos amigos de él, lo amenazan para que se vaya del lugar. Aurelio dice que ya pago su culpa, que no guarda rencor que regresa a trabajar. Nos enteramos que el motivo de la amenaza es que Julio abusó de Paloma, la novia de Aurelio. Éste solo quiere casarse con ella. Paloma avergonzada lo rehuye. Aurelio se entera que Paloma tiene un hijo, y a pesar de eso, insiste en casarse con ella. Como prueba de ello, cuando se entera del que niño está enfermo, manda de su parte al médico.


Al llegar la fiesta del pueblo Aurelio derrota en todos los juegos a Julio, quien termina perdiendo su caballo el Chasco en la carrera de navajas . Con el dinero obtenido durante las fiestas, Paloma y Aurelio se casan e invitan a todo el pueblo a su fiesta. Sin embargo, nadie llega, pues han sido amenazados por los hermanos caciques. Aurelio, Paloma y el niño trabajan sus tierras, cuando llega la época de cosecha, Aurelio decide venderla lejos del pueblo, a la reguladora. Como el mal ejemplo no puede cundir amenazan al delegado, amigo tanto de Aurelio como de los caciques. Así, convence a Aurelio de abandonar el pueblo. Los caciques se enteran por medio de un subordinado y deciden esperarlo a la salida del pueblo. Se da el duelo final, y alejándose de la tormenta que se avecina, Aurelio reinicia el camino con su familia.


A diferencia don Damián y Genovevo de la Garza, la perversidad de Regino Sandoval puede inscribirse en el afán de dominio, de posesión más allá de todo límite, posee las tierras, el agua, el poder político, la comercialización de las cobijas que elaboran sus “indios”, es decir, hasta las personas le pertenecen. Por eso don Marcelino (El gran Nanche Arozamena) le dice a Rosaura: “Don Regino no es un cristiano niña, es una fiera pior que los animales dañeros del monte. A mi hijo me lo mató hace un año. Vino el pobrecito a hacer su servicio social para ser doctor”.


Así pues, lo que no obtiene Regino Sandoval, lo destruye. Por eso sus secuaces, en una pelea por ser el más lambiscón le dicen: “El más macho de todos los machos”; “No hay más ley que la de mi jefe”, “No hay más Dios que mi jefe”. El problema es que Regino pudo haberles dicho a sus secuaces, parodiando al Quijote: Muchachos con la Patria hemos topado y dejémosla en paz. El personaje de Rosaura, podríamos decir que es un arquetipo construido por los hombres: La Patria es célibe y, por tanto, rechaza a todos los hombres, y si llega a ser madre es porque adopta a los desamparados, como Rosaura, al adoptar a los niños huérfanos, simbólicamente adoptara a todo el pueblo. Por eso su destino, señalado desde el inicio del filme es la muerte, pues la Patria solo muere en aras de sus hijos.


Por otro lado, cuando rechaza frente a frente a Regino afuera de la casa que éste le propone compartir y, luego lo expone, ante sus alumnos: en vez de ser ejemplo, como funcionario que es, es un ejemplo de un mal hombre, de un “bárbaro” como lo define Rosaura ante al alumnado. Es en síntesis mal macho mexicano . De aquí que el corolario del discurso sobre Juárez de haber enfrentado a los malos mexicanos, a los que ya no se puede convencer de cambiar, de redimirse, sea la respuesta de Ponciano Tetelqui (el niño, Ismael Pérez) “Pos se los quiebra, ¿verdad señorita?” Lo que acepta la profesora, como una opción “poca bárbara, pero que a veces se hace necesaria”. Por eso el final de Regino Sandoval, a manos de Fuenteojevuna-Río Escondido.


En Pueblerina nos encontramos con el enfrentamiento de la visión de Emilio Fernández sobre lo que es un buen macho, contra los malos machos representados por los caciques González. Este par, al igual que Regino Sandoval, inscriben su maldad en su afán de dominio. Son los únicos comercializadores del pulque y el maíz que se produce en la región y, desde luego, los dueños de las mejores tierras. Y si no tienen poder de dominio sobre Aurelio, es porque éste, sin ser de su misma condición, es un pequeño agricultor con las tierras suficientes para ser independiente. De aquí que antiguamente Julio fuera el mejor amigo de Aurelio.


Por eso el enfrentamiento que mantienen a lo largo de la cinta se da en el terreno de la hombría, que en el caso de Emilio Fernández, no es otra cosa que ver quién es más macho. A lo largo de la película Julio se siente burlado en su hombría por eso cuando reta al pueblo le dice: “Ya oyeron a esos dos se la tengo jurada y al que se traté con ellos lo consideraré mi enemigo y que se atenga a las consecuencias”. Como buen macho que se cree, Julio, prácticamente reta a muerte a todo los hombres del pueblo. Así también, cuando el delegado Rómulo (Manuel Dondé) le hacer ver que no puede legalmente reclamar a su hijo, y menos cuando nunca ha sido capaz de ver por él. Julio le replica “Estas son cosas de hombres. Allá ti si te metes entre las patas de los caballos”. Por ese mismo machismo, Ramiro decide acompañar a su hermano Julio a enfrentar a Aurelio.


Esta actitud se contrapone con lo que Froylán (Agustín Fernández) le dice a Aurelio, cuando éste llega a la feria y le comenta que necesita mucho dinero para casarse con Paloma: “¿Cásarte con Paloma?. Palabra que eres muy macho hermano, vuelves a ser el mismo de antes”. Queda claro que Aurelio siempre ha tenido hombría de bien, siempre ha sido un buen macho. Pero donde verdaderamente destaca esto el Indio es en todas los acercamientos de Aurelio a Paloma, en no escuchar nunca los lamentos autoflaglatorios de ella “Quieres mancharte tú también” “A cada palabra que dices no deja de gritarme que soy una mujer manchada”. Esta obsesión de Paloma con la mancha, con la impureza, es la obsesión con el pecado. Pero Aurelio, que es buen macho, comprende que ella no es responsable por esto, Aurelio aceptan sin condiciones al hijo de Paloma, y siempre que este lo llama papá, le corresponde, le recíproco al llamarlo hijo.


En el duelo final, inevitablemente tiene que triunfar el buen macho sobre los malos machos, que aparte de ser esto, no ayudan al progreso del país.


Conclusiones.


Si el núcleo primordial de la construcción melodramática de Emilio Indio Fernández en las películas del período 1943-1948, es el amor contrariado, desgraciado, imposible, siempre obstaculizado por alguna u otra razón, el tema que hemos tratado de analizar radicaría en lo que él mismo Fernández señala sobre la subtesis de sus obras: “La subtesis sería aquella historia que se deriva de la tesis, siguiendo el ejemplo anterior lo que surge a través de la vida de estos personajes que se ven victimados por otros personajes: no viven su vida como pajaritos sino que son provocados a desviarse a sufrir y entonces esa subtesis puede ser más fuerte que la tesis….son elementos para dramatizar la situación”.


El melodrama trágico es el vehículo que le funciona mejor al realizador para desarrollar su estilo, sus temas, sus tesis y subtesis. Sin embargo, en las películas que hemos intentado analizar, el tema del mal encarnado en los personajes estereotipados que hemos visto, da poco espacio, por su misma estereotipia, para encontrarles matices. En prácticamente, todos los casos, el incremento de las agresiones que realizan obedece a que prestan oídos a los otros personajes en discordia: Lupe en María Candelaria, las reconvenciones del cabo Mendoza, los comentarios, siempre impertinentes, de los secuaces de Regino Sandoval, a l información permanente que reciben de su empleado los hermanos González. Son, en este sentido, siervos de sus cómplices o de sus supuestos aliados (Lupe).


Si los agrupamos en dos conjuntos, los racistas y los malos machos, fue por las características que cada uno manifestaba como personaje con respecto al mundo en que fue ubicado. Y en este camino quisiera señalar que en el caso de María Candelaria y Maclovia, las comunidades indígenas que el Indio, aparentemente tanto aprecia no están exentas de una actitud malvada, pues al cerrarse sobre sí mismas, niegan la reciprocidad debida al mundo exterior, pues la reciprocidad “ frecuentemente requiere nada menos que una ruptura con las normas acostumbradas”. Por eso el que apedreen a María e intenten a ser lo mismo con Maclovia, no sólo cae dentro de la intolerancia, sino también en los caminos del pecado, del mal hecho a otro semejante.


Es cierto que las cintas que hemos revisado se inscriben en el marco general de tensión entre modernidad y tradición, en que se desenvuelven los melodramas trágicos de Fernández, pero el tema del mal que hemos tratado de analizar, por desgracia, queda encerrado en los fuertes estereotipos con que el Indio y Magdaleno construyeron estos personajes. De aquí, que en torno al racismo y al machismo malo, de mala hombría, no se pase más allá del límite de la denuncia, pues como bien dice Rozado: “Puede percibirse con cierta facilidad en la composición de sus films esa tensión desfasante entre la forma de discurrir apegado a la tradición y la predilección de la arenga ilusionista; pero dicha tensión es equívoca porque el Indio jamás incursionó en la elaboración crítica”. Sin embargo, no dudo, que el Indio se sintiera orgulloso por haber denostado esos males en las películas de las que hemos hablado.


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