Es leyenda. El adiós a Richard Matheson
 
Por Pedro Paunero
 
Ha muerto Richard Matheson (1926-2013), autor clásico cuyo nombre está inscrito en el “Salón de la Fama de la Ciencia Ficción”, guionista notable de Hollywood y para la mundialmente famosa “Twilight Zone” (aka “Dimensión Desconocida”) de Rod Serling; uno más de los grandes escritores del género fantástico que nos ha dejado (recuérdese el reciente fallecimiento de Ray Bradbury) que trabajó para el cine y la televisión con ideas que acompañaron la imaginería popular desde la segunda mitad del Siglo XX e influyeron en otros reconocidos autores como Stephen King a quien a principios de su carrera se identificaba como a un heredero de Matheson.
 
En 2007, en una entrevista para CinemaSpy, Richard Matheson dijo:
 
“Creo que anhelamos algo más allá en el día a día. No creo en lo sobrenatural, creo en lo supranormal. Para mí esto no va contra la naturaleza. Si parece incomprensible es sólo porque no hemos sido capaces de entenderlo todavía”. 
 
La obra de Matheson se caracterizó precisamente por eso. Sus personajes son gente normal que se ve inmersa en una situación sumamente extraña. Así Scott Carey, el protagonista de su novela “El hombre menguante” (1956), se ve víctima de una niebla anómala en alta mar que cubre su yate y baña su cuerpo (una metáfora distinta de las tratadas por el cine sobre el tema de la radiación atómica) y va empequeñeciéndose día a día. En esta obra el autor incluye también referencias sexuales que bien pueden leerse como una alegoría de la mujer liberada de los años 50´s (1). Mientras el hombre empequeñece su impulso genésico se conserva y dos metros de terreno se convierten en territorio para la aventura dónde las mascotas, las arañas, los objetos cotidianos, se transforman en depredadores y trampas. Sin embargo, este ser condenado a desaparecer alcanza la trascendencia:
 
“El milímetro era un concepto humano, no un concepto de la naturaleza. Para el hombre, cero milímetros significaba “nada”. El cero significaba la nada. Pero para la naturaleza no existía el cero. La existencia se sucedía en interminables círculos. En aquel momento le pareció muy sencillo. Nunca desaparecería, porque en el universo la no existencia carecía de sentido”.
 
El hombre menguante. Cap. 17
 
 
Jack Arnold dirigió “The Shrinking Man” (“El hombre increíble”, aka “El increíble hombre menguante”, 1957) con guión del propio autor. Matheson eliminó para la cinta algunos de los más interesantes y escabrosos pasajes de la novela, por ejemplo, su imposible deseo sexual sobre la niñera de 14 años, su voyeurismo, los amoríos con un actriz enana de circo y la avalancha de problemas matrimoniales en que se ve envuelto. A pesar de esto la película figura entre las mejores cintas “atómicas” de la post guerra debido a que se conservó el material dónde se alude a la posibilidad de alcanzar un estado de existencia distinto al común en los comentarios de tinte metafísico del final de la película.  
 
En su aún más famosa “Soy leyenda” (1954), Matheson citaría: “la normalidad es un concepto de mayoría, no de una sola persona”. Se trata de uno de los libros que renovó el subgénero de vampiros. Es esta la historia de un planeta Tierra post apocalíptico en el cual el último ser humano se ha convertido, por contraste, en un ser de leyenda, una criatura que hay que temer. 
 
La novela ha sido llevada cuatro veces a la pantalla grande; la primera -y la más fiel al libro, dentro de sus limitaciones de cinta de “Serie B”-, en una versión italiana, protagonizada por el legendario Vincent Price como Robert Morgan, el científico superviviente de la guerra bacteriológica que convirtió a la humanidad en vampiros (“L´ultimo uomo della Terra”, Ubaldo Ragona y Sidney Salkow, 1964); casi ignorada hoy en día pero que ha dejado impronta como uno de los antecedentes de la película madre del subgénero de zombis caníbales “La noche de los muertos vivientes” (Night of Living Dead, 1968) de George A. Romero por su atmósfera, la puesta en escena de los ataques a la casa del protagonista y la caracterización misma de los vampiros. En esta cinta Matheson usó el seudónimo de Logan Swanson debido a diferencias con los productores. La segunda versión, mediocre, es curiosamente célebre, debido quizá a que está protagonizada por Charlton Heston (The Omega Man, Boris Sagal, 1971) y puede decirse que refleja el escenario político de la época en que se rodó: la guerra fría, cambiando así al científico protagonista por un vaquero de fines del Siglo XX que dispara contra los miembros de una especie de secta conservadora cuyos miembros padecen fotofobia; la tercera, una invisible versión de bajo presupuesto “I am Omega” del año 2007, dónde se combina el título de la novela con el de la película de Heston; la cuarta, plagada de caros efectos especiales (como aquella escena de la destrucción del puente de Brooklyn) recupera el título original “I am Leyend” (Francis Lawrence, 2007) y el protagonista cambia, dentro de la corriente hollywoodense de la corrección política, de color de piel y raza con Will Smith en el rol principal pero cae en la fácil moda de las películas de zombis cambiando los vampiros por asesinos descerebrados. El libro está listado en el número 65 de los mejores libros de Ciencia Ficción porque se ocupa de explicar en términos científicos el vampirismo. La psicología del personaje, sus atormentadores recuerdos, sus intentos por entender la nueva especie que ha poblado la Tierra, llenan las páginas de la novela. Robert Neville, el protagonista, descubre a una mujer, Ruth, miembro de una tercera especie, integrante de una nueva sociedad, ni humana ni vampiro, de cuya relación resultará un enamoramiento imposible que es clave en este tipo de historias (recuérdense los idilios del protagonista de “Blade Runner” y “King Kong”) y entre cuyos miembros él es un ser perteneciente a otra era: una leyenda, negativa en todo caso, a quien hay que destruir así como a los vampiros. Y he aquí presente, otra vez, ese elemento de “supranormalidad” tan caro a la obra de Matheson: el último hombre vivo (que cazaba vampiros) es un monstruo para la otra raza. Ninguna de las versiones ha plasmado uno de los pasajes más interesantes –que hace eco de la Odisea de Homero-, aquella dónde Neville se ata por las noches para poder escuchar el canto de las mujeres vampiro pero no acudir a su llamado cuál sirenas fatales. 
 
Matheson recibió en 1984 el “World Fantasy Award” por su trayectoria literaria y se le incluyó en 2010 en el “Salón de la Fama de la Ciencia Ficción”.  Capítulos de la “Dimensión Desconocida” con guiones suyos o basados en historias suyas, dónde los personajes se ven inmersos en esas situaciones extraordinarias y “supranormales” son: And When the Sky was Opened, Third from the Sun, The Last Flight, A World of Diference, A World of His Own, Nick of Time, The Invaders, Once Upon a Time, Little Girl Lost, Young Man´s Fancy, Mute, Death Ship, Steel, Night Call, Spur of the Moment y Button, Button. Entre estos destaca un episodio que ha devenido en clásico “Pesadilla a 20, 000 pies” (Nightmare at 20, 000 Feet) de la serie original presentada por Rod Serling (transmitida originalmente el 11 de Octubre de 1963) y recreado en la película de capítulos “Dimensión Desconocida” (Twilight Zone; The Movie, John Landis, Steven Spielberg, Joe Dante, George Miller, 1983) que comienza así:
 
“Lo que están viendo podría ser el final de una terrorífica pesadilla. No es así, es el comienzo. Les presento al señor Valentine, pasajero aéreo. Destino: La dimensión desconocida.”
 
Dirigida por George Miller, es el mejor capítulo de la película, en este se nos narra –otra vez-, la historia de aquel pasajero un tanto histérico que ve por la ventanilla a un “Gremlin” (un demonio o duende capaz de sabotear aparatos mecánicos o eléctricos) que se regodea destruyendo uno de los motores del avión mientras se pasea por una de las alas y a quien nadie toma en serio cuando, aterrado, da aviso del incidente. Uno contra todos. Hasta que el avión debe aterrizar de emergencia.
 
Desde 1950, año en que da a la publicación su relato “Nacido de hombre-mujer” en la ya mítica “The Magazine of Fantasy and Science Fiction”, pasando después de la Dimensión Desconocida a la Galería Nocturna, también de Rod Serling, con novelas que también abarcan el género del terror (dónde lo sobrenatural tiene explicaciones racionales) con obras como “La leyenda de la mansión infernal” (The Legend of Hell House, John Hough, 1973) o “La novia del diablo”, una de las mejores cintas de la Hammer (The Devil Rides Out, Terence Fischer, 1968), “Duel” dirigida por un novato Steven Spielberg (1971), el “suspense” con guiones para Alfred Hitchcock y varias de las mejores adaptaciones de los cuentos de Edgar Allan Poe para las versiones cinematográficas de Roger Corman (El pozo y el péndulo, Historias de Terror) y algunos capítulos de Star Trek, hasta la cursi “Pídele al tiempo que vuelva” (Somewhere in Time, Jeannot Szwarc, 1980), padre de otro escritor y guionista de horror y Ciencia Ficción (Richard Christian Matheson); Richard Matheson es ya una leyenda inscrita por derecho propio entre los grandes nombres del género fantástico tanto en el cine como en las letras.     
 
Capítulo completo original de “Pesadilla a 20, 000 pies” en “Dimensión Desconcoida”:
 
 
Notas:
 
(1): Véase: “Tres visiones de la Súperhembra” por Pedro Paunero también CorreCamara:  
 
 
http://www.correcamara.com.mx/inicio/int.php?mod=columnas_detalle&id_columna=2317  
 

Por Pedro Paunero

Pedro Paunero. Tuxpan, Veracruz, 1973. Cuentista, novelista, ensayista y crítico de cine. Pionero del Steampunk y Weird West. Colabora con diversos medios nacionales e internacionales. Votante extranjero de los Golden Globe Awards desde 2022.