Ayer fue inaugurado del primer Congreso de la Cultura Iberoamericana, el cual fue presidido por el presidente Felipe Calderón y los príncipes de Asturias, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias; la titular de la Secretaría de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota; el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Sergio Vela, y los directores de cine Manoel de Oliveira, Carlos Saura y Arturo Ripstein, entre otros funcionarios, diplomáticos, actores, actrices y productores.


Felipe Calderón se refirió a la política cultural de su gobierno cuyo eje, afirmó, “está dirigido a ampliar el acceso a la cultura, a fomentar la educación y la creación artística y a fortalecer la industria cultural, fomentando el diálogo como expresión de la diversidad y apoyando a creadores e intelectuales”.


Asimismo, el mandatario mexicano aseguró que mediante el estímulo fiscal se apoyaron 77 proyectos fílmicos entre 2007 y 2008 con recursos por 825 millones de pesos y se crearon 30 mil empleos. El año pasado, añadió, se filmaron 70 películas, “la cifra más alta en 17 años” y confió en la consilidación de la “segunda época de oro del cine mexicano”.


Por su parte, funcionarios y cineastas expresaron en sus discursos la necesidad de encontrar los mecanismos que permitan el desarrollo del cine iberoamericano como una industria cultural, que se convierta en un catalizador de la diversidad cultural de la región y al mismo tiempo destaque sus aspectos comunes, aprovechar las nuevas tecnologías y mejorar los canales de distribución.


Destaca la participación del gran cineasta mexicano Arturo Ripstein, quien expresó que “El cine no es un lujo del que se puede prescindir, no hay crecimiento sin cultura, no hay desarrollo sin cultura, no hay democracia sin cultura” y agregó que el Estado debería convertirse en mecenas “del cine que quiere ser arte” frente al que se hace “pensando en la cartera”.


Ripstein añadió que “este cine que hoy defiendo tiene cada vez menos opciones de sobrevivir”, y por ello pidió al Estado convertirse en mecenas, pero “no se trata de mendigar benevolencia, se trata de garantizar que sigamos teniendo nombre, voz y rostro (…) Debe continuar ese cine que Buñuel quería hacer, el peligroso, el que por los ojos de la cabeza y los del alma nos ahogará de belleza y logrará que estalle el universo”.


Más tarde, al finalizar la ceremonia se realizó un encuentro con actores destacados de la cinematografía iberoamericana, en donde participaron Antonio Banderas, Silvia Pinal, Pedro Armendáriz, Vanessa Bauche, Cecilia Suárez, Héctor Guido y Mercedes Sampietro.


Banderas reiteró la propuesta que manejó en diversas conversaciones con los medios a lo largo de la mañana: encontrar el mecanismo que permita una mejor distribución de las películas hechas en Iberoamérica, que dé capacidad para ingresar al mercado estadunidense donde viven 50 millones de hispanos, involucrar a las televisoras en la producción de películas, “tratar que la ley juegue de nuestra parte con la idea del mecenazgo” para obtener dinero no sólo de las televisoras o del Estado, sino también de privados.


El actor Pedro Armendáriz a su vez, subrayó “no es que no se vea el cine iberoamericano, el problema es que no hay canales de salida” y para ello sería necesario una distribuidora iberoamericana.


Otras actividades fueron la apertura de la exposición Buñuel entre dos mundos, que recibió la visita presidencial y de los príncipes de Asturias, y la presentación del libro 50 cineastas de Iberoamérica.