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Hay que reconocerle a Marco Müller su provocadora pericia a la hora de programar la Mostra que dirige parece que por último año. Enfrenta en la misma jornada un producto, como es el “Faust”, de Aleksander Sokurov, que parece hecho justo para un festival como este y huele a palmarés; una comedia negrísima y muy divertida, “Killer Joe”, firmada por el veterano de Hollywood William Friedkin, y “L’ultimo terrestre”, una comedieta infumable “made in Italy”, que sólo se justifica aquí por su nacionalidad. O sea, del infierno al cielo, pasando por el purgatorio. Y no pregunten qué es cada película…
En este panorama, era lógico encontrar a Mefistófeles, en la larga “Faust”, recreación del mito inmortalizado por Goethe, que el ruso Sokurov se empeñó en rodar en alemán, para ser fiel al original, pero eligiendo Islandia como escenario. La proyección de dos horas bien pasadas se cerró con aplausos, imaginamos que sobre todo de esos sesudos críticos que abominan de cualquier atisbo de cine hecho pensado para el público real, el que llena un cine cualquier fin de semana.
“Faust” es una esteticamente hermosa versión, plena de profundidad, depresiva y con filosóficos e interminables diálogos sobre la condición humana. Con ella, Sokurov cierra -dice- su tetralogía sobre el poder, hasta ahora conformada por retratos no menos profundos pero más bien soporiferos sobre los dictadores del siglo XX Hitler, Hiro-Hito y Lenin. Es cine de filmoteca, no de multisalas. Seduce a quienes consideran ante todo al Séptimo Arte como materia de reflexión y análisis, no a los que aspiran a divertirse y entretenerse hora y media. Pero sin duda Venecia es también su lugar y posiblemente el jurado así lo reconozca con un premio.
Y “Killer Joe” es… justamente lo contrario. Mucha mala leche, violencia, sexo y negrura, con sombrero vaquero y polvo texano. Curiosamente, y a pesar de ello, tiene en común con el film de Sokurov su visión nada beatífica sobre el género humano, aunque aquí se trata no de sufrir por ello, sino de reirnos de nuestra propia cruel mezquindad. Matthew McConaughey, que no ha venido al Lido, interpreta a un policía que se gana un sobresueldo como asesino a sueldo. Sus clientes son esta vez los miembros de una peculiar familia marginal, cuyo hijo, un “dealer” con una deuda que puede costarle su propia vida, convence al padre para que tras matar a su insufrible esposa cobren el seguro de vida.
Friedkin, el mismo de dos clásicos de los 70 como “El exorcista” y “French connection” sorprende a sus 71 años con un vigor tarantiniano, sazonando su negra comedia de descarnadas escenas de sexo y violencia, sin perder el humor. Estos mimbres no parecen precisamente los mejores para ganarse un León, pero será “Killer Joe” sin duda uno de los títulos de esta Mostra que pueden funcionar en las salas del resto del mundo.
Y para terminar, una muy menor y olvidable comedia italiana, sobre un tipo lleno de traumas de la infancia y misógino, empleado en un bingo, y su actitud ante la inminente llegada de los extraterrestres al país, anunciada por el gobierno en medio de una crisis económica que a todos nos resulta tremendamente familiar. Gian Alfonso Pacinotti, dibujante de comics además de cineasta, la ha dirigido. Ni siquiera hace gracia… y ni siquiera debería estar aquí, si los grandes festivales no hubieran caído, comandados por Cannes, en un patrioterismo egocéntrico sin mirar a quien.
Este viernes diremos por fin adiós a la competencia con los dos últimos títulos, la estadounidense “Texas killing fields” y la china “Duo mingjin”.