“Pa’ tus manos de ranchero, esa fruta está muy alta, y créeme, pa’ estas cosas ¡no basta ser charro!” (Chicote, en No basta ser Charro, 1945)
“Si no estoy llorando, me estoy riendo” (Chicote en Me he de comer esa tuna, 1945)
“Los hombres no se miden por su estatura, se miden por los pantalones, además si me falta belleza y tamaño, me sobran otras cosas” (Chicote, en No basta ser Charro, 1945)
Figura
entrañable para varias generaciones de espectadores, acompañante
indispensable de varias figuras centrales de nuestro cine, en su
juventud desempeñó múltiples oficios y ocupaciones, entre ellos el de
novillero.
Nació en la Ciudad de México, el 1 de octubre de 1909 (aunque
también se menciona 1914 como el año de su nacimiento). Ingresó al cine en los años treinta, en la cinta Mujer
mexicana (1937), y luego desempeñó otros papeles breves hasta que su
encuentro con Jorge Negrete, en ¡Aquí llegó el valentón! (El fanfarrón,
1938), le otorgó nuevas posibilidades a su personaje de ranchero,
convertido en escudero, sirviente, acompañante y aun confidente, en una
serie de películas que le darían fama.
Aunque la parte fundamental de
carrera, la que le mereció mayor reconocimiento, la realizó entre las
postrimerías de los treinta y el inicio de la década de los cincuenta,
participó en numerosas producciones hasta los años ochenta, cuando ya
era, lastimeramente, una mera sombra del personaje esmiriado, vivaz,
sufriente o exultante, que lo identificara.
En su abundante
filmografía se cuentan títulos como La Adelita (1937), Mientras México
duerme (1938), El Charro Negro (1940), Flor silvestre (1943), Me he de
comer esa tuna (1944), No basta ser charro (1945), La noche avanza
(1951), Ay, chaparros… ¡cómo abundan! (1955), Chucho el Roto (1959),
Los fantasmas burlones (1964), El moro de Cumpas (1976) y El coyote
emplumado (1983). Falleció el 20 de marzo de 1983, en la Ciudad de
México. (Fuente: Cien años de cine mexicano, Unversidad de Colima,
Imcine, 1999)