Por Hugo Lara Chávez
Desde Cannes

La única película latinoamericana dentro de la competencia oficial de Cannes es “Relatos salvajes” del argentino Damián Szifrón, un compendio de seis historias de violencia y crueldad llevadas al extremo  con mucho humor negro. Es una película coproducida por España a través de la compañía de Pedro Almodóvar, El Deseo S.A., y en ella intervienen varios actores reconocidos de Argentina, como Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia, Darío Grandinett y otros.

Las historias que narra tienen en común una misma estructura, la de un choque de trenes o una bola de nieve que va creciendo hasta lo incalculable: los pasajeros de una avión que no se conocen entre sí descubren que todos tienen en común haber tratado (o mejor dicho, maltratado) en el pasado con un tal Gabriel Pasternak; una mesera de un desolado restaurante de carretera tiene que atender al usurero que causó el suicidio de su padre y se ve empujada a cobrar venganza; dos conductores que viajan en una carretera solitaria pelean entre sí hasta proporciones insospechadas en una parábola de la lucha de clases; un hombre decide enfrentarse a la burocracia para reclamar una injusta multa de tránsito; un influyente magnate desea proteger mediante sobornos a su hijo de un accidente del que es responsable; dos novios riñen hasta sangrar en medio del banquete de bodas.

Todas las historias comparten el mismo espíritu de ironía y sarcasmo, sobre el absurdo de la violencia y la naturaleza cruel y salvaje del ser humano, a pesar de los cánones sociales que supuestamente hacen del hombre un ser civilizado e inteligente. Siempre, al final, los personajes de “Relatos salvajes” son empujados por sus visceras y sus emociones.

Szifrón (Buenos Aires, 1975) tiene en su haber dos filmes que fueron bien acogidos por la crítica, “Tiempo de valientes” (2003) y “El fondo del mar” (2005), además de una exitosa serie de televisión, “Los simuladores” (2002). Su destreza y habilidad como narrador son evidentes en sus “Relatos salvajes” aunque como sucede con este tipo de fórmulas, el resultado es disparejo, con unas historias mejores que otras, pero en general todas son divertidas y con humor mordaz, de mala leche, eso sí, técnicamente con una producción de buen nivel en todas las historias. 

Recibió una nutrida ovación y causó mucha simpatía entre la prensa y el público; es una película que puede funcionar muy bien comercialmente pero difícilmente podrá ganar algún premio en Cannes, a menos que el nivel del resto de las películas que faltan por ver sea mediocre.

Por Hugo Lara Chávez

Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.