Por Carolina S. Guerrero
  

Noticine-CorreCamara.com
  

Esta mañana de viernes mereció la pena madrugar, más que otros días. La primera cinta que pudimos ver, Americano, de nacionalidad francesa, es la ópera prima de Mathieu Demy, quien la dirige y protagoniza al lado de nombres de la talla de Geraldine Chaplin o Chiara Mastroniani, sin olvidarnos de la aparición estelar de la mexicana Salma Hayek.
  

El protagonista (Martín) que vive en París, no esta pasando por su mejor momento, sobre todo en lo que a su relación de pareja se refiere, y es entonces cuando le llega la noticia de que su madre ha muerto.
  

Ella vivía en Los Angeles, y Martín tiene que desplazarse hasta allí, para hacerse cargo de los trámites de repatriación del cuerpo y cumplir sus últimas voluntades.
  

Cuando llega a Estados Unidos le recibe en el aeropuerto una vieja amiga de la familia que se ha estado ocupando de su madre en los últimos años de esta, papel interpretado por Geraldin Chaplin.
  

Lo primero que hace al entrar en la casa donde él mismo vivió su niñez es tirar todas las pertenencias de su progenitora, y así poder vender el piso lo antes posible.
  

Entre tanto aparecerá en escena la sombra de una mujer muy cercana a su madre, y que también lo trató a el, cuando ambos eran solo unos niños.
  

Esta mujer es una mexicana llamada Lola. Se decidirá a buscarla e intentara entender el por qué de la estrecha relación que esta mantenía con la madre.
  

Martín viaja a Tijuana y encuentra a Lola (Salma Hayek) trabajando en un decrépito bar de strip-tease, local que regenta Luis (Carlos Bardem), un gerente bipolar, muy cínico y peligroso, que le hará pagar a la chica simplemente para poder hablar con ella.
  

La película, estrenada como bastantes otras del festival en Toronto, ha sido aplaudida de forma discreta, y ha gustado al menos a una nutrida parte del público.
  

El hijo del mítico director Jacques Demy (al que el festival dedica un ciclo homenaje), hace una buena interpretación de su personaje y dirige bien su primer trabajo que mantiene el interés en esta especie de exorcismo de su propio pasado, ya que sus padres vivieron también en la meca del cine, antes de separarse. Ella, Agnes Varda, también cineasta, por suerte sigue viva.
  

En este trabajo Mathieu Demy incluye fragmentos de un documental que hizo su madre y que ella protagoniza, usando estas mismas imágenes para ilustrar los recuerdos de infancia de Martin.

  

Es una película que habla de las relaciones de padres e hijos, y de ausencias vividas y no entendidas.
  

Mas entrada la mañana se proyectó la última creación del ya clásico en este certamen, el mexicano Arturo Ripstein, Las razones del corazón.
  

Con una puesta en escena en blanco y negro, comenzaba a desarrollarse lentamente esta nueva y libre versión del clásico Madame Bovary, con una mujer que vive en el DF mexicano, y nos recibe en su primera escena desolada y en camisón.
  

Pausada en el ritmo en un principio, la dama, interpretada por la atractiva Aracelia Ramírez, es el centro de un caos vital y familiar, dialogado como de costumbre por la mujer del director, Paz Alicia Garciadiego. A él ha llegado por el amor obsesivo y destructivo que siente por su amante, un saxofonista cubano que vive en la azotea de su mismo edificio.
  

Emilia, que así se llama la protagonista, está aburrida de su cotidianidad, no se ocupa de su hija, ni de su marido y mucho menos de su casa.
  

Vive entregada a la pasión y angustia que le produce una relación ya agonizante con un músico cubano que hace rato dejó de soportarla.
  

Su hija le reclama atención y ella se justifica aludiendo a que es una madre diferente.
  

La mujer entra en una espiral autodestructiva, su único objetivo es hacer cualquier cosa que le deje escapar de su apartamento, se vuelve loca por salir de el, con cualquier excusa, no soporta su vida ni los que forman parte de ella, y huye como puede, intentando refugiarse en los brazos del menos indicado, hasta llegar a perder la cordura y por supuesto antes la dignidad.
  

Da lo mismo que sea el atractivo amante de la azotea, que el maduro barrigón del tercero.
  

Esta ha sido una película muy aplaudida y que a la mayoría ha gustado, a pesar de antecedentes bastante menos soportables de la misma cámara de Ripstein, aquí y en otros certámenes.
  

Eso sí, el tema ya está demasiado manido, incluso en este año del festival, que ya ha podido conocer a la otra Bovary en la película The deep blue sea, y del que su argumento es de todos conocido.
  

En la posterior rueda de prensa su director comentó que si por él fuera siempre rodaría en blanco y negro, pero no le dejan… Visiblemente esta vez sí.
  

Y son varios los motivos para esta elección, la ficción es para él en blanco y negro: “Yo aprendí a amar las películas en blanco y negro” y añadió: “y además Picasso decía que el color debilita”.
  

Respecto a los actores, comentó que les pide que no realicen ningún truco de actuación, que el quiere “sus tripas”.
  

También señaló que muchas de las secuencias de esta película se repiten, porque las historias de obsesión se repiten las cosas de igual manera.
  

Muchos ya se atreven a vaticinar que este cordial director pueda llevarse en esta edición otra vez la Concha de Oro, aunque todavía habrá que esperar un poco más para saber si esas opiniones tienen o no fundamento.