Leticia Carrillo/Enviada
San Miguel de Allende, Gto.- Con la franqueza que caracteriza a la gente del norte del país y la sabiduría propia de los abuelos, Mario Almada ofreció una plática a los asistentes a la primera etapa del Festival Internacional de Cine de Guanajuato, realizada en esta población.
“Yo sólo espero el final de mi vida pero quiero que éste sea de un trancazo, aunque todavía puedo trabajar, puedo seguir haciendo cine”, contestó el veterano actor cuando la crítica cinematográfica Lucero Solórzano le preguntó que le faltaba hacer después de haber participado en más de 400 filmes.
Almada dio su peculiar punto de vista sobre la situación del mercado del cine mexicano: “una vez un señor me contó que había visto una película de ficheras, estaba muy enojado, me dijo: ‘yo ya no vuelvo al cine’, y pensé: ‘aquí va a pasar algo y pasó’; nosotros hacíamos películas para toda la familia, era un cine más fácil, de entretenimiento, sin mucho sexo y violencia, bueno, con violencia sí”.
“Ahora es más caro, por eso los piratas no se dan abasto; antes llenábamos los cines a granel, con nuestras películas metíamos en un domingo a 13 mil personas en 15 salas”, añadió el actor.
El originario de Huatabampo, Sinaloa contó que en la década de los años 60 dejó el trabajo agrícola para laborar en la Ciudad de México en el Cabaret Señorial, negocio que quebró al tener que ajustarse a la reglamentación expedida por las autoridades capitalinas de la época: “(el regente) Ernesto P. Uruchurtu sólo nos permitía trabajar de las 11 de la noche a la 1 de la mañana y así no se podía”, refirió.
Fue entonces que su hermano, el también actor Fernando Almada, le pidió quedarse en el Distrito Federal para producir su siguiente película “Nido de águilas” (Vicente Oroná), “luego (el editor) Carlos Savage me dijo que qué buena facha tenía y que qué bien pasaba mi voz, así fue como empecé a actuar en “Los jinetes de la bruja” (V. Oroná)”, recordó el intérprete nacido en 1922.
Mario Almada, quien trabajó con cineastas de la talla de Felipe Cazals (en “Aquellos años”) y Arturo Ripstein (en “La viuda negra”), refirió que su director favorito es Alberto Mariscal con quien realizó, entre otras, “Todo por nada” y El Tunco Maclovio”, por las que recibió a sendas Diosas de Plata.
El actor, que se muestra orgulloso de poseer el récord Guinness al mayor número de filmes protagonizados -“encima de John Wayne y Bette Davis”- subrayó: “nunca hice papeles que no me gustaran: ni débiles, ni cobardes, ni jotos”, y recomendó a los futuros actores “sentir a su personaje: yo me ponía el traje y lo sentía, me lo quitaba y descansaba”.
Asimismo, destacó que sus actores favoritos son los íconos Pedro Infante y Pedro Armendáriz de quien apuntó: “con su presencia borraba a todos los que estaban a su rededor”; de las divas Dolores del Río, Elsa Aguirre y Silvia Pinal expresó: “eran las más bonitas”, aunque más adelante corrigió su apreciación sobre la musa de Luis Buñuel: “no, ella no”.
El emblemático histrión de filmes de acción policíaca indicó que la exitosa cinta sobre el universo narco mexicano “El infierno”, en la que dio vida al traficante “El Texano”, “es muy dura pero muy bonita” y exteriorizó su gusto por el fenómeno de taquilla “El estudiante”: “es muy buena película”, declaró.
Finalmente, Mario Almada dejó un mensaje para la gente inmersa en el mundo criminal: “que se retiren, que hagan algo bueno, ya tienen mucho dinero, pónganlo a trabajar en cosas buenas por que lo que mal empieza, mal acaba”.