El documental Vivos los llevamos, vivos los queremos de Cecilia Serna, que denuncia la desaparición en México de cientos de jóvenes en la década de los 70 y 80 por parte de grupos paramilitares, impactó en el Festival Latinoamericano de Trieste.
De acuerdo a Rodrigo Díaz, director del festival, se tuvo que programar otra proyección de la cinta a pesar de que este año presenta un programa particularmente denso con 193 filmes, entre largometrajes y cortos provenientes de América Latina y en menor medida de España.
El documental de Serna, presentado en la nueva sección Contemporánea, que hospeda la producción más innovadora del continente, es uno de los numerosos filmes de denuncia que se exhiben en Trieste, el cual escarba en un pasado reciente e incómodo.
Con escenas recreadas por equipos fílmicos, tres sobrevivientes cuentan con eficacia la lucha de las doñas, las madres que buscan a sus hijos desaparecidos, como ocurrió en los años negros de la dictadura Argentina.
La idea de que en una de las mayores democracias del continente, como es considerada México, cientos de jóvenes hayan sido desaparecidos por grupos paramilitares a partir de 1968 tras la matanza de Tlatelolco en ciudad de México, resulta sorprendente.
En 110 minutos, mediante narraciones, actos públicos y la reencarnación fílmica, se reconstruye la persecución lanzada por las llamadas Brigadas Blancas, formada por miembros pertenecientes a la Dirección Federal de Seguridad, contra todos aquellos que “probablemente” pertenecían a la guerrilla.
La octava versión del Festival de Cine Latinoamericano de Trieste seleccionó 13 filmes de América Latina y uno de España para la competición, en cuyo jurado se encuentran dos prestigiosos cineastas: el italo-peruano Francisco Lombardi y el mexicano Nicolás Echevarría.