Por Diego Martínez García
Premio Distrital
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Selección del concurso
Con un primer cuadro de la familia nuclear, idealizada, pulcra, cuasi perfecta; el planteamiento inicial en “De tal padre, tal hijo” (“Soshite chichi ni Naru”) se sugiere lacónico. El joven arquitecto Ryota Nonomiya (Masaharu Fukuyama), trabajador, metódico y disciplinado, encabeza el modelo de familia tradicional salpimentado por la esposa Midori (Machiko Ono), sumisa y abnegada pero cariñosa y dedicada al cuidado del pequeño Keita (Keita Ninomiya), un niño de seis años que, rodeado de privilegios, se empeña obediente y silenciosamente en complacer a su padre.
Como telón de fondo para este retrato: escenarios impecables, simetría fotográfica y movimientos de cámara cadenciosos que sugieren un modelo de vida familiar construido por Ryota, quien asume la paternidad desde un enfoque positivista, como proveedor de la familia y mentor de su hijo hacia el futuro, donde todo cabe (estructural y arquitectónicamente hablando) en su lugar.
Sin embargo, un evento comprensible y recurrente a inicios del siglo pasado, pero inexplicable en el contexto de la modernidad japonesa, irrumpe en la nobleza de tan amable escena y coloca en entredicho el vínculo entre el padre y el hijo. Un análisis sanguíneo revela que, a la hora del nacimiento, un intercambio equivocado ha depositado a su verdadero vástago en los brazos de otra familia; una familia humilde, indisciplinada y juguetona capitaneada por un tendero desmadroso que se ocupa más en obtener el mayor provecho económico de la situación, que por cuestionarse profundamente lo que el acontecimiento implica.
El contraste de familias y personajes confronta la importancia del vínculo sanguíneo frente al de la crianza. El error siembra la interrogante sobre el significado real de la paternidad y la posibilidad de sentirse desconectado a un hijo: ‘Ahora todo tiene sentido’, murmulla el protagonista desilusionado.
De inmediato, se evidencia el contexto de una sociedad tan tradicionalista como la nipona pero sumergida en un torbellino de modernidad (tanto ideológica como tecnológica) con dos secuencias que extrapolan el conflicto hacia una realidad socializada: La familia de Ryota, para quienes la herencia genética es lo más importante, y la sorpresiva confesión de la joven enfermera -resentida socialmente- que ejecutó el intercambio de manera deliberada e impune y, quien, tras haber asimilado la adopción (fenómeno poco usual en Japón) como una posibilidad real de experimentar la maternidad, se arrepiente de sus actos.
El concepto de paternidad se desarrolla y profundiza cuando ambas familias deciden realizar el intercambio, con resultados confusos y desastrosos para los niños. Pero se plantea –también- como un proceso de aprendizaje que el autor deconstruye a lo largo del argumento a manera de inquietud natural y reflejo de su vida cotidiana, tal como lo ha hecho con el resto de su filmografía al explorar la palabra familia y sus múltiples significados. “Caminando” (“Aruitemo aruitemo”), por ejemplo, nació del arrepentimiento tras la muerte de su madre: “Soy padre y perdí a mis padres” afirmó el autor durante una entrevista.
La obra de Hirokazu Koreeda se materializa en forma de gran interrogante. A menudo, ha habido quienes se empeñan en compararlo con Yasujiro Ozu por el tratamiento de temas costumbristas y familiares. Si bien la similitud temática es clara, mediante un híbrido entre documental y ficción (fiel al principio de que toda ficción es un documental, y viceversa), Koreeda ha sabido articular su propio discurso e imprimir un estilo naturalista mediante una búsqueda intimista de respuestas que soslayan el sentimentalismo para privilegiar la reflexión.
Así, el autor japonés ha creado un cine reflejo de una realidad personal, íntima, que define la función de su cinematografía a través de ese doble movimiento que (afirmaba Godard) “nos proyecta hacia el otro, al mismo tiempo que nos lleva al fondo de nosotros mismos.”
“De tal padre, tal hijo”, es un cuestionamiento personal expuesto con honestidad y sutileza al espectador, es la elucubración de un pensamiento íntimo del cual emerge un dilema de índole social, es una pregunta que hacia el final de la película -abierto e incluyente- carece de respuestas; quizás porque aquel retrato inicial de la familia ‘perfecta’ es también una quimera.
Ficha técnica:
Título original: Soshite chichi ni naru
Año: 2013?
País: Japón?
Director: Hirokazu Koreeda
Guión: Hirokazu Koreeda?
Fotografía: Mikiya Takimoto?
Reparto: Masahura Fukuyama, Yoko Maki, Jun Kunimura, Machiko Ono, Lily Franky
Duración: 120 min.
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