Por Jessica García

Una peculiar historia de amor brilló en diversos festivales durante el 2013. “Los insólitos peces gato”, película ganadora del premio de la crítica en el Festival de Toronto y laureada en otros encuentros nacionales como el Baja International Film Festival, retoma la experiencia emocional que vivió hace unos años su directora, la veracruzana Claudia Sainte-Luce, al conocer a una familia que le abrió las puertas y la convirtió en uno de sus miembros.

Tras una operación de apéndice, una solitaria Claudia (Ximena Ayala) se descubre de pronto en casa de la que fuera su vecina de cama: Martha (Lisa Owen), madre de cuatro hijos de padres diferentes y paciente de una enfermedad terminal. De ahí, la imaginación se mezcla con los hechos reales (Wendy, una de las hijas, se interpreta a sí misma) en un homenaje fílmico que redime esa necesidad tan humana de pertenecer.

¿Cómo describirías a esta familia que conociste y en la que te basaste para crear el guión?

Es una familia única. Cada uno de sus miembros tiene un rasgo particular, pero lo que los hace únicos es justo esa diversidad. Eso es lo que los hace estar más juntos, que se complementan el uno al otro.

Con el personaje de Claudia, un elemento externo que entra a la dinámica familiar, de cierta forma muestras que lo que hace a la familia quizá no está en la sangre, ni en los genes…

Está en poderte ver a los ojos y aceptar el ser humano que eres.

Durante la presentación de la película hablaste sobre la cobranza de existencia. ¿Es eso lo que le sucedió a Claudia? ¿Qué es para ti ese concepto?

Es algo tan simple como esto: si yo volteo a verte y te digo buenos días, te hago cobrar existencia, porque ya te vi a través de mis ojos. Creo que la existencia ocurre gracias a la mirada de otro, del ajeno: cuando puedes hacer cosas por las otras personas. Cuando Claudia hace algo por esta familia, ellos también le devuelven eso, haciéndola sentir parte y que vale la pena.

¿Qué tan difícil fue llevar a cabo la separación entre tu experiencia personal y tu trabajo como directora?

Fue difícil a la hora de escribir el guión, pero después ya no, porque en él hay muchas cosas de ficción. Eso me ayudó a maquillar la esencia que había debajo.

El personaje de Wendy fue actuado por la misma Wendy de la vida real ¿Cómo fue la dinámica de dirección con ella? ¿Fue diferente?

Fue igual que con los demás actores, porque hay que entender que la que vemos en la película no es la Wendy real, sino mi idea de ella. Es como un espejo, del espejo, del espejo. Había que exigirle también ese involucramiento y encontrar esas cosas que no tenía tan detonadas en ella misma, para detonarlas en el personaje.

Se trata de una historia conmovedora, por la forma en que esta familia enfrenta la muerte día con día. ¿Qué nociones o nuevos sentimientos tienes de esta experiencia después de haber hecho la película? ¿Catarsis?

No fue una catarsis, más bien mi intención fue la de hacer un homenaje a alguien que me dio muchas cosas. A ellos. Cada que quieran recordar a su madre, ahí va a estar ella, en una ficción, que un ser extraño como yo escribió.

¿Por qué el nombre de “Los insólitos peces gato”?

Tengo la manía de recortar notas de periódico extrañas. Cuando empezó la filmación encontré una nota de unos peces gato en Estados Unidos que viven siempre en familia, no se separan. Recorté la nota y la pegué en la pecera del cuarto del personaje de Armando. Durante el proceso de edición la veía ahí todo el tiempo y la recordaba. Antes, el guión se llamaba Encuentro, pero no me gustaba mucho. Después decidí que cada uno de los personajes era insólito, así que le puse ese nombre finalmente.