Por Sergio Huidobro
@sergiohuidobro

El año es 1981 y el mundo está girando. La crisis petrolera de la década anterior comienza a revertirse a favor del gran capital y la Guerra Fría comienza a desmoronarse. En Miami, Tony Montana está levantando un emporio; en Washington, Reagan termina su primer año de gobierno, pero es Nueva York el naciente epicentro de su programa de liberalización salvaje. Es el año más violento del que se tenga registro en la urbe de hierro: atracos, crímenes y cuerpos riegan los noticieros y los motores del sueño americano.

“El año más violento” (A Most Violent Year, 2014), el tercer largometraje de J.C. Chandor (Nueva Jersey, 1973) llegó con varios meses de retraso a la cartelera mexicana. En realidad, no importa. Se estrene hoy o en cualquier otro momento, este thriller turbio, moroso, espeso y crepuscular realizado en los márgenes de la industria podría imponerse como la nota más alta de la cartelera, tal como lo hace este fin de semana.

En el invierno del 81, el empresario hispano Abel Morales (Oscar Isaac) está entregado a la expansión de sus inversiones en un mercado creciente: el transporte de hidrocarburos en pipas que circundan la Gran Manzana. Su infranqueable fe en el sueño americano se ha permitido ciertas licencias éticas: su matrimonio con Anna (Jessica Chastain), la hija de un poderoso capo de las altas esferas, parece haber puesto suelo firme a su proyecto.

La visión de Morales es la encarnación del éxito a corto y largo plazo: planea comprar un enorme predio industrial a orillas del río Hudson para recibir directamente el petróleo por mar, fijar los precios en la región y destrozar a la competencia en menos de un año. Por eso, cuando la ola de atracos comienza a golpear los cimientos de su eventual emporio, Abel y Anna se obligan a caminar por las aceras más oscuras de Nueva Jersey; ¿se trata de un daño colateral, acaso irreversible, del clima que impera en la ciudad? ¿o es que otros empresarios del petróleo están enviando el mensaje, claro pero cifrado, de que las puertas están cerradas para ellos?

Sirviéndose de una puesta en escena ferozmente clásica y una habilidad inusual para generar atmósferas y dobles lecturas, “El año más violento” es una sorpresa que bebe de una tradición robusta. En su sangre está el Coppola del mejor Padrino, están William Friedkin, David Mamet, De Palma o el Polanski de “Barrio chino.” No son evocaciones gratuitas ni atribuibles todas a Chandor; el Oscar Isaac que encontramos aquí parece poseído por el primer Al Pacino, mientras Jessica Chastain desenvuelve sin esfuerzo a una especie de femme fatale metida en el cuerpo de un ama de casa suburbana.

La desdibujada y fecunda escuela independiente del gran cine americano parece encontrar en “El año más violento” un renacimiento que tiene que celebrarse, así sea una resurrección efímera. Vale la pena entregarse por dos horas a un relato como éste, que le toma el pulso a nuestra época, a la dignidad y a la codicia con la máscara de la espesa y vulgar historia de un amor que se desmorona al ritmo de las grandes fortunas.