Por Ali López
Desde Puebla

Para este tercer día de actividades de Mórbido Film Fest, nos encontramos con la particularidad de tener tres cintas que a la vez de tocar el horror también lo hacen con la comedia. Cintas que utilizan los géneros como expositores de otras realidades, y otras verdades.

La primera de ellas es una película peculiar y fantástica, en toda la extensión de la palabra.  Se trata de “OVNIS en Zacapa” (Marcos Machado Loria, Guatemala-2014), cinta que toca el fenómeno de las abducciones en una forma diferente; pues su explicación, aunque extraordinaria, resulta más simple y escabrosa de lo que parece.

Esta maravillosa cinta guatemalteca conjuga grandes aspectos cinematográficos tanto formales como del propio género. Puede ser que la cámara resulte pecaminosa, pero el bajo presupuesto no se nota en ningún otro aspecto. Y no es que la estética visual sea mala, es que la calidad de filmación ya no es a la que la gente está acostumbrada. Sin embargo, “OVNIS en Zacapa” logra sortear todos los obstáculos de la ciencia ficción latinoamericana, centrando su atención no en los efectos y detalles, sino en personajes sólidos y situaciones contundentes. La película dice algo más; se desarrolla mucho más allá de la simple idea dramática y acentúa su idea temática. Lo que importa es lo que dice, y por fortuna, la manera en que lo hace es funcional y atractiva.

La comedia en “OVNIS en Zacapa” radica en su esencia latinoamericana, de personajes poco ortodoxos (para el canon anglosajón), dicharacheros, querendones, cálidos y cercanos. Y a pesar de que la temática de la cinta llega a ser fuerte, el humor siempre acompaña, como nos acompaña a los que nos gusta reírnos de lo diferente, de lo simple, de la vida y de la muerte.

Sin duda alguna, este filme guatemalteco es lo mejor que se ha exhibido en la sección de largometrajes latinoamericanos.

Después tenemos “Nina forever” (Ben Blaine, Chris Blaine, USA-2015) una comedia negra que juega con el tema zombie, a la vez que habla de temas como la muerte de un ser querido, las relaciones de pareja, y lo difícil que es dejar atrás a quienes han marcado nuestras vidas.

El personaje de Nina es, o podría ser, uno de los zombies más logrados en el cine; y no es un zombie devora sesos, más bien sería un reviniente devora egos. Cuando el ser humano ha perdido el miedo a la muerte es capaz de hacer lo que sea, y esto sucede con esta chica muerta; llena de diálogos sarcásticos, situaciones aberrantes y una personalidad exclusiva, pues a final de cuentas, ya ha perdido todo lo que podía perder.

La cinta termina, también, por tener un trasfondo más profundo y complejo.  Una historia que utiliza el género sólo como material detonante para mostrarnos más; más aspectos de la vida y condición humana; más de sus temores, y de sus pocos aciertos. “Nina forever” es una cinta pesimista, pues termina por ser una tragedia exhibicionista, una historia a la que le gusta exponer esos aspectos ocultos de las relaciones de pareja. No se centra en el amor o el desamor, en la posible o nula convivencia, se centra en lo que se vive por dentro, lo que es exclusivo de cada miembro del noviazgo, tanto de su presente como de su pasado; se centra en eso que se prefiere no haber hablado.

Es tanta la intensidad, y verdad, de la narrativa que la cinta hace clic con el público de inmediato. “Nina forever” funciona, es divertida, trágica e inquisidora, una cinta que provoca cierta intranquilidad durante y después de ver la película, y a final de cuentas, eso es una buena cinta, la que provoca y tatúa.

En tercer lugar tenemos “Deathgasm” (Jason Lei Howden, Nueva Zelanda-2015) una horror-comedy hecha y derecha. Una cinta juvenil, de desmadre, y que toca dos de los mejores temas que se pueden tocar en la vida, la música y la rebeldía. Los rebeldes han dejado de ser rockeros, ahora son metaleros agandallados que resultan ser más civilizados que los que mantienen una moda aceptada socialmente. En la película también vemos el tema de lo demoniaco y lo divino, de lo bueno y lo malo. Por si algo faltara, los guitarrazos metaleros están acompañados de un gore brutal y orgánico, como en los viejos tiempos.

“Deathgasm” juega con el cliché, el prejuicio que hay hacia los fanáticos del metal, y las propias condiciones estéticas que se imponen por sí mismos. Juega con todos los estereotipos, y además saca a flote la hipocresía viviente en cada uno de ellos. Aunque hay demonios y ángeles, no hay aquí buenos o malos, todos son multidimensionales, con convicciones y miedos propios de su edad.

La cinta neozelandesa se coloca al nivel de películas similares de ese mismo país, tales como la reciente “What We Do In The Shadows” o “Braindead” de Peter Jackson. Su comedia es hilarante y, otra vez, provocativa. Es social y humana, real a la vez que exagerada. Es provocadora de carcajadas saludables, y aunque haya que estar inmiscuido en ese género musical para entender algunas de las referencias y chistes sobre el tema, la mayor parte de la trama es disfrutable. Puede que caiga en chistes de carácter soez y juvenil, pero eso más por contestataria que por simple o vulgar. La película intenta romper las cadenas y liberar a los demonios de los prejuicios.

Sin embargo, hay una mera simple de resumir esta película, la mejor de la muestra internacional fuera de Latinoamérica: Poca madre.

Sin duda alguna esta penúltima jornada es la mejor de la octava edición de Mórbido, con cintas que merecen ser vistas muchas más veces en las pantallas.