Distrital: El documental “How to act bad” desnuda al mundo del espectáculo

Por Yossa Guzmán
Reportero Distrtital

Mi primer día en el Festival Distrital inició con el documental “How to act bad” dirigido por Dima Dubson dentro de la increíble sección cuadrante en el cine Lido. Si bien el documental sobre Adam Green muestra la mística que gira alrededor de la vida de este músico, también de alguna manera se ve cómo el personaje puede opacar a la persona, los clichés característicos de la vida de un rockero – sexo, drogas, mujeres, estar todo el tiempo en la bohemia, etc.,- se pueden comparar también con la vida de cualquier persona, en eso quizá el documental se siente un poco ya conocido, ya visto muchas veces al contarnos la vida de algún cantante, se percibe en algunos momentos el proceso creativo de Adam Green, sus otras facetas artísticas y su vida cotidiana.

El propio director, Dima Dubson, en la sesión de preguntas nos platica que él mismo dirigió algunos videos de Adam antes de hacer la película y que, aunque es su amigo, no pretende que la película sea propaganda a favor del cantante  o que haya sido planeada para eso, pues surgió de manera improvisada, al aumentar su amistad con Adam.

Es la segunda vez que se presenta en un festival, la primera fue en Lisboa y Dima Dubson comenta cómo un espectador mencionó que le parecía una porquería por mostrar así al mundo del espectáculo, pero, dice Dubson, así es el mundo del espectáculo.  Quizá cabría quedarnos con la personalidad de Adam: creativo, enérgico, activo en busca de nuevas ideas y creaciones ya sea pintando, componiendo o cantando, el título en inglés es “how to act bad”, además de ser el nombre de una canción, la palabra act tiene muchos significado, y en el film: actuando/fingiendo/comportarse (como) un personaje que quiere ser malo ¿será porque es judío?  pero que sabe que es sólo actuación, performance.

Al terminar me fui para el cine Tonalá a ver la película “Esperando el Tsunami” de Vincent Moon y del grupo Lulacruza, un documental-concierto que te sumerge no sólo en paisajes naturales sino también sonoros. Los músicos Alejandra Ortiz y Luis Maurette, integrantes de Lulacruz, te llevan en una road movie por varios lugares colombianos. El viaje es hipnótico y hasta cierto punto alucinante a través del sonido de la naturaleza y de los propios sonidos que producen los lugareños de los pueblos. Los músicos dan sus conciertos teniendo como público a los árboles, el mar, la arena, la lluvia y por supuesto los sonidos de Colombia como principal protagonista.

También se exhibió el documental-concierto “Esperando el Tsunami” de Vincent Moon y del grupo Lulacruza

Si Adam Green da conciertos a personas sudorosas y amontonadas, en lugares pequeños y cerrados, Lulacruz los da en espacios abiertos, inmensos, no sólo adecuándose al lugar, sino formando parte de él, utilizando cada parte de sus cuerpos en un viaje interminable de sonidos.

“Esperando el Tsunami”, también de la sección Cuadrante, reconoce además, los pueblos nativos de Colombia marginados y explotados pero a su vez,  favorecidos por la naturaleza y el desarrollo de sus propias culturas, más puras y naturales, alejadas del mainstream, es por eso que se muestran emocionados por esperar a que llegue el Tsunami de Japón, se sientan a esperarlo con fiesta y comida, él nunca llega y de nuevo hay que volver a la civilización injusta. Un película-concierto demasiado verde para alguien que vive en lo gris de las ciudades, una película para reconocer el lado que hemos perdido dentro de tanto concreto, supongo que se disfrutaría aún más con un peyote. Vale la pena visitar su sitio web: esperando.cc.

Al terminar esta película me fui a ver “Nuit #1”, de la sección Topografías, cine de nuevas propuestas tanto visuales como narrativas, y si en la película anterior se ve la compenetración total de la pareja de músicos, aquí se ve una relación de la llamada posmodernidad, una pareja que se complementa no en la plenitud sino en el desasosiego, relaciones de una noche que no dan para crear historias juntos.

El primer largometraje de Anne Emand de Canadá, es una película de su tiempo, transmite en largos diálogos, el mundo de los treintañeros abrumados por la soledad, el vacío y la indiferencia, con increíbles tomas muy bien cuidadas en tonos amarillos, la directora nos cuenta esta historia de parejas que no despegan, los minutos después del baile robotizado de jóvenes en un rave, muestran su acercamiento carnal –en el guión comentó la directora, fueron 15 hojas de sexo detallado- y los restantes minutos son el acercamiento emocional entre los dos.

Todo ocurre en un departamento y con pequeños momentos en el exterior: la caseta telefónica, la calle con nieve, el antro donde se conocen, etc., que sirven como espacios de acercamiento diferente al sexual o al dialogal, si bien el tema no es nuevo en el cine, los diálogos atrapan de inmediato pues describen perfectamente la personalidad del joven adulto contemporáneo, la misma directora dice que los tomó de las pláticas con sus amigos y de sus ex novios, una película muy personal un tanto obscura pero que al final da un leve avistamiento de esperanza.

Entraría dentro de las películas hipster-pop más cercano a  “Los amantes imaginarios” o “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, [en el final se observa una toma muy parecida a ese filme…] que ha “Las amargas lágrimas de Petra Von Kant”, películas estéticamente contemporáneas, con temas de parejas imposibles, de amor doloroso y de sentimientos confusos mostrados de manera elegante y chic.

EN LA FOTO DEL INICIO: Imagen de “How to act bad”.