“El cine me permite reflexionar y compartir mis emociones”: Rodrigo Plá
* “La demora” se estrena en México este viernes 10 de mayo
Por Jaqueline Tavera Martínez
En muy poco tiempo, Rodrigo Plá (1968) se ha establecido como uno de los cineastas de su generación al que hay que seguir con atención. Nacido en Montevideo y nacionalizado mexicano, su talento se hizo notar desde el cortometraje “El ojo en la nuca” (2001), ganador del Ariel al Mejor cortometraje. Con su opera prima “La zona” (2007) y su segundo largo “Desierto adentro” (2009) se mostró como un narrador solvente, capaz de brincar de un género a otro y de manejar con consistencia el lenguaje del cine.
“La demora” es su más reciente película y la primera que filma en su natal Uruguay, un drama que habla sobre la vejez y el abandono. Está centrada en Agustín (Carlos Vallarino), un anciano con problemas seniles que vive y depende de su hija María (Roxana Blanco) y sus tres nietos. Para Plá “La demora” refleja el desamparo de cierto sector de la sociedad, que no son los más pobres pero tampoco cuentan con lo suficiente para una manutención.
Tras su paso con éxito por distintos festivales internacionales, como el de San Sebastián y la Berlinale, “La demora” es una de las cartas fuertes en la próxima entrega de los Arieles, pues está nominada como mejor película, mejor director, mejor actor, mejor actriz, mejor guión adaptado y mejor fotografía. Se estrena en México este viernes 10 de mayo.
CorreCámara: ¿Cómo surgió “La demora”?
Rodrigo Plá: Se basa en el cuento de Laura (Santullo), mi compañera, es un texto emotivo sobre el abandono, narrado con las voces del anciano y la hija. Mi esposa lo realizó a partir de una noticia que leyó en un periódico mexicano y después hicimos la adaptación para cine.
CC: Recientemente se han estrenado varias cintas en las que se toca el tema de la vejez como “Amour” o “El Exótico Hotel Marigold” ¿Por qué surge de pronto este interés por la vejez?
RP: Yo también me sorprendí un poco al ver que se realizaban tantas películas sobre este tema, pero creo que responde a un problemática social que aqueja a todo el mundo.
CC: ¿Por qué decidiste hacer esta película en Uruguay? Es una historia que también funcionaría en México.
RP: Sí funcionaria en un lugar pequeño, en México podría haber pasado, sin embargo, optamos por hacerla allá por nuestros orígenes. Tanto Laura como yo nacimos en Uruguay, aunque yo me crié en México, no obstante, siempre tuve la inquietud de hacer algo allá y que mejor excusa que una película.
También pensamos que un país donde hay una gran cantidad de viejos como Uruguay era ideal para filmar la película, allá las generaciones jóvenes migran porque hay poco trabajo. Además, están los gestos de solidaridad por parte de los vecinos, sentimos que en un lugar pequeño había más posibilidad de ver al otro como persona, no como en las metrópolis en donde nos perdemos y no sabemos quién es la persona que tenemos al lado, y por último el factor clima, en Uruguay hay un frío más extremo en invierno, lo que dotó de mayor veracidad ciertas escenas.
CC: ¿Cómo escogiste el reparto?
RP: Conocía la trayectoria de Roxana Blanco, es una actriz que tiene mucho reconocimiento en Uruguay y ha trabajado también en teatro. Después buscamos un actor grande, fue complicado porque actores en activo de 80 años son difíciles de encontrar, hasta que llegó Carlos Vallarino, quien es padre de un asistente de fotografía, es un señor grande con un espíritu muy joven, hizo el casting y dijo “por qué no probar suerte en la actuación por primera vez a los ochenta años”, aparte tiene cierto parecido físico con Roxana.
CC: Los niños también tienen un peso importante en la película, ¿cómo los seleccionaste?
RP: Julieta, quien interpreta a la adolescente, es un personaje para mí entrañable, una niña que ha tenido que madurar antes de tiempo y cumple una función de consciencia de su madre cuando le hace ver sus errores. Los dos niños son hermanos, esto permitió más naturalidad, pero no son actores por lo que era complicado decirles qué actuaran, por ejemplo, el día de la lectura del guión, ellos no iban a hacerlo por lo que creamos todos un círculo en el suelo y hablamos como si fuera un juego y así fue durante todo el rodaje, para ellos es un juego.
CC: Los actores hacen una representación sin caer en lo dramático, ¿cómo lo lograste?
RP: Fue intencional, teníamos un cuento sumamente emotivo que por momentos podía ser melodramático, así que dialogamos mucho con María Secco, la fotógrafa, y utilizamos la cámara de manera más objetiva, lejos de los personajes sin enfatizar sus emociones, ni hacer que el espectador cayera en ciertas emociones. Con mucho rigor logramos evitar los lugares comunes y hacer algo que conmueve pero que tiene un equilibrio.
CC: Tus películas suelen contener alguna crítica ¿en algún momento te gustaría alejarse de este tratamiento?
RP: ¿Cuál es la crítica aquí?
CC: El maltrato a las personas mayores.
RP: No sabría si es una crítica. En el cine reflejamos lo que somos, es parte de mi vida, me permite reflexionar y compartir mis emociones y pensamientos. Más que crítica es un cuestionamiento colateral: se trata del desamparo de cierto sector de la sociedad (los ancianos), no son los más pobres pero tampoco cuentan con lo suficiente para una manutención. Es el cuestionamiento del desamparo… el cine tiene que reflejar la vida en general.
CC: ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
RP: Haremos una película a partir de un guión que escribió Laura recientemente hecho novela, se llama “Un monstruo de mil cabezas”, es sobre corporaciones y de cómo se construye un personaje a partir de la mirada de los otros. Será narrado en tono de thriller, próximamente haremos una prueba y queremos filmarla aquí en México.