Por Hugo Lara Chávez
La edición 13 del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) vino a corroborar la tendencia que sus organizadores han marcado desde hace años. Con los premios entregados el sábado pasado a “Yo” (mejor largometraje de ficción) y “Los reyes del pueblo que no existe” (mejor largometraje documental), afianzó su postura de apoyar el cine más radical (sobre todo en el ámbito de la ficción), aquel ubicado en la antípoda del cine hollywoodense, el cine convencional y espectacular que predomina en las salas del cine del mundo. De esta forma, el festival alienta la experimentación y recompensa a aquellos cineastas que toman riesgos, algo que en Hollywood es casi imposible que suceda.
Paradójicamente, el hecho de que el festival premie películas “radicales” —hechas con recursos mínimos, con actores improvisados y con una narrativa anticonvencional—, supone que surjan fuertes controversias y decepciones, como ocurrió este año, pues “Yo” estaba muy lejos de ser considerada por la prensa como una de las favoritas al premio principal. Eso es parte del riesgo que asume el festival junto con sus jurados de las diferentes secciones. En la competencia oficial de largometraje mexicano de ficción (cuyo jurado fue presidido por el cineasta Laurent Cantet), este año hubo un nivel mediano, compuesta por diez títulos, con cuatro o cinco cintas superiores a la media.
El mundo de los adolescentes y los jóvenes fue motivo de algunas de las historias más llamativas: “Sopladora de hojas” de Alejandro Iglesias Mendizábal, que gustó mucho por su frescura y humor y que se pensó que podría haber ganado el premio del público; “Los herederos” de Jorge Hernández Aldana , que causó polémica por su visión acerca del mundo de los adolescentes de las clases privilegiadas del DF caracterizados por el despotismo y la impunidad; “Te prometo anarquía” de Julio Hernández Cordón, una poderosa historia situada en la marginalidad urbana de los skaters y que para muchos (incluido el que escribe) era la gran favorita para el premio principal, aunque al final se tuvo que conformar con el premio de la prensa para largometraje mexicano.
También “El placer es mío” de Elisa Miller, un filme que habla sobre la relación entre una joven pareja cuyo vínculo está basado en la atracción sexual y que se derrumba cuando la realidad y las suspicacias los ponen a prueba. Miller, directora de “Vete más lejos, Alicia” y ganadora en Cannes por su corto “Ver llover”, refrenda un estilo naturalista, basado en la improvisación, los simbolismos y en la contemplación pausada de sus protagonistas y sus ambientes, también un cine mínimo hecho con escasos recursos. Todo ello le valió obtener el Premio a Primer o Segundo Largometraje Mexicano, lo que le servirá para iniciar un buen recorrido por diferentes festivales del mundo. Es cierto que es una película que no gustó a muchos tras su exhibición a la prensa, pues tiene sus defectos y es algo pretenciosa, pero aun así Miller demuestra su firme empeño en experimentar por ese camino. Ojalá tenga suerte.
Como decía líneas arriba, algo parecido ocurrió con la ganadora del premio a mejor película, “Yo” de Matías Meyer (“Los últimos cristeros”), que igualmente no fue de las preferidas de la prensa tras su exhibición. Es la historia de un joven grandulón con retraso mental que atiende con su madre una fonda a la orilla de la carretera. El personaje es entrañable y el director logra sacarle partido a su actor principal y sus acompañantes, todos no profesionales. Igualmente, el filme es irregular, tiene pronunciadas caídas y subidas, pero esto es inherente al cine mínimo, es un cine defectuoso como consecuencia de los riesgos que toma.
Otras de las películas que gustaron fueron “Almacenados” de Jack Zagha, ganadora del premio del público. Está basada en la exitosa obra teatral y cuenta con la notable actuación de José Carlos Ruiz, quien fue muy ovacionado. Por su parte, “La casa más grande del mundo” de Ana V. Bojórquez y Lucía Carreras, fue igualmente bien recibidas, así como “Un monstruo de mil cabezas” de Rodrigo Plá, un filme sólido y bien realizado, que logra buena tensión en la narración acerca de una mujer que actúa en una situación límite contra los directivos de una compañía de seguros. Para muchos, era un filme con suficientes atributos para obtener el premio principal, aunque sólo Jana Raluy , su actriz protagonista, obtuvo el premio de mejor intérprete femenina.
Los filmes que dejaron más dudas por su nivel fueron “Mientras la prisión exista” de Nicolás Gutiérrez Wenhammar y “Bictor Ugo” de Carlos Clausell y Josep Maria Bendicho; curiosamente ambas coproducciones con España.
Los documentales
En la sección de competencia de documentales, que alcanzó los doce títulos, se vieron buenos trabajos que confirman el saludable momento que tiene hoy por hoy este género dentro del cine mexicano. La ganadora del premio a mejor documental (y del curioso premio a documental realizado por un mujer), “Los reyes del pueblo que no existe” de Betzabé García, dejó un gran sabor de boca por la forma en que aborda la historia de los últimos habitantes de un pueblo fantasma en Sinaloa, que la mitad del año está sumergido bajo el agua, a causa de una presa.
También gustó mucho “El hombre que vio demasiado” de Trisha Ziff, un retrato sobre Enrique Metínides, afamado fotógrafo de nota roja que capturó en imágenes para el periódico La Prensa multitud de hechos sangrientos y macabros con su ojo privilegiado de gran esteta. Esta película obtuvo el premio especial Ambulante y el premio de la prensa.
Por su parte, Everardo González (“Ladrones viejos”, “Cuates de Australia”), uno de los documentalistas más reputados de México, presentó “El Paso”, crónica de un grupo de periodistas mexicanos que se encuentran exiliados en Texas, debido a que han tenido que huir de las amenazas del narco. No es un filme deslumbrante en su realización como otros trabajos de González, pero el tema es tan oportuno y espinoso que es imprescindible verlo. Todo ello le hizo merecer el Premio especial Ambulante.
Otros trabajos interesantes fueron” Sunka Raku”. Alegría evanescente” de Hari Sama. La sección se completó con “Los días no vuelven” de Raúl Cuesta; “Don de ser” de Néstor A. Jiménez Díaz; “; “Juanicas” de Karina García Casanova; “Nararachi” de Susana Bernal; “Parque Lenin” de Itziar Leemans y Carlos Mignon; “El patio de mi casa” de Carlos Hagerman; “El regreso del muerto” de Gustavo Gamou, y “Tiyarus / Diablos” de Emilio Téllez Parra.
Invitados y proyecciones internacionales
Este año, el Festival de Morelia estuvo animado por la presencia de varias figuras internacionales: Alfonso Cuarón, Tim Roth, Isabelle Huppert, Stephen Frears, Rodrigo García, Jerry Schatzberg, Laurent Cantet, Peter Greenaway, Barbet Schroeder, la actriz Clotilde Courau, además de numerosos actores, directores, productores y miembros del cine mexicano.
Los invitados internacionales ofrecieron algunas conferencia y presentaron varias de sus películas, una interacción que siempre resulta muy grato para todos los que asisten al festival.
Además de las proyecciones con motivos de homenajes, se presentaron diferentes estrenos internacionales, muchos que formaron parte de la programación del Festival de Cannes pasado, cuyo secretario general y director del Instituto Lumiere, Thierry Frémaux, también estuvo presente y recibió un papel protagónico en la ceremonia de inauguración, a la que Guillermo del Toro canceló de último momento, pues iba a presentar su más reciente película “La cumbre escarlata”.
El fuerte vínculo entre Morelia y Cannes trasciende con evidencia, pues se nota no sólo en la programación sino en una afinidad ideológica entre los directivos de ambos certámenes. Así quedó de manifiesto por el hecho de que el propio Frémaux hizo la presentación de 90 películas restauradas de los hermanos Lumière, de principios del siglo XX, y se filtró la información que el año entrante se presentarían las vistas restauradas tomadas en México por Gabriel Veyre., enviado por los Lumiere. Será todo un suceso que no hay que perderse.
La cercanía de Cannes con el festival michoacano que dirige acertadamente la triada compuesta por Alejandro Ramírez, Daniela Michel y Cuauhtémoc Cárdenas Batel, también se ve reforzada por el intenso protagonismo que han cobrado productores, directores y compañías como Lucía Films. En esta edición, esta compañía estuvo muy visible a través de sus directores, productores y socios, que trajeron consigo películas muy laureadas: Michel Franco y “Chronic”,; Gabriel Ripstein y “600 millas”; Guillermo Arriaga y el venezolano Lorenzo Vigas con “Desde allá” películas ganadoras en Cannes, Venecia y Berlín, respectivamente. Es un grupo que hay que seguir atentamente, pues se ha colocado a la cabeza entre sus colegas generacionales, como Canana, Mantarraya, el consorcio de Carlos Reygadas y otros. Por cierto, también figuró Jonás Cuarón, quien presentó “Desierto” acompañado de su padre, Alfonso, y su tío Carlos,
En general, esta edición de Morelia fue muy satisfactoria, con una organización seria y eficiente, cuyos problemas terminan siendo menores. La programación fue extensa, plural y equilibrada. Siempre hay algo que vale la pena verse: la sección de cortometrajes, las retrospectivas, los homenajes, en fin. Así, el Festival de Morelia se reafirma como el mejor certamen fílmico de México, un lugar que se ganó desde hace años con méritos.
FOTO DEL INICIO: “Los reyes del pueblo que no existe”